El gran retratista de Buenos Aires
La Boca, la avenida de Mayo, la calle Corrientes, el cementerio de la Recoleta, el paseo de Col¨®n, Alvear; las parejas bajo la luz de noche porte?a, son im¨¢genes ligadas al fot¨®grafo m¨¢s famoso de Argentina, Horacio Coppola (Buenos Aires, 1906). Todos los lugares reconocibles del Buenos Aires m¨¢s elegante y aut¨¦ntico vienen de la c¨¢mara de este artista que, con su Leica en la mano, se ha pateado como ning¨²n otro las calles de su ciudad y los escenarios europeos del arte de vanguardia. La Fundaci¨®n Telef¨®nica (www. fundacion.telefonica.com) expone hasta el 25 de mayo una gran retrospectiva de este artista: 125 fotograf¨ªas y 4 cortometrajes.
Es el hijo menor de una familia de clase media de origen italiano. ?l mismo ha escrito sobre su entorno. "Nac¨ª el 31 de julio de 1906, en el dormitorio de mis padres, en el 2? piso de la casa construida en 1901, proyectada y dirigida por mi padre: Corrientes, 3060. Comenc¨¦ mi vida como d¨¦cimo miembro en el seno de una familia de adultos. Me ofrecieron una plural iniciaci¨®n y paralelamente aprend¨ª a caminar y a hablar, a escuchar m¨²sica, a cultivar plantas y a cortar flores, a ser artesano en el m¨¢s amplio y diverso manejo de instrumentos, incluida ?a su tiempo? la c¨¢mara fotogr¨¢fica, a criar y convivir con p¨¢jaros y la m¨¢s variada clase de animales, a leer y escribir y manejar peri¨®dicos y libros y a conocer la existencia de idiomas: genov¨¦s, italiano, franc¨¦s, en el marco del ejercicio del criollo; la mec¨¢nica, las artes, la ciencia, la literatura. Mi hogar: un mundo organizado, ya cumplido".
"Mi obra, imagen ¨®ptica de lo real, es creatura de mi visi¨®n, ahora liberada para vivir su vida propia"
La ciudad de Coppola ofrece una panor¨¢mica abstracta la mayor parte de las veces
Ese peculiar hogar, la calle y los viajes fueron la gran universidad a la que asisti¨® este artista autodidacta. Fue una forma de aprender que ¨¦l siempre ha agradecido y a la que considera que se debe el car¨¢cter personal que siempre tuvo su trabajo.
Su afici¨®n por la fotograf¨ªa se la contagi¨® su hermano mayor, quien, con una c¨¢mara de gran formato, retrataba a menudo escenas familiares. Al joven Horacio le fascinaba capturar im¨¢genes de quienes formaban su entorno. Al principio la hace en su tiempo libre mientras vive del dinero que consigue con cualquier trabajo espor¨¢dico. "Soy fot¨®grafo", se proclam¨® Coppola. "Mi obra, imagen ¨®ptica de lo real, transcrita por la c¨¢mara y contenida en la imagen final, es testimonio de mi identidad de autor: fragmento de la realidad, creatura de mi visi¨®n, ahora liberada seg¨²n su orden para vivir su vida propia". Las transformaciones que Buenos Aires experimenta en torno a la d¨¦cada de los veinte fascinan a Coppola. El contraste entre lo viejo y lo nuevo lo plasma una y otra vez. De d¨ªa y de noche. Solo o acompa?ado por los amigos de aquellos a?os. Muchos de estos amigos son gente interesada por el mundo art¨ªstico. Pintores, escritores. Por medio de ese mundo conoce pronto a Borges. La primera edici¨®n de Evaristo Carriego est¨¢ ilustrada con fotograf¨ªas de Horacio Coppola.
Al final de los a?os veinte, viaja a Europa y recorre Alemania, Francia, Espa?a e Italia. Es en Alemania donde por fin consigue una Leica, la c¨¢mara con la que entonces so?aba todo fot¨®grafo. Sin abandonar definitivamente las de gran formato, no se desprende nunca de su c¨¢mara. Es con ese nuevo juguete con el que a la vuelta realiza sus fotograf¨ªas m¨¢s conocidas. Gran parte de ellas nutren la exposici¨®n madrile?a.
Quiere retratar su patria con su historia pasada y presente desde todos los ¨¢ngulos posibles. Tambi¨¦n "lo criollo", escribe. "Cada uno desde su mundo. Mundo seg¨²n la edad, lo vivo de cada uno. Yo, testigo del hacer de cada uno. Yo, suelto, mirando a todas horas, desde el balc¨®n, el mundo que pasa por la calle Corrientes. Tambi¨¦n la constelaci¨®n de Ori¨®n y la Cruz del Sur, desde la fronda invasora de los pl¨¢tanos".
Pura poes¨ªa mezclada con el Buenos Aires que emerge por cada rinc¨®n. Se convierte en el fot¨®grafo de la ciudad y de sus habitantes, de los empedrados de las calles del centro, de las edificaciones que crecen junto a las bellas arboledas de los parques bonaerenses.
En las nuevas avenidas le fascinan los enormes coches negros que avanzan deslumbrando con sus faros a los peatones. Le interesan los escaparates lujosos donde se vende la ropa car¨ªsima de los modistos europeos. En sus placas est¨¢ ese Buenos Aires con pretensiones de ser Nueva York o Mil¨¢n. Muchas fotograf¨ªas est¨¢n pobladas por hombres perfectamente trajeados y tocados con sombrero que contemplan llenos de curiosidad las transformaciones de sus calles y plazas.
No faltan las viviendas humildes ocupadas por personajes de rostros surcados por arrugas prematuras, producto del mal vivir, aunque, en general, la ciudad que retrata Horacio Coppola est¨¢ casi siempre vac¨ªa. Sus retratos bonaerenses recuerdan el Madrid pintado por Antonio L¨®pez. Son puras met¨¢foras de la soledad del hombre contempor¨¢neo. Los edificios son los que de verdad habitan en la ciudad. Salvo cuando retrata el caos del centro comercial en hora punta, la ciudad de Coppola es un c¨²mulo de l¨ªneas arquitect¨®nicas enlazadas de tal manera que ofrece una panor¨¢mica abstracta la mayor parte de las veces. A principios de la d¨¦cada de los treinta, Coppola emprende un segundo viaje a Europa. Considera que la etapa del retrato callejero est¨¢ agotada y quiere aprender de los grandes maestros europeos. Se inscribe en la Bauhaus y all¨ª permanece hasta el cierre del centro por la presi¨®n nazi. Pero le da tiempo a conocer la esencia de los grandes creadores del Viejo Continente. De esta etapa proceden las fotograf¨ªas con las que muestra su fascinaci¨®n por el cubismo en general y por el pintor espa?ol Juan Gris en particular.
En este tiempo, tambi¨¦n se acrecienta su amor por el cine, un arte que casi hab¨ªa nacido a la par que ¨¦l. "El cine es la base de mi formaci¨®n autodidacta", ha escrito Coppola. "El cine era un ni?o cuando yo era un pibe en apuros".
Coppola film¨® varias pel¨ªculas propias, cortometrajes y documentales, entre ellos, As¨ª naci¨® el Obelisco (16 mil¨ªmetros, 6 minutos), en 1936. La exposici¨®n incluye cuatro cortometrajes. Toda su obra cinematogr¨¢fica fue restaurada por el Malba (Museo de Arte Latinoamericano Buenos Aires) para la exposici¨®n que all¨ª se le dedic¨® hace un par de a?os. La difusi¨®n de la fotograf¨ªa y la ense?anza de ¨¦sta ha ocupado gran parte de su tiempo. A finales de los cuarenta, con su esposa y tambi¨¦n fot¨®grafa Grete Stern, abre un estudio fotogr¨¢fico, punto de encuentro con muchos intelectuales exiliados espa?oles y jud¨ªos huidos del terror nazi.
A punto de cumplir 102 a?os, algunos se lo encuentran todav¨ªa con la mirada distra¨ªda en el paisaje del Buenos Aires de hoy. De paseo sobre su silla de ruedas, acompa?ado de alguno de sus muchos amigos o alumnos, seguro que a?ora aquel Buenos Aires que hace ya mucho dej¨® de existir. -
La exposici¨®n Horacio Coppola est¨¢ abierta en la Fundaci¨®n Telef¨®nica, de Madrid, hasta el 25 de mayo. www.fundacion.telefonica.com.
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