Sab¨ªas a lo que ven¨ªas
Bueno, ya volvemos a estar igual que la semana pasada. No se puede hablar de Soterrani (Subterr¨¢neo), la nueva obra de Benet i Jornet, en la Beckett, del mismo modo que no era conveniente hablar de la trama de Carnaval, de Galcer¨¢n. ?Por qu¨¦? Porque son obras de intriga. Hay un misterio que no conviene desvelar. En las carteleras de antes, e incluso en alguna de ahora, sol¨ªan decir "por favor, no cuente el final". Era un excitante perfecto. Se lo dec¨ªan al p¨²blico, claro. Ahora los autores se lo piden al cr¨ªtico. En la rueda de prensa, Benet y Xavier Albert¨ª, su director, dijeron: "No contaremos nada". Bien, respet¨¦moslo. Luego los autores se quejan. Han venido a este mundo a quejarse. "No hab¨¦is analizado mi texto. S¨®lo os fij¨¢is en trivialidades". Queridos, estamos o no estamos. Para analizar un texto y sus estrategias hay que contar, un poco, de qu¨¦ va, c¨®mo son los personajes, qu¨¦ quieren. Verbotten. De acuerdo, de acuerdo. Veremos por d¨®nde le meto yo mano al mel¨®n. Podr¨ªa empezar as¨ª: "Un hombre llega a casa de otro para...". Mierda, no puedo decir para qu¨¦. Puedo decir lo que pasa antes. Antes ha habido un accidente, o casi. Tambi¨¦n puedo decir que yo suprimir¨ªa ese arranque. Y unas pocas l¨ªneas del final. No es por chuler¨ªa, de verdad, es que forma parte de mi trabajo. Tranquilo, autor, ser¨¦ preciso. Nada de vaguedades como "a esta obra le sobran veinte minutos". No. Dir¨ªa que le sobran veinte l¨ªneas del principio. Concretamente, yo empezar¨ªa por la r¨¦plica 23. Ya est¨¢n sentados, en la casa. El visitante dice: "?Todo el mundo es tan amable en este pueblo?". El otro responde: "Aparte de los conductores, todos. ?No hab¨ªa venido nunca?". Con eso ya estamos metidos en harina, y el espectador se pregunta, primera intriga, qui¨¦nes son, qu¨¦ hacen all¨ª, qu¨¦ buscan. Aunque la verdad es que no estoy seguro. Lo del accidente me parece un mero detonante para el encuentro, pero Benet no suele dar informaci¨®n innecesaria. Espera un momento. ?Y si ese arranque fuera una forma de instalarnos en la extra?eza? Como cuando contamos una pesadilla. "Qu¨¦ cosa m¨¢s rara, f¨ªjate. Llegaba yo a un pueblo desconocido y de repente estaban a punto de atropellarme y me llevaba un susto mortal, pero por suerte me acog¨ªa un tipo en su casa, un tipo al que yo no hab¨ªa visto en mi vida". Y es en ese instante cuando una voz secreta dice en tu cabeza: "S¨ª, s¨ª lo hab¨ªas visto. Sab¨ªas a lo que ven¨ªas". Puedo hablar de la direcci¨®n, y del trabajo de los actores. De entrada, de su colocaci¨®n. Tambi¨¦n es muy rara. Hay un sof¨¢ cojonudo, pero tardan un huevo en llegar a ¨¦l. ?Por qu¨¦ est¨¢ Pere Arquillu¨¦ en una sillica y Pep Cruz a su lado, de perfil, como un bedel en un museo? Igual forma parte de esa b¨²squeda de la extra?eza. Sigo teniendo dudas. No las tengo acerca del ritmo. Creo que a Albert¨ª se le va la mano en las pausas. Y en el peso de las frases. Como si todo tuviera una importancia decisiva. Como si estuviera haciendo un Pinter "a la antigua", es decir, sacramental. Creo que ganar¨ªa con un tono m¨¢s ligero, m¨¢s nervioso, m¨¢s casual. M¨¢s argentino, por as¨ª decirlo. La patada llegar¨ªa, por inesperada, con m¨¢s fuerza. Arquillu¨¦ se tira un cuarto de hora que parece son¨¢mbulo. Vale, le ha pasado una cosa muy gorda. Y, adem¨¢s, est¨¢ lo del accidente. Pero va a la casa con muchos demonios en el cuerpo, caramba. Despu¨¦s, Arquillu¨¦ nos muestra muy bien al personaje. Por ah¨ª, en la, digamos, segunda parte, ning¨²n problema. Hay dolor para parar dos carros. En cuanto a Pep Cruz, estoy menos convencido de su dibujo. "Dice" muy bien, aunque le veo un toque de malignidad un tanto artificiosa, casi de Fu Manch¨² casero. Tampoco s¨¦ si no ser¨¢ una m¨¢scara que revela una verdad. Como en el viejo chiste de Groucho: "Parece un perverso banal, habla como un perverso banal, pero no se dejen enga?ar: es un perverso banal". Yo no creo demasiado en esa teor¨ªa de la banalidad del mal. Creo que en toda maldad hay una herida oculta, y a Pep Cruz no se la veo, aunque tampoco s¨¦ si se la ver¨ªa a un psic¨®pata de verdad. A m¨ª me la dan con queso cada dos por tres. Lo que s¨ª he comprobado emp¨ªricamente es que Soterrani, que est¨¢ desbordando el aforo de la Beckett, engancha al p¨²blico durante una hora, del mismo modo que le enganchaba La huella. Y que en el tercio final esa atenci¨®n pierde fuelle. Cambia la respiraci¨®n contenida, se empieza a escuchar rumor de culos impacientados. Dir¨ªa que eso se debe a que el ¨²ltimo tramo es reiterativo. Demasiadas explicaciones, para mi gusto. Como si todo tuviera que quedar muy claro. Ah¨ª s¨ª que estoy seguro del tajo. Un tajo peque?ito, apenas una p¨¢gina. Acabar¨ªa la obra cuando uno de los personajes le dice al otro: "Hay una manera. Y ya sabes cu¨¢l es". Oscuridad, y todos a casa. Con la oscuridad puesta. Mamet, que sabe la tira, dice que hay dos tipos de obras. Aquellas de las que sales diciendo "ah, ahora comprendo. Vamos a tomar un caf¨¦". Y cuando acabas el caf¨¦ ya no recuerdas el t¨ªtulo ni de qu¨¦ trataba. "Y luego", escribe, "est¨¢n esas otras obras, perturbadoras, enrevesadas, ins¨®litas, que pueden dejarnos una sensaci¨®n de duda despu¨¦s de verlas, pero al d¨ªa siguiente volvemos a pensar en ellas, y qui¨¦n sabe si toda la semana o incluso toda la vida. No son obras n¨ªtidas, ni tampoco pulcras, pero hay en ellas algo que sale del coraz¨®n y es l¨®gico que lleguen al coraz¨®n". Quien dice coraz¨®n dice tripa. De ah¨ª sale Soterrani y ah¨ª va a parar. En el teatro de Benet hay obras sobre la b¨²squeda de la redenci¨®n y obras, como ¨¦sta, sobre la naturaleza del mal, del mal que nos pringa a todos. Yo veo (o siento) Soterrani como parte de un d¨ªptico. La otra parte se estren¨® en 1996 y se llamaba El perro del teniente. Era la historia de la destrucci¨®n de un reencuentro feliz. O, peor, de la puesta en escena de la destrucci¨®n de un reencuentro. Una venganza sin causalidad, sin culpa. El agujero central de Soterrani es la culpa. Y la necesidad de expiaci¨®n. Ser¨ªa muy interesante que alguien montara un programa doble con esas dos obras, porque se iluminan mutuamente. Con un sol negro. Negr¨ªsimo. -
?Por qu¨¦ est¨¢ Pere Arquillu¨¦ en una sillica y Pep Cruz a su lado, de perfil, como un bedel en un museo? Igual forma parte de la b¨²squeda de la extra?eza
Soterrani. Sala Beckett. Barcelona. Hasta el 4 de mayo. www.salabeckett.com
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