"?Le ha pasado algo a pap¨¢?"
La familia del indigente muerto en el Rastro indaga sobre sus ¨²ltimos a?os
-?Le ha pasado algo a pap¨¢?
-Es largo.
-Vale, entonces me lo cuentas cuando acabe la pel¨ªcula.
La polic¨ªa encontr¨® el carn¨¦ de Mario Vargas, de 48 a?os, el 30 de diciembre de 2007. El mismo d¨ªa de su muerte, un domingo de Rastro. As¨ª, localiz¨® por tel¨¦fono a Marisol, su ex mujer. Mario, que en realidad se llamaba Mariano pero "le parec¨ªa m¨¢s sonoro eso de Mario", sufri¨® un infarto fulminante en un banco de la Ribera de Curtidores. Estuvo 13 horas sentado, fr¨ªo e inm¨®vil, hasta que alguien se dio cuenta. Ten¨ªa el h¨ªgado y los pulmones destrozados, seg¨²n los pormenores de su autopsia. Viv¨ªa en la calle.
"Igual que un perro", sentencia Marisol, "muri¨® como un perro, as¨ª sentadito". Lo dice sin rencor. Con asombro, pero casi sin fuerzas.
Marisol, sin empleo, vive tambi¨¦n con los dos hijos de su hermana muerta
Vendieron la licencia del taxi, pero Mario empez¨® a gastarse el dinero en drogas
Se qued¨® en el paro el mismo d¨ªa que le comunicaron la muerte de su marido
Marisol, una mujer menuda vestida con vaqueros, no se resigna a que todo se acabe as¨ª, con las cenizas de Mario esparcidas en su pueblo natal, Corduente, una poblaci¨®n de la provincia de Guadalajara. Quiere saber qu¨¦ pas¨®. ?D¨®nde estuvo los tres a?os que desapareci¨®? ?C¨®mo viv¨ªa? ?Qui¨¦nes eran sus amigos? ?Se acordaba de ella y de su hijo? Por eso, ahora recorre los callejones del barrio de La Latina, donde Mario se buscaba la vida, y observa con orgullo "c¨®mo se las ingeniaba con humor y sin hacer da?o a nadie".
Mario dej¨® un ni?o de 12 a?os. Tambi¨¦n dej¨® una carta sin abrir, intacta, de un centro de Arganzuela recomendando a los servicios sociales que alguien le ayudase.
La carta apareci¨® entre las cosas que dej¨® abandonadas en una habitaci¨®n destartalada de San Blas. Su ¨²ltimo techo antes de romper, a principios de 2005, cualquier lazo con su vida anterior. Tambi¨¦n se olvid¨® de los juguetes de su hijo. "Era muy orgulloso y no ped¨ªa ayuda", zanja Marisol, que recuerda que en los ¨²ltimos tiempos, de vez en cuando, llamaba al peque?o y le dec¨ªa que no pod¨ªa ir a verle porque estaba muy liado con el trabajo. Mario hijo, muy parecido f¨ªsicamente a Mario padre, no hac¨ªa ning¨²n comentario. Sencillamente, poco a poco, dej¨® de hablar de ¨¦l. El chico, "muy introvertido", ha acudido con regularidad a psic¨®logos desde la separaci¨®n de sus padres.
Marisol tiene problemas. "?Siempre los he tenido, claro!", se r¨ªe. Pero ahora se acumulan. Una larga lista. Vive con sus padres, septuagenarios, y con tres ni?os. Dos de ellos eran de su hermana, que muri¨® de c¨¢ncer. Ella misma sufri¨® esa enfermedad. "En mayo me hago los ¨²ltimos an¨¢lisis, pero estoy bien", sentencia.
Se qued¨® en el paro el mismo d¨ªa en que fue a reconocer el cad¨¢ver de Mario al anat¨®mico forense. "Era la primera vez en mi vida que hab¨ªa conseguido ser mileurista", sonr¨ªe. Trabajaba en una tienda de piedras semipreciosas. Llam¨® para pedir el d¨ªa libre y su jefe le contest¨® que qu¨¦ bien, qu¨¦ casualidad, que ya ten¨ªa todos los d¨ªas libres. Tambi¨¦n le dese¨® un feliz 2008.
Marisol a¨²n sigue en el paro y, dice, s¨®lo percibe una ayuda de 145 euros semestrales por el hijo a su cargo. Le niegan una pensi¨®n de orfandad tras la muerte de Mario. Argumentan que el taxista cotiz¨® a la seguridad social algo m¨¢s de 10 a?os. No es suficiente, aunque hubiese bastado si en ese periodo no se colase un lapso de a?os sin dar cuenta a la caja estatal. "Mario trabajaba ¨¦pocas sin darse de alta en aut¨®nomos", se lamenta ahora Marisol.
Eran una familia normal. Razonablemente feliz. "Nos re¨ªamos mucho en las buenas ¨¦pocas". Pero ten¨ªan problemas econ¨®micos. El taxi de Mario no bastaba. El pago del piso era muy alto. Deb¨ªan dinero y ten¨ªan amenazas de embargo. As¨ª que decidieron vender la licencia del veh¨ªculo. Les dieron 84.000 euros. Pero Mario empez¨® a gastar mucho dinero en drogas. Marisol, asustada, decidi¨® abandonar el barco junto a su hijo. "Nunca nos hizo nada, ni nos puso una mano encima", precisa Marisol, pero empezaba a "montar n¨²meros de drogadicto, y eso no era bueno para el ni?o".
Al principio, la separaci¨®n, amistosa fue por los cauces convencionales. Quedaban los tres y hac¨ªan cosas juntos. Pero Marisol decidi¨® que no pod¨ªan "jugar" a ser una familia normal. Le resultaba luego doloroso volver a la realidad de la separaci¨®n. Decidi¨® que solamente fuese el ni?o a esas citas. A Mario le sent¨® mal. Su relaci¨®n se enturbi¨®.
Por aquella ¨¦poca, Mario estaba mejor. Un "¨¢ngel de la guarda" le hab¨ªa conseguido trabajo en lo suyo, el taxi, y le hab¨ªa alquilado una habitaci¨®n. Pero todo se torci¨®. Abandon¨® el cuarto dejando todas sus cosas, incluida su ropa. Empez¨® a dormir al raso, igual que otras 621 personas sin hogar, seg¨²n recuento municipal. Inici¨® una ca¨ªda que concluy¨® una ma?ana de domingo 15 d¨ªas despu¨¦s de su cumplea?os... y tres despu¨¦s del de su hijo.
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