La conciencia objetuada
Los psiquiatras m¨¢s sensatos distinguen entre relaciones objetivas y relaciones objetuales. Por poner un ejemplo trivial, un bol¨ªgrafo es tal en tanto se pueda escribir con ¨¦l, y ¨¦sa es una relaci¨®n objetiva, mientras que designar a un bol¨ªgrafo como el preferido entre todos, apuntar¨ªa los indicios de una relaci¨®n objetual. Es algo de lo que est¨¢ pasando con la objeci¨®n de conciencia, que se ha convertido ya en una variante procaz de los rituales interesados. La objeci¨®n de conciencia es un producto liberal que se fundamenta en la protesta contra los abusos del poder, sea pol¨ªtico econ¨®mico o de cualquier otra ¨ªndole, mientras que ahora, en las democracias occidentales, se ha convertido en una especie de arma arrojadiza que algunos particulares -en general, colegiados, adem¨¢s de compinchados- esgrimen como ¨²ltima trinchera ideol¨®gica contra decisiones gubernamentales respecto de la sanidad, la ense?anza o el derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo. Todo ello, como es l¨®gico, disfrazado de defensa liberal de los derechos de las personas frente a los que podr¨ªan atribuirse a los colectivos, que son considerados m¨¢s bien como tribus irrelevantes.
Es as¨ª como un Jim¨¦nez Losantos cualquiera puede exigir dignidad moral a una derecha, seg¨²n ¨¦l, en trance de perderla por un Rajoy qu¨ªtame all¨¢ estas pajas, mientras se dedica a insultar a todos los que abominan de su negocio, un negocio que pasa por el intento de embadurnar de mierda al doctor Montes, el anestesi¨®logo de urgencias del hospital de Legan¨¦s, a sabiendas de que va a repercutir de manera atroz en m¨¦dicos y en enfermos terminales. Pero qu¨¦ importa ese detalle, si lo que cuenta es tratar de asesino al m¨¦dico al que se cree insultar tild¨¢ndole de izquierdoso malhumorado. Esa es la dignidad moral que reclama ese sujeto. La misma que los feroces antiabortistas que no vacilan en recurrir a los servicios m¨¦dicos para resolver el problema de una de sus hijas, por ejemplo. ?Tiene derecho un m¨¦dico a objetar la pr¨¢ctica del aborto terap¨¦utico? Sin duda, siempre que no vacile en objetar igualmente en cualquiera de las situaciones que puedan present¨¢rsele. Porque la objeci¨®n de conciencia no puede ser un pretexto ni un refugio que permita realizar en privado lo que reniega en p¨²blico. Eso no es dignidad moral, sino un temible ejercicio de hipocres¨ªa profesional, por lo dem¨¢s, bastante extendido.
La objeci¨®n de conciencia a la asignatura de Educaci¨®n por la Ciudadan¨ªa, ?en qu¨¦ consiste? En que los cl¨¦rigos y algunos padres que ojal¨¢ lo hubieran sido temen que los que toman por sus adolescentes se conviertan andando el tiempo en una cuadrilla de descre¨ªdos. Pero, descre¨ªdos ?de qu¨¦? ?De los valores de la convivencia, de la educaci¨®n en democracia, de que no existe una religi¨®n ¨²nica en este mundo? Si se puede objetar con ¨¦xito contra todo eso (cuando los padres que llevan a sus hijos a colegios concertados no objetan en general contra una asignatura tan peligrosa y fantasiosa como es Religi¨®n), cualquier padre con ganas de embroncar y de imponer sus creencias a sus hijos puede objetar que Conocimiento del Medio se oriente m¨¢s hacia el evolucionismo que hacia el creacionismo. Por ahora. La conciencia no objeta: son las personas, convertidas en personajes, a veces tr¨¢gicos, de sus disparatadas creencias objetuales.
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