La doble jornada da?a la salud
La sobrecarga genera estr¨¦s, depresi¨®n y otros trastornos
A la consulta de Pilar Babi, m¨¦dica de familia del centro de atenci¨®n primaria La Pau, en el barrio de La Verneda de Barcelona, acude una madre trabajadora, con dos ni?os de corta edad, porque se siente muy cansada sin motivo aparente. Dice que el marido "la ayuda mucho", pero es ella la que lleva a?os levant¨¢ndose por la noche cuando sus hijos lloran. M¨¢s tarde, otra visita: es una mujer madura, que lleva meses cuidando de uno de sus progenitores y ayudando a su hija con los nietos. Explica que quiz¨¢ ser¨ªa mejor dejar el trabajo para poder llegar a todo... A su historia de dolor osteoarticular, a?ade ahora un episodio de v¨¦rtigo.
"Casi a diario viene una mujer a nuestra consulta diciendo que se siente cansada o con episodios de entre los que el v¨¦rtigo es uno de entre muy diversos s¨ªntomas", explica Babi, tutora del Programa de Formaci¨®n para M¨¦dicos Residentes. A las cl¨¢sicas cefaleas y dolores musculo-esquel¨¦ticos, los estudios a?aden ahora trastornos de salud relacionados con el estr¨¦s, como mal estado de salud general, pocas horas de sue?o, disfunciones afectivas como la ansiedad y la depresi¨®n, mal control de enfermedades cr¨®nicas, uso de analg¨¦sicos y ansiol¨ªticos, etc¨¦tera. ?Es ¨¦ste el precio de la llamada conciliaci¨®n de la vida familiar y laboral? Pues s¨ª, porque, al menos por el momento, todos los estudios dicen que la "doble jornada" sigue siendo cosa de mujeres.
Las mujeres de 45-55 a?os son las m¨¢s vulnerables al exceso de tareas
El impacto negativo es mayor cuando se cuida a ancianos o personas enfermas
En el Informe Salud y G¨¦nero 2006, del Ministerio de Sanidad y Consumo, se subrayan algunas cifras en este sentido: aparte de la ya conocida desigualdad en el reparto de las tareas dom¨¦sticas, seg¨²n la Encuesta de Empleo del Tiempo del Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE) 2002-2003, mientras que casi el 100% de las mujeres de 45 a 64 a?os dedica casi seis horas diarias a las actividades relacionadas con el cuidado de los dem¨¢s, s¨®lo lo hace el 71% de los hombres de esta edad, y su dedicaci¨®n no llega a dos horas y media.
Pero las superwomen no siempre van con traje chaqueta a la oficina: son abuelas-madres y madres-hijas, de clase media-baja, que trabajan a la vez que cuidan de una red familiar que, con el progresivo envejecimiento de la poblaci¨®n, se ha convertido en intergeneracional. El precio que paga su salud es siempre alto, pero la edad y la clase social son decisivas. Mar¨ªa del Mar Garc¨ªa Calvente, investigadora del Grupo G¨¦nero y Salud P¨²blica de la Sociedad Espa?ola de Salud P¨²blica y Administraci¨®n Sanitaria (SESPAS), con varios estudios sobre el tema, explica: "si tenemos en cuenta el cuidado de todo tipo de personas con necesidad de ayuda (menores, mayores, discapacitados, etc¨¦tera), la brecha de g¨¦nero en los cuidados es mayor entre los 25 y 45 a?os, pero el impacto negativo en la salud es m¨¢s claro cuando se cuida a personas mayores, enfermas o con discapacidad". Por esto, a?ade, es la "generaci¨®n s¨¢ndwich", mujeres de 45 a 55 a?os, que son las que cuidan a¨²n a sus hijos y ya empiezan a hacerse cargo de sus mayores, la que percibe peor salud.
La clase social tambi¨¦n matiza el impacto. Luc¨ªa Artazcoz, directora del Instituto de Servicios a la Comunidad de la Agencia de Salud P¨²blica de Barcelona (ASPB), asegura: "La doble jornada tiene su coste en salud sobre todo para las trabajadoras menos cualificadas, porque disponen de menos recursos para atender las responsabilidades familiares". Diversos estudios de la ASPB han puesto de manifiesto que disponer de una persona contratada para las tareas dom¨¦sticas, independientemente de la clase social y la edad, tiene un efecto protector en mujeres expuestas a doble jornada, pero no en hombres. "Esto demuestra que reducir la carga de trabajo dom¨¦stico es una intervenci¨®n de primer orden para mejorar la salud de las mujeres", concluye Artazcoz. En un estudio realizado por el grupo de Salud P¨²blica y G¨¦nero del SESPAS, a partir de los datos de las encuestas andaluzas de salud en mujeres y hombres en edad activa, encontraron resultados paralelos: las mujeres de clases m¨¢s bajas que cuidaban a una persona mayor o con discapacidad presentaron un riesgo de mala salud percibida el 60% m¨¢s elevado que las mujeres que no cuidaban, un riesgo que no presentaban las mujeres de clases privilegiadas. "Adem¨¢s", a?ade esta profesora de la Escuela Andaluza de Salud P¨²blica, "para estas mujeres, tener un empleo fue un factor protector, y no de riesgo".
Son muchos los estudios que se?alan las bondades de tener empleo sobre la salud de las mujeres. "Las empleadas tienen mejor salud que las que trabajan s¨®lo como amas de casa, ya que el empleo proporciona mayor autonom¨ªa e independencia econ¨®mica, extiende las relaciones sociales, proporciona apoyo social y refuerza la autoestima", explica Garc¨ªa Calvente. Sin embargo, seg¨²n recoge el Informe Salud y G¨¦nero 2006, "cuando la carga de trabajo total es alta, combinar la vida laboral y familiar puede da?ar la salud". Seg¨²n otro estudio de la ASPB, en solteras, el n¨²mero de horas de trabajo fuera del hogar no se asoci¨® a ning¨²n indicador de salud.
Cuidar nietos y otras variables
En EE UU, la contribuci¨®n econ¨®mica de que hacen los cuidadores no retribuidos equivale en valor de mercado a 306.333 millones de d¨®lares anuales -193.550 millones de euros- por 30.880 millones de horas de cuidado no remunerado al a?o. La doble carga no tiene cifras todav¨ªa, pero, seg¨²n Pilar Babi, "ser¨ªa una l¨ªnea muy interesante de investigaci¨®n que pondr¨ªa en juego la medicina asistencial con la medicina laboral en t¨¦rminos distintos de los habituales".Para empezar, explica Babi, la atenci¨®n primaria "deber¨ªa incorporar aquellas variables que se presentan de forma exclusiva o m¨¢s frecuente en mujeres y que han sido ignoradas desde lo te¨®rico y desatendidas desde lo pr¨¢ctico". Por poner un ejemplo, el desempleo de un hombre joven es significativo para cualquier m¨¦dico, mientras que hacerse cargo de los nietos puede serlo menos.Por otro lado, a?ade, "hay que tener mucho cuidado para que la mejor atenci¨®n a estas variables relacionadas con las mujeres no acaben medicalizando m¨¢s su vida, porque el da?o secundario a tratamientos sanitarios es una causa muy frecuente de malestar e incluso de mortalidad".El Informe Salud y G¨¦nero 2006 da cifras contundentes: el 75% de consumidores de somn¨ªferos o tranquilizantes son mujeres y el 70% de las mujeres espa?olas han consumido alguna vez este tipo de medicaci¨®n. Entre otras razones, seg¨²n el informe, porque "los estereotipos de g¨¦nero tradicional, asociados a la construcci¨®n de una imagen de la mujer como m¨¢s d¨¦bil, pasiva, dependiente y con ciertas patolog¨ªas inespec¨ªficas se repiten, y es este modelo previo el que se transmite entre los profesionales sanitarios".
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