Las cuentas no salen
La deriva hacia el bipartidismo que viene expres¨¢ndose, no sin interrupciones, pero de manera inequ¨ªvoca en el sistema pol¨ªtico espa?ol desde las primeras elecciones de 1977 ha ido de la mano de la deriva hacia el presidencialismo de nuestra f¨®rmula parlamentaria de gobierno. Ambas se refuerzan. Aunque no es f¨¢cil determinar cu¨¢l de ellas es la que m¨¢s influye en la otra, para m¨ª es la deriva presidencialista la dominante, esto es, es m¨¢s la deriva presidencialista la que arrastra al sistema pol¨ªtico espa?ol hacia el bipartidismo que a la inversa.
Esta doble deriva se ha consolidado de manera definitiva y probablemente irreversible con la ocupaci¨®n por parte del Partido Popular de todo el espacio pol¨ªtico que va de la extrema derecha al centro derecha. Visto con perspectiva, el hecho m¨¢s relevante en la configuraci¨®n de nuestro sistema pol¨ªtico puede haber sido la desaparici¨®n de UCD y la ocupaci¨®n de su espacio por un partido de extrema derecha, como era Alianza Popular. Tuvo que refundarse como PP y tard¨® algo m¨¢s de diez a?os en conseguir absorber el voto de centro, pero lo acab¨® consiguiendo.
CiU y PNV son m¨¢s d¨¦biles pero m¨¢s necesarios que nunca para gobernar Espa?a
En cinco elecciones generales sucesivas a partir de las de 1993, en condiciones muy distintas, lo ha confirmado. En Espa?a no tiene sentido hablar de extrema derecha y centro derecha. En Espa?a hay un partido de derecha que ocupa todo el espacio. Y los electores han aceptado que as¨ª sea.
Esta ocupaci¨®n de todo el espacio de la derecha por el PP, que es adem¨¢s un partido muy fuertemente presidencialista en su organizaci¨®n interna y que tiene una concepci¨®n muy fuertemente presidencialista del ejercicio del poder desde el Gobierno, sea estatal, auton¨®mico o municipal, ha dejado su impronta en el sistema pol¨ªtico espa?ol en su conjunto. Ha obligado a la izquierda espa?ola a concentrar el voto en el PSOE para poder competir con opci¨®n de victoria y no ha dejado espacio pol¨ªtico significativo m¨¢s que para el nacionalismo catal¨¢n y vasco, reducidos casi a su expresi¨®n mayoritaria, CiU y PNV y adem¨¢s a la baja. Esto es lo que ha significado el resultado electoral del pasado 9-M.
Ha habido otras elecciones en las que se ha producido una notable reducci¨®n de la complejidad de la sociedad. La que m¨¢s, la de 1982, pero tambi¨¦n las de 1986 y 2000. La composici¨®n del Congreso de los Diputados en todos esos casos era muy simplificadora de la sociedad. Pero eran reducciones transitorias, que descansaban en unas mayor¨ªas absolutas del PSOE o del PP irrepetibles. La reducci¨®n de 2008 parece tener vocaci¨®n de estabilidad.
La consecuencia m¨¢s inmediata de este empate entre la izquierda y la derecha, que puede invertirse, pero que no es probable que deje de estar presente en el futuro, es que nos va a plantear problemas de gobernabilidad como no los hemos tenido hasta el momento.
Los nacionalismos vasco y catal¨¢n s¨®lo han sido imprescindibles para formar Gobierno en 1996. En 1993 CiU form¨® parte de la mayor¨ªa de Gobierno, pero el PSOE pudo haber formado esa mayor¨ªa con Izquierda Unida. Y en 2004 ni CiU ni PNV han completado la mayor¨ªa que el PSOE necesitaba. Los nacionalismos catal¨¢n y vasco han tenido en el pasado m¨¢s peso electoral que el que tienen en este momento, pero nunca ha sido tan necesario su concurso para la direcci¨®n del Estado como lo es tras el resultado electoral del 9-M.
Podemos hablar de toda la geometr¨ªa variable que queramos, pero con la composici¨®n del Congreso solamente se puede completar la mayor¨ªa necesaria para gobernar o con CiU o con el PNV. De los 11 esca?os restantes hay que quitar los cuatro que han votado en contra de la investidura, tres de ERC y Rosa D¨ªez. Con los siete que quedan, distribuidos como est¨¢n, es imposible garantizar la gobernabilidad.
Estamos, pues, ante la paradoja de que CiU y PNV son m¨¢s d¨¦biles pero m¨¢s necesarios que nunca para gobernar Espa?a. Y adem¨¢s el partido que los necesita para esa tarea est¨¢ gobernando en Catalu?a, con ERC e IC, y con los resultados electorales del 9-M puede arrebatarle el Gobierno al PNV en las pr¨®ximas elecciones auton¨®micas vascas.
Pienso que se est¨¢ hablando con mucha alegr¨ªa de la autonom¨ªa del proyecto socialista, pero las cuentas no salen. Porque la deriva presidencialista existe, pero la f¨®rmula de gobierno sigue siendo parlamentaria.
Pero no era esto lo que quer¨ªa subrayar. Lo que me importa es dejar constancia de que, si se consolida la divisi¨®n pr¨¢cticamente por mitad del cuerpo electoral no nacionalista catal¨¢n y vasco entre el PSOE y el PP, los nacionalismos catal¨¢n y vasco se convierten en el ¨²nico instrumento para garantizar la gobernabilidad. El empate entre el PSOE y el PP ¨²nicamente lo pueden desempatar CiU y el PNV. Esto es lo que anuncian los resultados electorales del 9-M. Estamos ante un cambio en la forma en que se ha garantizado la direcci¨®n pol¨ªtica del pa¨ªs desde la entrada en vigor de la Constituci¨®n.
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