Saber vencer el miedo torero
Me piden que escriba un texto sobre Javier Bardem y mi experiencia con ¨¦l en Entre las piernas. Antes que nada quiero felicitarle, darle las gracias por su Oscar, por su discurso de agradecimiento, por ser espa?ol, aunque algunos pretend¨ªan robarle la nacionalidad consider¨¢ndolo como un "Oscar americano" ?porque la pel¨ªcula era americana! Javier es nuestro, nos pertenece... nos pertenec¨ªa antes de ganar el Oscar, a m¨ª, por ejemplo, me ha pertenecido dos veces en dos de las pel¨ªculas que lanz¨¢is en este homenaje (lo siento, pero los directores somos as¨ª de ego¨ªstas), ¨¦l ha aprendido aqu¨ª, junto a nosotros, su familia, nuestra cultura; y en su trabajo, sea d¨®nde sea, en el pa¨ªs o idioma que sea, estar¨¢n sus ra¨ªces.
Me gustan mucho los actores, disfruto con ellos, son valientes, saben vencer el miedo, ese miedo torero, ese miedo que genera tensi¨®n (no violencia) pero s¨ª creatividad. Javier y yo ten¨ªamos miedo cuando rodamos Entre las piernas. Ya lo tuvimos en Boca a boca y le dieron un Goya, seguro que cuando rod¨® con los Coen tambi¨¦n ten¨ªa miedo y eso es algo que va unido inexorablemente con el oficio del actor, porque Javier trabaja desde la verdad y eso requiere autorrevelaci¨®n, ense?arse constantemente. Su instrumento para actuar es ¨¦l mismo y, a trav¨¦s de ¨¦l, llena a los personajes de su sexualidad, su ternura, su ira, su risa, su romanticismo y todo eso hace que el personaje crezca desde el gui¨®n. Los personajes que interpreta siempre est¨¢n vivos, me los creo. Me gusta mucho Javier y le admiro porque no es un trabajo nada f¨¢cil, a veces doloroso.
El dolor, la amargura, el lado oscuro, el sexo, la ambig¨¹edad, el amor y tambi¨¦n el miedo estaban en su personaje de Entre las piernas, no era c¨®modo. Un argumento endiablado, jug¨¢bamos a dos bandas: naturalismo y thriller psicol¨®gico y no se pod¨ªa crear un arquetipo, hab¨ªa que trabajar desde dentro. Ensayamos todos juntos, el tr¨ªo (Javier- Victoria-Carmelo) y uno a uno. Antes del rodaje me gusta hacer un trabajo de mesa, nos escapamos unos d¨ªas fuera y all¨ª leemos la escena una y otra vez, la analizamos, de qui¨¦n es, para qui¨¦n, qu¨¦ quiere el personaje, qu¨¦ necesita, qu¨¦ consigue..., y Javier con su peque?a libreta, su biblia, llena de anotaciones, dibujos, frases sueltas, pensamientos, reflexiones y referencias. El Ripley de la Highsmith era una referencia que manejamos bastante: terror¨ªfico, fr¨ªo, ambiguo y atractivo... y todo en lo cotidiano. Est¨¢bamos de acuerdo en el proceso de preparaci¨®n del personaje, ya nos conoc¨ªamos, toda la informaci¨®n antes de empezar es fundamental pero hasta que no comienza el rodaje no se dispara la creaci¨®n ni la adrenalina sube.
Hicimos alguna que otra investigaci¨®n en Internet sobre grupos y asociaciones de adictos al sexo, encontramos varias, investigamos en sus cuestionarios, la mayor¨ªa con un denominador com¨²n y resbaladizo, el s¨ª o el no como respuesta era tan sutil que atravesar la l¨ªnea entre la "normalidad" y la "adicci¨®n" era relativamente f¨¢cil. Y empez¨® el rodaje, y Javier con su libreta. Primer d¨ªa: citaci¨®n a las 24.00 de un domingo, es de noche, una sala grande decorada con elementos de todo tipo, la luz tenue, a trav¨¦s de los ventanales se adivina la calle Gran V¨ªa, un grupo de hombres y mujeres sentados en c¨ªrculo escucha con atenci¨®n el relato de una mujer, en los treinta, se llama Miranda (Victoria Abril), entre los hombres, Javier (Javier Bardem), tambi¨¦n en la treintena, la mira con cierto rubor. Cuando Miranda acaba el relato, Javier se levanta lentamente, sus ojos se enfrentan con los de Miranda y dice: "Me llamo Javier. Estoy enfermo. Soy un adicto al sexo y necesito ayuda".
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