Estaciones fantasma
Hace unos meses, en el programa de Iker Jim¨¦nez sal¨ªa un reportaje sobre una estaci¨®n abandonada del metro madrile?o. Seg¨²n el reportero, en ella se ve¨ªan figuras que pon¨ªan los pelos de punta a los usuarios. Ahora, el Ayuntamiento de la capital ha decidido arrojar luz sobre el asunto inaugurando el flamante museo del Metropolitano, ubicado en la estaci¨®n de Chamber¨ª, la misma donde supuestamente se aparec¨ªan los esp¨ªritus.
Aqu¨ª en Barcelona, para no ser menos, hemos descubierto que tambi¨¦n tenemos nuestras estaciones perdidas, cuyos nombres no dir¨¢n nada a los actuales transe¨²ntes del metro. Desde el a?o 2006, la compa?¨ªa de transportes cuenta con una unidad de patrimonio hist¨®rico. Y se habla ya de la creaci¨®n del Museo de la Movilidad, cuya sede estar¨¢ situada en la Sagrera. Pero, mientras llega ese d¨ªa, hagamos un repaso a lo que queda.
Seguramente, la parada m¨¢s enigm¨¢tica para los barceloneses de a pie sea la de Ferran, entre Liceo y Drassanes, cerrada en 1968. Aqu¨ª terminaba la l¨ªnea 3, hasta que se decidi¨® prolongarla por el Paralelo. Constaba de un solo and¨¦n y en la actualidad est¨¢ tapiada bajo La Rambla, aunque en la esquina con la calle de Ferran a¨²n puede verse una gran reja de ventilaci¨®n que corresponde a su acceso. Id¨¦ntico rastro ha dejado la estaci¨®n de Correos, al final de la Via Laietana. En la actualidad s¨®lo queda un gran enrejado -junto al edificio de Correos-, que cierra lo que fue su entrada. Era el final de la l¨ªnea 4 y estuvo en funcionamiento entre 1934 y 1972.
A¨²n m¨¢s desconocida es la estaci¨®n de Banco, tambi¨¦n en la Via Laietana, esquina con la avenida de la Catedral. Fue construida en 1911 y estaba cerrada al p¨²blico. Serv¨ªa para recoger las recaudaciones diarias y depositarlas en el Banco de Espa?a (hoy Caixa de Catalunya), a cuyos s¨®tanos ten¨ªa acceso directo. Sigue tapiada, aunque a veces puede verse de refil¨®n, bajando de Urquinaona a Jaume I. M¨¢s recientemente, en 1983, se cerr¨® una estaci¨®n hist¨®rica, la de Bordeta, de la que queda un trozo de and¨¦n utilizado para cambios espor¨¢dicos de vag¨®n. Y en el orden de la an¨¦cdota, cabe rese?ar la parada de Travessera, entre Diagonal y Fontana, que nunca fue inaugurada.
La mejor conservada de todas es la estaci¨®n de Gaud¨ª, entre las calles de Marina y Lepanto. Aunque no lleg¨® a funcionar, tiene intactos los andenes, dos de sus accesos y el vest¨ªbulo, hoy sede de la asociaci¨®n de trabajadores jubilados de TMB. Bajamos -Joan S¨¢nchez y yo- junto a tres representantes de la compa?¨ªa, que nos dieron toda clase de datos sobre su historia. Se entra en ella por la actual estaci¨®n de Sagrada Familia. All¨ª, tras una puerta escondida, se accede a un submundo de pasillos con poca ventilaci¨®n donde conviven vestuarios de personal, cuartos de la limpieza, instalaciones de la ONG Conductors Solidaris y una sociedad de coleccionistas.
Primera constataci¨®n: antes la gente deb¨ªa ser m¨¢s delgada. Aunque fue construida en los a?os sesenta, tanto el and¨¦n como las escaleras son muy estrechas; y reina un fuerte olor, mezcla de humedad y alcantarilla. Actualmente, la parada forma parte del t¨²nel. As¨ª que, cuando encienden las luces, los pasajeros que pasan a toda velocidad por aqu¨ª nos miran absortos desde las ventanillas, como si fu¨¦semos espectros salidos del pasado. Esto no es tan extra?o pues, al utilizarse para distintos fines, se ha creado una leyenda urbana similar a la que anta?o tuvo la madrile?a estaci¨®n de Chamber¨ª. Qui¨¦n sabe si -en este mismo instante- alguien jura haber visto unos seres fantasmales en una estaci¨®n desconocida. Por si las moscas, hay que aclarar que ¨¦ramos nosotros.
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