Cuando las fuentes son t¨®xicas
"Soy la hija de la mujer fallecida en Le¨®n a causa de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob y de la que ustedes han informado estos d¨ªas con datos err¨®neos. Me he enterado por EL PA?S de que puedo desarrollar la misma enfermedad que provoc¨® la muerte de mi madre. Es decir, de que podr¨ªa morir en los pr¨®ximos meses. Le 'felicito' por esta trascendental primicia que contradice la informaci¨®n que a m¨ª me han dado neur¨®logos expertos".
"En segundo lugar, ustedes aseguran que mi madre vivi¨® en Londres, lo cual es falso. Que estuvo dos meses en la capital brit¨¢nica conmigo; eso tambi¨¦n es falso. Que yo estaba cursando all¨ª un posgrado. Falso. Que mi madre ten¨ªa un alto cargo de direcci¨®n de la Administraci¨®n central en Le¨®n. Falso. Que mi padre est¨¢ retirado. Falso. Que nos dijeron sobre todo que ten¨ªa alzh¨¦imer. Falso. Que es la tercera v¨ªctima de la enfermedad. Falso, es la segunda".
"Los datos que su peri¨®dico ofrece sobre c¨®mo era mi madre y sobre la evoluci¨®n de su enfermedad tambi¨¦n son err¨®neos y vulneran de forma dolorosa la intimidad de mi familia".
"En vez de indagar sin ¨¦xito en la vida de mi madre, ?por qu¨¦ no tratan de ofrecer informaci¨®n de verdadero servicio p¨²blico? Las preguntas que ustedes tienen que contestar son: ?De d¨®nde proviene la carne que infect¨® a mi madre? ?D¨®nde se vendi¨®? ?Qui¨¦n autoriz¨® su venta? Y sobre todo, ?c¨®mo se contrae realmente esta terrible enfermedad? Eso -y no qui¨¦nes somos nosotros- es la ¨²nica informaci¨®n de inter¨¦s general".
Firma R. F. L., que ha pedido que en su carta s¨®lo aparezcan las iniciales de su nombre y apellidos.
El redactor que escribi¨® la informaci¨®n ha respondido, a petici¨®n del Defensor, a la reclamaci¨®n de rectificaci¨®n formulada por la hija de la v¨ªctima de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob.
"En primer lugar, quiero ofrecer mis m¨¢s sinceras disculpas a los familiares de la mujer fallecida en Le¨®n por el conocido como mal de las vacas locas. Ya lo hice por tel¨¦fono cuando habl¨¦ con ellos, pero creo que tienen motivos para estar enfadados con el tratamiento informativo que he dado a su caso".
"La noticia surgi¨® a ra¨ªz de unas informaciones proporcionadas por una persona que conoc¨ªa, supuestamente, a la fallecida. A la vista de los err¨®neos resultados, me temo que no fue as¨ª. Todos los extremos que fueron publicados me los cont¨® esta persona. Al dar tanto detalle y al conocer a esta persona a lo largo de mi carrera profesional y ofrecer una extraordinaria credibilidad, pens¨¦ que hab¨ªa material interesante para los lectores y, por tanto, que se deb¨ªa de publicar la informaci¨®n".
"Intent¨¦ contactar a trav¨¦s de esta persona con la familia de la fallecida, pero me fue totalmente imposible".
Vida privada
"En ning¨²n caso se quiso entrar en la vida privada de la fallecida. Los detalles que aportaba la informaci¨®n tan s¨®lo buscaban presentar las consecuencias que tiene la enfermedad para las personas que la padecen. Igual ocurri¨® con una informaci¨®n publicada por m¨ª sobre el primer caso de la muerte por vacas locas ocurrida en M¨®stoles (v¨¦ase EL PA?S del 9 de abril). Los padres de la fallecida, en este caso, se mostraron agradecidos por el tratamiento ofrecido".
"Tampoco se busc¨® causar alarma al decir que la hija de la fallecida puede contraer la enfermedad. Desde luego, que no. Cualquier persona tiene el mismo o mayor riesgo de contraerla que ella. Si de la informaci¨®n que redact¨¦ se deduce esa informaci¨®n, pido disculpas de nuevo. Y tambi¨¦n le doy la raz¨®n en que nuestra labor puede consistir en divulgar c¨®mo se difunde la enfermedad, pero me temo que este aspecto ha sido muy desarrollado durante a?os por el peri¨®dico en numerosas informaciones".
La informaci¨®n que ha generado esta contundente carta de protesta conclu¨ªa con un p¨¢rrafo -"La familia de la fallecida ha rechazado hacer declaraciones sobre lo ocurrido"- que daba a entender que se hab¨ªa hablado con ella, lo que no era cierto. Ello unido al procedimiento, cada d¨ªa m¨¢s generalizado, de atribuir la informaci¨®n a "fuentes pr¨®ximas a..." sin tener constancia ni siquiera de que ello es cierto, produce resultados como ¨¦stos.
El uso de fuentes an¨®nimas, o vagamente identificadas, se ha convertido en un recurso habitual en los medios de comunicaci¨®n que, por su abuso, restan credibilidad a las informaciones. A veces se emplean en informaciones pol¨ªticas y el lector no sabe qui¨¦n opina, si la fuente o el periodista; cuando dan datos, y no se contrastan por el periodista, peor. El periodista y el medio de comunicaci¨®n que publican esos datos, o esos hechos que luego se demuestran falsos, no tienen justificaci¨®n alguna para su conducta. Salvo reconocer, con humildad, el error.
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electr¨®nico (defensor@elpais.es), o telefonear al n¨²mero 91 337 78 36.
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