Provocaci¨®n y respuesta
En el momento de escribir estas l¨ªneas, la difusi¨®n en Internet de la pel¨ªcula Fitna, un filme deliberadamente provocador y antiislam realizado por el parlamentario populista holand¨¦s Geert Wilders, no ha provocado unas protestas violentas como las del caso Rushdie o las de las caricaturas danesas. Si las cosas siguen as¨ª, eso ya es un avance.
Mientras tanto, hay que preguntarse tres cosas sobre la pel¨ªcula, que cualquiera puede ver en la Red si busca en Google "wilders + fitna". La primera es: ?hay que asesinar a Wilders por haberla hecho? Es lo que exigieron los manifestantes ante la Embajada de Holanda en Indonesia, con pancartas que dec¨ªan "Matad a Geert Wilders". Su actitud es la que el escritor brit¨¢nico Douglas Murray ha definido, con gran agudeza, como "di que mi religi¨®n es pac¨ªfica o te mato". M¨¢s en serio, ya antes de que se estrenara la pel¨ªcula, Al Qaeda emiti¨® una fatwa en la que exig¨ªa a los musulmanes de todo el mundo que asesinaran a Wilders, una amenaza m¨¢s para un hombre que ya vive con protecci¨®n las 24 horas.
Son los europeos los que deben destacar que la inmensa mayor¨ªa de los musulmanes quiere vivir en paz
"Deben pensar en el miedo que engendra su religi¨®n", ha dicho el viceministro holand¨¦s Ahmed Abutaleb
Que no se debe asesinar a Wilders por rodar una pel¨ªcula puede parecer algo tan evidente que no hace falta decirlo. Pero s¨ª hace falta, una y otra vez; para ser sinceros, es lo primero que hace falta decir. Porque una de las realidades m¨¢s corrosivas de nuestra ¨¦poca es que en nuestro mundo hay no una, sino muchas personas que viven amenazadas de muerte, escondidas o con seguridad permanente, simplemente porque han dicho, dibujado o hecho algo que se supone que "insulta al islam".
Muchos l¨ªderes holandeses e internacionales, demasiados, se han apresurado a lamentar el filme de Wilders sin antes criticar como es debido a quienes le amenazan de muerte. Resulta especialmente atroz la declaraci¨®n del secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, que, al condenar de forma expl¨ªcita la pel¨ªcula (pero no las amenazas de muerte), llega a decir que "aqu¨ª no est¨¢ en juego el derecho a la libertad de expresi¨®n". Es una frase verdaderamente est¨²pida, que hasta un ni?o de 10 a?os puede ver que no es cierta, y Ban Ki-moon no tiene derecho a pronunciarla en nuestro nombre.
La segunda pregunta es si habr¨ªa que prohibir Fitna por ley, como han exigido los embajadores de 26 pa¨ªses isl¨¢micos al Gobierno holand¨¦s. A diferencia de la cuesti¨®n del asesinato, estoy dispuesto a aceptar que ¨¦ste es un aspecto que puede debatirse leg¨ªtimamente en una democracia, pero mi respuesta sigue siendo un rotundo no. La pel¨ªcula es incendiaria, pero no me parece que traspase la l¨ªnea de la incitaci¨®n, y, hasta ahora, da la impresi¨®n de que el Ministerio de Justicia holand¨¦s est¨¢ de acuerdo. La verdad es que la postura de Wilders resulta rid¨ªculamente contradictoria. El a?o pasado pidi¨® que se prohibiera el Cor¨¢n "como si fuera el Mein kampf". Es decir, quiere que se proh¨ªba el libro sagrado de 1.400 millones de personas, pero que su filme lo vea todo el mundo. ?sa es su idea de la libertad de expresi¨®n. ?Qui¨¦n se cree que es? ?El verdadero profeta?
Partiendo del principio fundamental de que no debe amenazarse de muerte ni lesiones a nadie por rodar ni difundir una pel¨ªcula como ¨¦sta, y de que debe estar a disposici¨®n de todos los adultos en posesi¨®n de sus facultades -y si uno no quiere verla, que no la vea-, entonces la pregunta crucial es: ?c¨®mo debemos interpretarla y c¨®mo debemos reaccionar?
Por si no la han visto, les har¨¦ un resumen telegr¨¢fico: consiste en retazos de citas sanguinarias escogidas del Cor¨¢n mezcladas con fragmentos espantosos de atentados terroristas y ataques de los extremistas yihadistas, de car¨¢cter antisemita, anticristiano y antioccidental (la terrible decapitaci¨®n de un reh¨¦n, una sobrecogedora conversaci¨®n telef¨®nica con alguien que est¨¢ a punto de morir en las Torres Gemelas, una pancarta que dice: "La libertad, al infierno"), hasta llegar a una presentaci¨®n alarmista sobre la inmigraci¨®n musulmana en Holanda y Europa. Concluye con afirmaciones como que "el islam pretende destruir nuestra civilizaci¨®n occidental" y "alto a la islamizaci¨®n", antes de disolverse en negro sobre el sonido de una bomba de relojer¨ªa y truenos. Es decir, muestra de forma impl¨ªcita una ecuaci¨®n de tres t¨¦rminos: islam = terrorismo = inmigraci¨®n.
Hay que desentra?ar cada uno de los tres elementos, el signo igual impl¨ªcito entre ellos y las intenciones de todo el filme. El primer ministro holand¨¦s dice que, en su opini¨®n, "no tiene otro prop¨®sito que ofender". Esta frase puede bastar como f¨®rmula de condena de un pol¨ªtico, pero la verdad es que se vislumbran, al menos, otros tres objetivos: encender el debate a prop¨®sito de unas cuestiones sobre las que Wilders tiene una postura apasionada, incluso fan¨¢tica, y que preocupan a muchos holandeses; obtener m¨¢s votos para su partido pol¨ªtico, que tiene ya nueve de los 150 esca?os de la C¨¢mara baja holandesa, y adquirir publicidad mundial para un populista de lo m¨¢s moderno.
Una respuesta posible al primer t¨¦rmino de la ecuaci¨®n -las citas del Cor¨¢n- es la que ha sugerido el productor jud¨ªo holand¨¦s de televisi¨®n Harry de Winter, que dice que en la Tor¨¢ jud¨ªa se pueden encontrar frases muy ofensivas para los homosexuales, las mujeres y los predicadores no jud¨ªos, y que, si fuera una pel¨ªcula sobre los jud¨ªos, se habr¨ªa dicho que era antisemita. Es decir, podr¨ªamos responder, por polemizar, con una selecci¨®n como la de Wilders sacada de la Tor¨¢, o de todo el Antiguo Testamento de los cristianos. M¨¢s en serio, habr¨ªa que sopesar hasta qu¨¦ punto est¨¢n equilibrados los fragmentos pacifistas y los belicosos en el Cor¨¢n seg¨²n las interpretaciones normales que hacen actualmente los musulmanes, en comparaci¨®n, por ejemplo, con las interpretaciones normales que hacen los cristianos de la Biblia; porque, en todos estos libros misteriosos y polif¨®nicos, el secreto est¨¢ en la interpretaci¨®n.
El segundo elemento de Fitna es el menos original, pero el que presenta el argumento m¨¢s v¨¢lido. No est¨¢ nunca de m¨¢s que nos recuerden que existen yihadistas takfiri violentos empe?ados en matarnos -y, de paso, a sus hermanos musulmanes- y en destruir nuestras libertades en nombre del islam. Decir que "esto no tiene nada que ver con el islam" es casi tan est¨²pido como decir, como Wilders, que "el islam es esto". Creo que los hombres y la mujeres musulmanes de paz deben abordar esta cuesti¨®n, incluso cuando la plantea alguien como Wilders. "Los musulmanes deben pensar en el miedo que engendra su religi¨®n", ha dicho el viceministro holand¨¦s Ahmed Aboutaleb, que es musulm¨¢n.
La tercera parte de la pel¨ªcula, contra la inmigraci¨®n musulmana, es al mismo tiempo la m¨¢s venenosa y tal vez la m¨¢s eficaz. Wilders est¨¢ logrando labrarse una carrera pol¨ªtica a base de decir lo que muchos europeos piensan. El verano pasado, adem¨¢s de exigir que se prohibiera el Cor¨¢n, escribi¨® que "no debemos dejar que entre ni un solo hombre musulm¨¢n m¨¢s" y que "no debe haber ni una sola mezquita m¨¢s". Aqu¨ª son sobre todo los europeos no musulmanes quienes deben destacar el hecho evidente de que la inmensa mayor¨ªa de los musulmanes quiere vivir en paz, criar a sus hijos, ahorrar algo de dinero, obedecer las leyes, ver los partidos de f¨²tbol..., y pensar que no hay nada en su religi¨®n que se lo impida.
As¨ª reacciona una sociedad libre y madura ante una pel¨ªcula como ¨¦sta. No apaciguando a los asesinos, no con la censura y no limit¨¢ndonos a condenarla por las buenas. Que la mayor¨ªa la ignore -como parece haber hecho hasta ahora, y est¨¢ claro que hay muchas mejores formas de pasar el tiempo- y que la minor¨ªa de los que est¨¢n interesados se ocupe de ella (para mi castigo, la he visto tres veces), la examine, la discuta, revele sus enga?os, refute lo refutable y acepte lo irrefutable, separando las briznas de verdad de los gordos zurullos de falsedad. -
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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