"No tengo miedo. Lo peor ha ocurrido: han asesinado a mi marido"

Puede que Marina Litvinenko sea hoy uno de los casos m¨¢s extremos de viuda coraje que caminan por el mundo. Todos recuerdan un calvario del que todav¨ªa no ha salido. Empez¨® cuando su marido, Alexandr Litvinenko, agente ruso pasado a Occidente en plena Rusia de Putin, fue envenenado en Londres descaradamente con una dosis de polonio 20 en el t¨¦. Su agon¨ªa dio la vuelta al mundo, en unas fotograf¨ªas m¨¢s que impactantes, cuando trataba de agarrarse a un hilo de vida en el hospital de Londres donde se trat¨® de salvarle. Un libro, Muerte de un disidente (Taurus), escrito por Marina y el amigo de ambos Alex Goldfarb, y un documental, El caso Litvinenko, de Andr¨¦i Nekrasov, que se estrena en mayo en Canal +, ahondan en las razones de un martirio que cogi¨® al mundo despistado. Cuando pens¨¢bamos que la Rusia de John Le Carr¨¦ hab¨ªa pasado a mejor vida, la historia de este agente de la FSB -el KGB reinventado tras la ca¨ªda de la URSS- hizo que volvi¨¦ramos a las pesadillas que generan las descarnadas diatribas de la raz¨®n de Estado.

Aquel pa¨ªs con esp¨ªas, delatores, cr¨ªmenes y persecuciones contra la libertad de expresi¨®n de pol¨ªticos y periodistas, sigue aspirando a una democracia que todav¨ªa, tras reg¨ªmenes como el de Vlad¨ªmir Putin, queda lejos. Es lo que cree Marina Litvinenko desde su exilio en Londres, donde sigue huyendo despu¨¦s de que su marido decidiera dejar su pa¨ªs en el a?o 2000 al comprobar que no pod¨ªa cambiar un sistema entregado a intereses oscuros y corruptos desde dentro.

Lo pag¨® caro. Ni Bor¨ªs Berezovski, el empresario que le protegi¨® tras comentarle Litvinenko que se hab¨ªa negado a acatar la orden de asesinarle, ni nadie pudieron salvarle de una muerte lenta y dolorosa. Una muerte servida en la taza de un t¨¦ que tom¨® junto a Andr¨¦i Logovoi, su socio para algunos negocios comunes en Londres; la persona que se ha convertido en principal sospechosa y a quien Vlad¨ªmir Putin se ha negado a extraditar alimentando una espiral de diplomacia envenenada entre su pa¨ªs y el Reino Unido. En las manos de la justicia y la polic¨ªa brit¨¢nica est¨¢ un caso que Marina conf¨ªa acabar resolviendo.

Despu¨¦s de lo que le pas¨® a su marido, de nuevas muertes oscuras, usted que ha salido a la luz y ha cogido el testigo de las denuncias sobre la Rusia actual, ?tiene miedo? Todo ha cambiado tras la muerte de Sasha. Veo las cosas de forma diferente. Cuando escapamos de Rusia, tuvimos una vida normal. Pod¨ªa ocurrir algo, pero Sasha estaba tranquilo, nos encontr¨¢bamos tranquilos en Inglaterra. Despu¨¦s de lo que le ocurri¨®, no podr¨ªa llegar a decir que tengo miedo; sencillamente, estoy m¨¢s decidida y concienciada para hacer lo que debo hacer. No es que no me plantee que haya alguien que me quiera hacer da?o. Lo peor ya ha ocurrido. Han asesinado a mi marido. Pero hay veces que me preocupa m¨¢s mi hijo.

Eso iba a preguntarle ahora, sobre su hijo. Me inquieta m¨¢s eso. Quiero saber constantemente d¨®nde y con qui¨¦n est¨¢. Puede que como cualquier otra madre que ve los peligros del mundo actual. Pero no me planteo que deba dejar de hacer lo que hemos empezado, eso nunca.

As¨ª que es usted una mujer que se siente valiente...Tampoco. Creo que cualquiera en mi lugar lo har¨ªa. Sasha me lo pidi¨®.

?Qu¨¦ exactamente? Me dijo: ?Marina, tienes que conseguir que el mundo se entere de esto, de lo que nos han hecho?. Antes de que muriera, no hab¨ªa salido a ning¨²n sitio, no me gustaba dar entrevistas, le ped¨ªa que lo hiciera sin m¨ª. Nunca le cont¨¦ a nadie en Londres nuestra historia, quer¨ªa normalidad. Cuando le ingresaron en el hospital, me pidieron una entrevista. Me negu¨¦ y Sasha me dijo: ?Marina, por favor, tienes que hacerlo?. Ahora lo hago por ¨¦l, es un deber, porque todo lo que predijo que ocurrir¨ªa ha ocurrido.

Todos sus temores, sus peores presagios? Entonces, ?le tomaron por loco? Exacto. Completamente. Lo que har¨ªa Putin en caso de guerra, qui¨¦n ostentar¨ªa el poder en Rusia. No es que le tomaran por loco, simplemente cre¨ªan que estaba un poco obsesionado, que se lo tomaba todo demasiado a pecho.

?En qu¨¦ sentido? Como investigador. Que se tom¨® demasiado en serio sus denuncias sobre corrupci¨®n, sus enfrentamientos con el poder del FSB. Cuando sali¨® a la luz no era un pol¨ªtico. En 1998, cuando lo denunci¨® por primera vez, cuando dijo que sus superiores se hab¨ªan convertido en criminales que le ordenaban asesinar a gente decente, ¨¦l era un oficial y su trabajo era importante. Pero al denunciarlo y salir del pa¨ªs, se convirti¨® con esa decisi¨®n en un pol¨ªtico, en un disidente.

Es que el haber seguido por otro camino, traspasar la barrera que se le encomienda a un oficial, a un militar, para muchos se convierte en una deslealtad. S¨ª, pero ¨¦l se vio obligado a hacerlo por algo que consideraba justo. Empez¨® a ver una situaci¨®n que no le gustaba, sencillamente empez¨® a detectarlo de otra manera. Tem¨ªa un colapso del sistema.

?Cu¨¢l fue la primera se?al de alarma? Conoci¨® a un hombre que le abri¨® los ojos, Vlad¨ªmir Bukovski. Ten¨ªan largu¨ªsimas conversaciones sobre la realidad rusa. Influy¨® mucho en su pensamiento.

?Igual que el empresario Berezovski, a quien se neg¨® a ejecutar cuando se lo ordenaron? Berezovski confiaba mucho en ¨¦l. Al llegar a Londres, fue quien nos permiti¨® vivir sin problemas, quien le emple¨®.

Pero su relaci¨®n con ¨¦l fue anterior. Lo salv¨®, cierto. Y despu¨¦s se hicieron muy amigos. En la ¨¦poca en la que Sasha trabajaba en el FSB. Cuando todo fue empeorando y el crimen se mezclaba con el Gobierno y se enredaban las cosas como en una amalgama en un sistema corrupto, vio que deb¨ªa dejar el FSB.

?Por qu¨¦ no antes? Porque ¨¦l cre¨ªa firmemente que a trav¨¦s de su trabajo en la agencia podr¨ªa ayudar a la gente a cambiar las cosas, a combatir el crimen. Fue al final, cuando montaron una unidad especial en la que les encargaban secuestros, asesinatos, cuando se neg¨®. Concretamente con Berezovski, a quien fue a contar directamente que le hab¨ªan ordenado asesinarle. Le pareci¨® tan incre¨ªble que quiso saber no s¨®lo por qu¨¦ quer¨ªan matarle, sino por qu¨¦ se hab¨ªa creado esa unidad especial, para qu¨¦.

Perdone, habla de una unidad especial dentro del FSB que escapaba a todos los controles. S¨ª, exacto. Nueva. Fue algo que Sasha plante¨® directamente a Putin en su primer encuentro, cuando a ¨¦ste le nombraron director del FSB.

?Ah¨ª empez¨® la caza? Le plante¨® eso y le alert¨® de las complicadas redes de corrupci¨®n que hab¨ªa dentro del sistema, pero sali¨® muy decepcionado de aquella reuni¨®n. Se dio cuenta de que era peor que sus predecesores porque sab¨ªa de cosas que hab¨ªan ocurrido en San Peters-burgo mientras ¨¦l particip¨® en el Ayuntamiento de la ciudad.

?Qu¨¦ tipo de cosas? Corrupci¨®n, crimen...

?Lo pod¨ªa probar? Lo sab¨ªa.

?Ten¨ªa documentos? Dispon¨ªa de archivos y lo escribi¨® en sus art¨ªculos en Internet y en su libro Alegations.

Aparte de ¨¦sos que hizo p¨²blicos, ?hab¨ªa m¨¢s? Ten¨ªa m¨¢s de los que no puedo hablar y que no conozco, pero que est¨¢n en manos de la polic¨ªa brit¨¢nica para la investigaci¨®n. Cuando estaba vivo, yo no los hab¨ªa visto. Era su trabajo y no asunto m¨ªo, pero escribi¨® sobre esto, como digo. Un hermano de Sasha tambi¨¦n ha publicado en Italia art¨ªculos al respecto; quien lo lee, en Rusia, abre los ojos.

?Por qu¨¦ le fue tan dif¨ªcil luchar contra esto desde dentro? Cuando empez¨® a trabajar en la agencia, hacia 1997, hab¨ªa investigaciones que no pod¨ªa terminar porque siempre iban a parar o implicaban a alguien que no conven¨ªa. Putin, Patruschev, que era director del FSB, gente que ahora est¨¢ en el poder?

?As¨ª que decidi¨® salirse cuando vio que todas esas personas implicadas con las que las investigaciones se topaban llegar¨ªan a manejar el pa¨ªs? ?Le daba miedo eso? No, despu¨¦s de denunciarlo p¨²blicamente, empez¨® a recibir chantajes, amenazas, y se hab¨ªa convertido para ellos en un traidor a quien hab¨ªa que castigar. Fue cuando me dijo: ?Marina, o me matan o me meten en la c¨¢rcel?. Le metieron en la c¨¢rcel e hicieron que todas sus investigaciones se volvieran en su contra; si no era una, era otra. Le encarcelaron sin motivo durante ocho meses, y fue entonces cuando decidi¨® irse, no por ponerse a salvo ¨¦l, sino por ponernos a salvo a nosotros.

De todas formas, los servicios secretos siempre cuentan con cosas que nadie quiere saber; en su l¨®gica, en la radicalidad de la raz¨®n de Estado, muchos pueden pensar que se lo merec¨ªa. ?Era consciente de eso, de que defender derechos civiles, democracia y esos valores no casaban con su trabajo? Es dif¨ªcil saberlo. ?l nunca pens¨® que lo pagar¨ªa con su vida.

Qu¨¦ era, ?todo un idealista? No podr¨ªa darle una respuesta tajante. Por un lado, s¨ª; por otro, era muy realista.

Si era idealista, aunque fuera un poco, ?qu¨¦ hac¨ªa en los servicios secretos? Parece el hombre equivocado en el lugar equivocado. Es que el trabajo de Sasha se parec¨ªa mucho, m¨¢s que a lo que hacen en la CIA o hac¨ªan en el KGB en la ¨¦poca de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, a lo que es hoy el FBI, por ejemplo. El FSB se form¨® tras el colapso de la URSS, y lo que era el KGB se transform¨® en eso y se dividi¨® en diferentes departamentos. Hab¨ªa uno antiterrorista, otro antidroga, crimen organizado.

Pero ¨¦l hab¨ªa participado en el sistema de antes. ?Cu¨¢ndo entr¨®? Entr¨® en el Ej¨¦rcito en 1979. Su padre era oficial y su abuelo hab¨ªa sido piloto en la Segunda Guerra. Era una tradici¨®n familiar: ser honesto, sentirse orgulloso. Tambi¨¦n era otra ¨¦poca. Para ¨¦l, entrar en los servicios secretos y luchar contra el crimen era algo bueno. En 1998, cuando da el paso, el juego ha cambiado. No pod¨ªa sentirse satisfecho sencillamente recibiendo su salario, no pod¨ªa. Puede que fuera idealista, pero no lo soportaba.

?Y usted qu¨¦ pensaba cuando tom¨® la decisi¨®n de irse? No est¨¢bamos totalmente de acuerdo en todo. Yo le dec¨ªa que no pod¨ªa enfrentarse ¨¦l solo a todo ese poder. Y me respond¨ªa: ?Si no lo hago yo, ?qui¨¦n va a hacerlo??. Ten¨ªa raz¨®n. Si te quedas con las manos cruzadas, nunca cambia nada. Hace un a?o nadie le cre¨ªa, ahora la gente se da cuenta.

?Ni siquiera cuando vio que asesinaban a periodistas inc¨®modos, como a Anna Politk¨®vskaya, se preocup¨® de lo que le pod¨ªa pasar? Le preocupaba. Anna Polit-k¨®vskaya era muy amiga suya. Cuando le¨ªa algo duro, le advert¨ªa. Se qued¨® destrozado al enterarse de su asesinato. Se lo hab¨ªa avisado: ?No te quedes a vivir en Rusia, es muy peligroso. Puedes escribir tus art¨ªculos en Estados Unidos, en Europa?. Y ella le respond¨ªa: ??D¨®nde voy a ir? Aqu¨ª puedo ayudar a la gente. No se trata s¨®lo de escribir art¨ªculos. Saben que aqu¨ª me pueden llamar, verme?.

Nada parece arreglarse, adem¨¢s. No, al contrario, todo empeora.

Y Dmitri Medv¨¦dev, ?cambiar¨¢ las cosas? Es dif¨ªcil. No es una novedad. Todo el mundo lo esperaba. Pero siempre hay sorpresas. Putin lo fue.

?Putin lo fue? Poco se pod¨ªa esperar de un responsable de los servicios secretos cuando llegara al poder. Esa arrogancia de los ¨²ltimos a?os no la mostraba antes. Esa mala educaci¨®n, los malos modos. Era m¨¢s discreto, muy maleducado. De Medv¨¦dev, la gente habla mejor; dicen que es m¨¢s liberal, m¨¢s moderno. Pero lleva 16 a?os a la sombra de Putin y conoce todos sus lados oscuros, incluso lo que ocurri¨® en San Petersburgo. ?Qu¨¦ har¨¢? ?Lo utilizar¨¢? Para m¨ª, nada cambiar¨¢ con ¨¦l, empeorar¨¢. De hecho, ya ha podido demostrar que era diferente cuando le preguntaron qu¨¦ hab¨ªa pasado con Sasha y empeor¨® las cosas.

?As¨ª que es m¨¢s de lo mismo? Mire, los rusos son imprevisibles. Predecir es imposible.

?No tiene esperanzas? No, con Medv¨¦dev, no. Todo seguir¨¢ igual. En nuestro caso, por lo menos. Todo lo ha enfocado Putin. Un presidente de una naci¨®n quiz¨¢ no ten¨ªa que haberse ni pronunciado sobre esto, pero menos defender a quienes han sido acusados. A Lugovoi. ?l dio ese paso. ?Por qu¨¦ un presidente iba a defenderlos? Despu¨¦s de hacerlo, ?qui¨¦n iba a acusarles de nada?

?Y Medv¨¦dev no se ha apartado de esa l¨ªnea? No. Tuvo su oportunidad, como digo, y no lo ha hecho. Con este caso, s¨ª podr¨ªa hacer ver que es diferente, pero no lo ha aprovechado.

Para usted, su lucha es una cruzada. Aunque debe de ser duro recordar a cada paso qu¨¦ pas¨® aquellos d¨ªas, deber¨ªamos hacerlo. Le envenenaron el 1 de noviembre. Se puso mal¨ªsimo. Era raro, ten¨ªa una salud de hierro, no fumaba, no beb¨ªa, hac¨ªa deporte, corr¨ªa, nadaba. Cuando le subi¨® la fiebre, me sorprendi¨®. Parec¨ªa una gripe viral, pero le dol¨ªa mucho y en dos d¨ªas se vino abajo. Es extraordinario c¨®mo alguien tan sano puede hundirse as¨ª. A las pocas horas de estar mal, se dio cuenta. ?Parece un envenenamiento qu¨ªmico?, me dijo. ?l sab¨ªa las cosas que se pod¨ªan hacer.

?Supo c¨®mo pod¨ªa haberle pasado? Empezamos a recordar d¨®nde hab¨ªa estado, con qui¨¦n. Primero un italiano y luego los rusos. Cay¨® en el t¨¦ que hab¨ªa tomado con Lugovoi. Pens¨® que al recuperarse lo investigar¨ªa por s¨ª mismo, porque no era consciente de que pod¨ªa morir.

?De qu¨¦ hablaron en esa reuni¨®n? De negocios. Hab¨ªan empezado a colaborar hac¨ªa tiempo. Negocios de consultor¨ªa, de seguridad; les iba bien.

?Qui¨¦n era Lugovoi, un agente? Nunca lo fue. Hab¨ªa trabajado en el KGB, en un departamento especial de guardaespaldas para los altos cargos, el que te abre y te cierra la puerta del coche y mira alrededor, nada m¨¢s.

Un t¨ªo perfecto para hacer todo tipo de trabajos... Probablemente. No s¨¦. Hasta qu¨¦ punto era un profesional, no me toca a m¨ª decirlo. Lo que s¨ª s¨¦ es que trabaj¨® para Bor¨ªs Berezovski cuando Sasha todav¨ªa no le conoc¨ªa, aunque hab¨ªa o¨ªdo hablar de ¨¦l. Luego, lo conoci¨® en una fiesta de Berezovski. Nos toc¨® en la misma mesa y hablaron de colaborar.

?Sasha siempre sospech¨® de ¨¦l, entonces? Bueno, s¨ª. Sospechaba del t¨¦ que tom¨® con ¨¦l. No le supo bien. Se hab¨ªa tomado dos. Fueron dos tazas de t¨¦ verde.

?Estaba convencido de que hab¨ªa sido algo que le pusieron en el t¨¦? Cuando Sasha lleg¨® al hospital, nadie cre¨ªa que lo hab¨ªan envenenado. Nos miraban como si estuvi¨¦ramos locos. Pero cada cosa que hac¨ªan, cada prueba, les llevaba a eso. Empeoraba y nada le ayudaba. Cuando vieron que parec¨ªa ya un enfermo al que le hab¨ªan aplicado radioterapia, le hicieron an¨¢lisis de sangre para comprobar si hab¨ªa algo y, al encontrar un componente tan extra?o, fue cuando intervino la polic¨ªa y le trasladaron a otro centro. Al contarlo, empezaron a creerlo.

La polic¨ªa pudo contar con todos los detalles en vida de su parte. De todo. Los polic¨ªas, realmente, quedaron conmocionados por su testimonio, cuando ya le costaba hablar, expresarse; aun as¨ª, les dio todos los detalles. Me dijeron que para ellos era un caso muy especial? [Se le entrecorta la voz. Llora].

Para usted debe de ser duro recordar esto. Beba agua o, mejor, tom¨¦monos un vodka. Menos t¨¦, cualquier cosa. No pasa nada. Para m¨ª nunca dejar¨¢ de ser dif¨ªcil recordar todo lo que pas¨®. ?Beber? No puedo beber, no pod¨ªa hacerlo delante de ¨¦l porque ¨¦l no beb¨ªa. El t¨¦ me encanta, sigo tom¨¢ndolo todos los d¨ªas, y mucho? En fin, vamos a seguir, de verdad.

As¨ª que estos polic¨ªas quedaron impresionados. ?Qu¨¦ les cont¨® Sasha?No lo s¨¦. No podemos acceder a eso, la investigaci¨®n no ha terminado y, aunque Lugovoi es el principal sospechoso, nada se ha cerrado. No le van a extraditar, eso est¨¢ claro, as¨ª que los pasos para despu¨¦s, nadie sabe cu¨¢les ser¨¢n. Pediremos un requerimiento si se niegan, pero ser¨¢ lo ¨²ltimo.

?Est¨¢ contenta con c¨®mo han procedido la justicia y la polic¨ªa hasta ahora? Estoy contenta con la investigaci¨®n. En Estados Unidos se ha tomado una resoluci¨®n sobre el caso que nos anima. El Congreso ha admitido que detr¨¢s del caso puede estar el Estado ruso, cosa que nunca hab¨ªa ocurrido. Los brit¨¢nicos van con cuidado. Nunca hab¨ªan implicado al Estado, pero ahora todo puede cambiar.

?Queda m¨¢s claro? Desde luego. Tambi¨¦n los brit¨¢nicos necesitar¨ªan m¨¢s apoyo de la Uni¨®n Europea.

?Ha tomado alguna postura la Uni¨®n Europea? Ninguna. No han hecho nada todav¨ªa.

?Cree que llegar¨¢ el d¨ªa en el que sentar¨¢n a Putin en un banquillo por esto? ?Ha so?ado con ello? Yo culpo a Putin por todo lo que ocurre en Rusia al m¨¢s alto nivel. As¨ª que le responsabilizo por haber permitido usar material radiactivo como un arma. Aunque ¨¦l no hubiera dado la orden, ?qui¨¦n controla eso? Es una cuesti¨®n que concierne seriamente a todo el mundo. Lo f¨¢cil que es conseguirlo, hacerlo, expandirlo por ah¨ª y poner en riesgo la vida de mucha gente. O bien tendr¨¢ que explicar qu¨¦ y c¨®mo ha ocurrido o si se lo orden¨® a alguien. ?l ser¨¢ responsable y, para empezar, deber¨ªa ayudar a descubrir a los culpables, porque cuanto m¨¢s se empe?e en decir que no permitir¨¢ extradiciones, m¨¢s se se?alar¨¢ personalmente. Adem¨¢s de eso, creo que es responsable de muchas cosas m¨¢s. Deber¨ªa dar explicaciones.

Aparte de lo que Sasha le pidi¨® que hiciera p¨²blicamente despu¨¦s de morir, ?a qu¨¦ otras cosas qued¨® comprometida con ¨¦l? Bueno, son asuntos privados, cosas nuestras y sobre nuestro hijo. Los ¨²ltimos dos d¨ªas estuvo inconsciente. Pero antes de que perdiera el sentido habl¨® con nuestros amigos, con Berezovski y otros, y les hizo prometer que no nos pasar¨ªa nada. En el hospital, su preocupaci¨®n era ser una molestia, una carga.

?C¨®mo le gusta recordarle? Como alguien que s¨®lo pod¨ªa tomarse las relaciones en serio. Puede que no fuera la pareja perfecta, pero con ¨¦l te sent¨ªas protegida. Te envolv¨ªa y no pod¨ªas dejar de necesitarle. Te hac¨ªa sentir como una mujer y segura. Como la mujer m¨¢s feliz del mundo tambi¨¦n, y pod¨ªa estar segura al cien por cien de su amor. Para m¨ª, el amor no consiste en que te traigan champ¨¢n y flores todos los d¨ªas, sino que te dejen ser t¨² misma y quererte como eres. Si discut¨ªamos, no le costaba pedir perd¨®n. Mi hijo, en eso y en otras cosas, es igual que ¨¦l.

?Su hijo era muy consciente de lo que ocurr¨ªa? Ahora tiene 13 a?os. Cuando Sasha muri¨® ten¨ªa 12 y fue al hospital conmigo la ¨²ltima noche. Me dijo que quer¨ªa venir y all¨ª lo vio. Estuvo 20 segundos, pero le impresion¨®. Desde entonces no es la misma persona que fue cuando su padre viv¨ªa. Le impact¨® y durante tiempo no quer¨ªa hablar de ello. Quisimos animarnos mutuamente, compartir lo positivo que hab¨ªamos vivido los tres juntos. Comentamos c¨®mo a Sasha le hubiese gustado que hiciera tal o cual cosa. Hablamos de su padre como si nos ayudara desde alg¨²n lugar; eso le viene bien.

?Como un arma para la vida? S¨ª, bueno, no es una persona que hable mucho de estas cosas. Pero, por ejemplo, no quiere ir a una escuela rusa; dej¨® a la que iba. Durante un tiempo no quiso saber nada de Rusia. Ahora empieza a tolerarlo. Tiene pasaporte brit¨¢nico y yo le animo a ir a ver a sus abuelos, pero me dice que todav¨ªa no quiere, que m¨¢s adelante.

?Y usted? ?Qu¨¦ sentimientos tiene hacia su propio pa¨ªs? Mire, ahora no puedo decir que me encante la idea de volver. Puedo ver a mi madre en Londres, a amigos. Puede que alg¨²n d¨ªa vaya a presentar nuestro libro o el documental. Siento que as¨ª puedo hacer que regrese Sasha. ?l sent¨ªa Rusia mucho m¨¢s profundamente que yo. Quer¨ªa cambiar las cosas y volver; para ¨¦l era muy importante.

?Se lo debe? Quiz¨¢. Es muy importante que los rusos vean este documental y lean este libro. Porque parecen preferir seguir ciegos y sordos. Su vida no es normal todav¨ªa; tienen miedo al colapso y, por eso, prefieren mantener la estabilidad, aunque sea a este precio.

?Aunque no sea una estabilidad sana? La mayor¨ªa, s¨ª. Prefieren seguir ciegos y sordos si pueden comprar un coche o salir de vacaciones. Para ellos, eso es muy importante, porque hace 10 a?os, sencillamente, no pod¨ªan hacerlo. Ir al supermercado, usar tarjetas de cr¨¦dito. Aunque no ocurre eso en toda Rusia, s¨®lo en las grandes ciudades. El resto sigue viviendo sin futuro, entregados al vodka para olvidar lo que tienen delante. La distribuci¨®n de la riqueza sigue siendo ilusoria. Cuando Putin lleg¨® al poder, ocho rusos ricos estaban en la lista Forbes; ahora hay 200. Ha sido su mayor ¨¦xito.

?La conocen a usted en Rusia como en Occidente? No tanto. He rechazado muchas entrevistas que me han propuesto all¨ª, sencillamente porque no puedo estar segura de que respeten lo que digo. Mi nombre, quiz¨¢ no, pero el de Sasha se conoce en todas partes, m¨¢s como un caso, aunque sea duro para m¨ª reconocerlo as¨ª. Porque todo esto le ha ocurrido a un ser humano y no a algo a lo que llaman El caso Litvinenko. Yo soy una v¨ªctima y me gustar¨ªa que la gente se concienciase del da?o que se causa por ello.

?Teme que pueda ocurrirle a cualquiera en cualquier momento lo mismo? Si no se imparte justicia, estoy segura de que se repetir¨¢. Hay que condenar a los culpables. Hacer justicia, para m¨ª es un deber. No permitir que se repita, defender el nombre de mi esposo ante mi hijo, ante m¨ª misma.

?As¨ª que la vida para usted tiene un sentido profundo?Pues s¨ª. Es m¨¢s sencillo que todo eso. Para m¨ª es normal. No creo que sea nada especial lo que pido, que sea valiente. As¨ª debe ser.

Ha construido y reforzado usted sus principios democr¨¢ticos y civiles sobre una tragedia. ?No duda? La historia de Rusia ha sido siempre terrible. Y no mejora. En 1991, tras la ca¨ªda del comunismo, la gente pens¨® que pod¨ªa cambiar las cosas. Pero se han acomodado ahora a lo que tienen, y no es que sea un pueblo peor que otros. Generaci¨®n tras generaci¨®n, han llegado a la conclusi¨®n de que nada depende de ellos, que si se callan, todo ir¨¢ bien.

Que es el destino... Exacto. Y no se les puede culpar. Por supuesto, no todos son as¨ª. Hay muchos que se rebelan, pero? Adem¨¢s, es un pa¨ªs al que siempre muchos han temido. Eso les gusta, ese poder de generar temor. Un temor que se ha provocado previamente dentro, sobre todo con el sistema comunista, con las delaciones, las vigilancias, la desconfianza hacia el vecino. Todo eso hace mella. Para ellos, Occidente sigue siendo el enemigo, por ejemplo. Se ha reactivado la teor¨ªa conspirativa contra Rusia, que a todos les conviene su debilidad, aunque es mentira. No puedes convencerles de lo contrario.

?Cu¨¢les son sus peores temores en este momento? Que esto caiga en saco roto. Que se olvide por intereses que convengan a unos y a otros. Pero me dicen mis amigos y la gente en que m¨¢s conf¨ªo que es imposible, que se va a resolver. Adem¨¢s, la curiosidad mundial por lo que pas¨® crece d¨ªa a d¨ªa, de Jap¨®n a Estados Unidos. Lo m¨¢s grave es que Rusia sigue, en lugares como Chechenia, experimentando con este tipo de armas. Y estar¨ªan encantados de que cada vez fuese menos detectable. En nuestro caso, casi lo consiguen. Sasha muri¨® sin saber de qu¨¦. Fue un d¨ªa a las tres de la madrugada cuando recib¨ª una llamada de la polic¨ªa dici¨¦ndome que ten¨ªan que verme para contarme que era polonio 20. Lo hab¨ªan descubierto en un laboratorio militar. Si le hubiesen enterrado, nadie se habr¨ªa enterado de nada. Deb¨ªa abandonar mi casa inmediatamente. Hasta ahora.

?No ha podido volver a su casa? Hasta ahora, no. Est¨¢ infectada y nadie se responsabiliza de su limpieza.

?Nadie? ?Por el peligro? No, porque es caro.

No entiendo nada. Es caro, no peligroso. Caro. Y nadie se responsabiliza.

Del riesgo... No, del dinero. Cuesta 200.000 libras limpiarlo.

?No se hace cargo el Gobierno brit¨¢nico? No, es un asunto local, del Ayuntamiento. Tampoco el propietario lo quiere hacer. ?l tambi¨¦n es una v¨ªctima.

?Y sus cosas? ?Tambi¨¦n est¨¢n dentro? ?No es surrealista? Recuper¨¦ algunas, pero, claro, he tenido que comprar mucho. S¨ª, surrealista, es surrealista. Siempre escapando. Primero de Rusia, ahora de Londres. Es demasiado para mi hijo. Desde los seis a?os, huyendo. Lo lleva dentro.

El caso de que todo esto se haya tratado como una novela de John Le Carr¨¦, ?piensa que le ha beneficiado? Hace un a?o, cuando me pidieron que escribiera un libro sobre esto, dije que no. No quiero. Se lo propusieron a Alex Gold-farb y me lo coment¨®. Luego cre¨ª que hacerlo con ¨¦l podr¨ªa ser una especie de terapia. Hablar de esto me podr¨ªa venir bien. Lo llevo dentro y no quiero que otra gente cercana a m¨ª lo sufra tambi¨¦n, sobre todo mi hijo, pero me vino muy bien y pude comprobar c¨®mo la gente se interesaba por ello, que ha beneficiado al asunto. Es importante ver c¨®mo reacciona la gente.

Es que es de pel¨ªcula. ?No se siente como dentro de una pel¨ªcula? No me lo planteo. No quiero ni pensarlo. Ni al principio. Me sorprende cuando la gente recuerda haberme visto en los medios. Para los famosos es natural; para m¨ª es otro mundo. Incluso que haya estrellas de cine que se planteen interpretar nuestras vidas, para m¨ª es algo que les pasa a otros, no a m¨ª.

?No persigue la fama? Sirve como una manera de mantener la atenci¨®n sobre lo que nos ocurri¨®. Nada m¨¢s.