Multicrisis y pol¨ªticas de talla ¨²nica
La cumbre de los responsables de Econom¨ªa del G-7 y las asambleas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM) del pasado fin de semana han sido testigos de la acumulaci¨®n de dificultades econ¨®micas de distinta naturaleza que hoy agitan al planeta, y que configuran una coyuntura muy complicada e in¨¦dita en los ¨²ltimos tiempos. En la misma, los elementos est¨¢n tan relacionados que es cada vez m¨¢s dif¨ªcil identificar la etiolog¨ªa y separarla de sus consecuencias m¨¢s inmediatas.
As¨ª, confluyen las turbulencias financieras motivadas por las hipotecas de alto riesgo con una inflaci¨®n alimentaria que afecta a la supervivencia de muchos ciudadanos del planeta, y con un crecimiento espectacular del precio del petr¨®leo y la volatilidad de los tipos de cambio de las principales monedas. Ha vuelto al lenguaje econ¨®mico la estanflaci¨®n (crecimiento lento y aumento de la inflaci¨®n) que se puso de moda a mitad de los a?os setenta del siglo pasado, con la primera crisis del petr¨®leo: la crisis financiera ha reducido las expectativas de crecimiento econ¨®mico y la crisis alimentaria ha avivado el aumento de los precios. Fr¨ªo y calor al mismo tiempo.
El FMI ha calculado unas p¨¦rdidas de casi un bill¨®n de d¨®lares (600.000 millones de euros) relacionadas con las hipotecas locas, una cifra que multiplica por cuatro las que la banca ha reconocido hasta ahora, lo que hace pensar a los analistas m¨¢s pesimistas que lo peor est¨¢ a¨²n por llegar: hasta ahora, las distintas entidades bancarias han anunciado p¨¦rdidas por valor de 147.000 millones de euros. Estas turbulencias se est¨¢n trasladando con rapidez a la econom¨ªa real, b¨¢sicamente a trav¨¦s del par¨®n del cr¨¦dito, y todas las organizaciones multilaterales y servicios de estudios privados revisan una y otra vez a la baja los porcentajes de crecimiento del PIB.
Las dificultades son muy otras en pa¨ªses como Hait¨ª, Camer¨²n, Egipto, Senegal o Indonesia, donde el principal problema es el hambre. La agencia de alimentaci¨®n y agricultura de la ONU ha pronosticado que la factura de los cereales puede subir un 74% durante el a?o en curso en algunos de los pa¨ªses m¨¢s pobres del mundo, y que si los Gobiernos no dan pasos para frenar el alza del precio de los alimentos, habr¨¢ hambre y malestar social que desembocar¨¢ en disturbios. En las asambleas del FMI y del BM, los participantes centraron sus cr¨ªticas en los biocarburantes, combustibles obtenidos a partir de materias primas vegetales, acusados de ser el principal agente de la crisis alimentaria al causar el alza de materias primas b¨¢sicas como el arroz y el trigo. El BM entiende que la inflaci¨®n generada a trav¨¦s de los alimentos tiende a convertirse en estructural, ya que, al margen de los biocombustibles, el encarecimiento es debido a una suma de factores entre los que se encuentra el r¨¦gimen de alimentaci¨®n de los pa¨ªses emergentes (m¨¢s ingresos por persona se traducen en m¨¢s comida, m¨¢s carne y m¨¢s necesidad de grano para alimentar al ganado), las sequ¨ªas motivadas por el cambio clim¨¢tico, las dificultades a la hora de incrementar las reservas y la oferta alimentaria... Problemas de oferta y de demanda. El presidente del FMI, Dominique Strauss-Khan, declar¨® que los aumentos de los precios alimentarios han eliminado de un plumazo los avances en la lucha contra la pobreza contenidos en los Objetivos del Milenio de la ONU: "Hemos retrocedido siete a?os en apenas unos meses".
Una de las ense?anzas de estas asambleas es que se han acabado las pol¨ªticas de talla ¨²nica, tan cercanas a la ortodoxia tradicional del Fondo y del Banco Mundial. Cada regi¨®n del mundo escoge sin complejos el desequilibrio m¨¢s grave de su econom¨ªa y adopta las pol¨ªticas econ¨®micas m¨¢s convenientes para eliminarlo. Mientras EE UU ha elegido volver a la senda del crecimiento aun a costa de m¨¢s inflaci¨®n, la pol¨ªtica monetaria del Banco Central Europeo persiste en combatir el descontrol de los precios antes que fijarse en los estragos de la desaceleraci¨®n en la vida cotidiana de los ciudadanos. Unos y otros, americanos y europeos, deber¨¢n contribuir a un fondo para que las poblaciones m¨¢s afectadas de los pa¨ªses pobres puedan comprar los alimentos hiperinflacionados.
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