Balanzas fiscales
Las balanzas fiscales y la financiaci¨®n auton¨®mica tienen muy poco que ver entre s¨ª. Las primeras recogen el efecto agregado de la redistribuci¨®n interterritorial que realiza la Administraci¨®n p¨²blica central, a trav¨¦s de multitud de instrumentos tributarios y de gasto. De ellos, el m¨¢s importante cuantitativamente es el combinado de cotizaciones sociales y pensiones.
Puesto que pagar cotizaciones y cobrar pensiones no depende de donde uno vive dentro de Espa?a, es perfectamente posible que en una comunidad aut¨®noma el importe global de las pensiones percibidas por sus ciudadanos supere a las cotizaciones sociales de sus trabajadores. O viceversa. Galicia es un ejemplo de lo primero. Madrid de lo segundo.
La utilidad de las balanzas fiscales sobre el debate de la financiaci¨®n auton¨®mica es nula
El uso de cotizaciones generadas en otros territorios de Espa?a para pagar a los pensionistas gallegos es responsable de una tercera parte del saldo fiscal favorable a Galicia. ?Qu¨¦ tiene que ver esto con la financiaci¨®n auton¨®mica? Nada.
Y as¨ª podr¨ªamos seguir enumerando y analizando otros instrumentos que generan flujos fiscales interregionales y que no est¨¢n en absoluto relacionados con la financiaci¨®n auton¨®mica. Las inversiones territorializadas del Estado y las transferencias del Estado a las corporaciones locales son dos ejemplos. Ambos son gastos que benefician a todas las comunidades aut¨®nomas, pero que est¨¢n financiados sobre todo por los territorios m¨¢s ricos. No porque la normativa tributaria sea diferente en ellos o porque se les explote fiscalmente, sino porque sus ciudadanos y sus empresas son m¨¢s ricas y, por ello, pagan m¨¢s IVA, m¨¢s Impuesto sobre Sociedades o IRPF.
Finalmente, aparece en el c¨®mputo de la balanza fiscal un componente relativamente peque?o que s¨ª tiene que ver con la financiaci¨®n auton¨®mica: el llamado fondo de suficiencia, que permite nivelar los servicios p¨²blicos auton¨®micos en el conjunto de Espa?a; para que los gallegos no deban conformarse con peores servicios sanitarios o educativos que catalanes o madrile?os.
Aunque no dispongo de cuantificaciones precisas sobre la relevancia de este mecanismo en el saldo fiscal global de Galicia, no debe de andar lejos de suponer s¨®lo una d¨¦cima parte del montante total. Porque no hay que olvidar que una parte del fondo de suficiencia que percibe Galicia es financiado por los impuestos pagados por los gallegos al propio Estado.
En definitiva, utilizar el saldo de las balanzas fiscales auton¨®micas para justificar una mejora en la financiaci¨®n auton¨®mica, como defiende una parte de los pol¨ªticos catalanes, tiene la misma consistencia intelectual que echar toda la culpa de la mala temporada futbol¨ªstica del Zaragoza sobre uno de los jugadores de la plantilla. Y, adem¨¢s, uno no especialmente importante en el juego del equipo.
Por supuesto, la cosa no mejora intelectualmente si optamos por contraponer a las fiscales otras balanzas (energ¨¦ticas, migratorias, comerciales...), por relevantes que puedan ser en otras discusiones. Ni tampoco, si pasamos a negar la existencia de saldos fiscales positivos y negativos, que se compensan mutuamente. Y, en este sentido, aprovecho para aclarar (una vez m¨¢s) que a la hora de calcular el saldo favorable a Galicia, que se sit¨²a no lejos de los 5.000 millones de euros anuales, se tiene en cuenta el hecho de que existen empresas cuyos domicilios fiscales se encuentran en otros territorios.
A mi juicio, lo que se debe hacer es negar la mayor: la utilidad de las balanzas fiscales para el debate sobre la financiaci¨®n auton¨®mica es nula. ?Y para que sirve entonces el c¨¢lculo de las balanzas fiscales? Primero, para poner de relieve los privilegios fiscales del Pa¨ªs Vasco, Navarra y Canarias. Segundo, para que los partidos regionalistas y nacionalistas de los territorios m¨¢s ricos argumenten que Espa?a les cuesta dinero y que las identidades duales de muchos de sus ciudadanos son muy caras.
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