El declive de la izquierda
El resultado de las pasadas elecciones espa?olas ha sido interpretado como una victoria de la izquierda que desmiente la creciente derechizaci¨®n europea: ascenso de Sarkozy, predominio de Merkel, retroceso de Gordon Brown, retorno de Berlusconi... S¨®lo Zapatero resistir¨ªa frente al asedio derechista, ante la previsible derrota de Barack Obama a manos del conservador McCain. Lo que vendr¨ªa a demostrar, parad¨®jicamente, que de nuevo Spain is different, como ¨²nica excepci¨®n progresista a la regla de la derechizaci¨®n general.
Pero ?de verdad su victoria el 9-M supuso un triunfo de la izquierda? As¨ª lo entienden los publicistas neocon de la derecha extrema, para quienes Zapatero ha sido reelegido por una coalici¨®n radical de rojos, republicanos y separatistas. Y, en efecto, si nos fijamos en los resultados electorales, lo cierto es que los votantes centristas o moderados han abandonado al PSOE para pasarse al PP, mientras que a cambio los m¨¢s izquierdistas se han decantado por apoyar a Zapatero. Es el retorno triunfal del "No pasar¨¢n", producto de la creciente polarizaci¨®n del electorado espa?ol, en el que los votantes de las zonas m¨¢s proletarias o industrializadas (Catalu?a, Pa¨ªs Vasco, Asturias, Arag¨®n) han acabado por imponerse a las clases medias madrile?as y provincianas.
A pesar de haber ganado el 9-M, la izquierda sigue perdiendo electores
El 'enrichissez-vous' ha convertido a los ciudadanos en competidores arribistas
Sin embargo, las cosas no suelen ser tan sencillas como parecen a primera vista. Aqu¨ª sucede lo mismo que pasa con el Sol, que parece moverse del este al oeste cuando en realidad est¨¢ quieto, pues es la Tierra quien gira de izquierda (oeste) a derecha (este). Y a Zapatero le ocurre igual. ?l no se ha movido hacia la izquierda, pues su programa electoral contin¨²a fijo en el centro del espectro, con gui?os a la derecha (regalos fiscales, repatriaci¨®n de inmigrantes) y ninguna concesi¨®n a la izquierda (renuncia a revisar la ley del aborto o la financiaci¨®n de la iglesia). Es verdad que la nueva composici¨®n de su electorado parece proceder en mayor medida de la izquierda del espectro: menos centristas y m¨¢s tr¨¢nsfugas de IU y ERC. Pero en realidad, estos trasvases de votantes lo que revelan, como en el descubrimiento copernicano de la rotaci¨®n de la Tierra, es un desplazamiento del electorado hacia la derecha: muchos progresistas que antes votaban a la izquierda radical (IU y ERC) ahora han votado al centro-izquierda del PSOE; y muchos centristas moderados que antes votaron a Zapatero ahora han votado al centro-derecha de Rajoy.
En consecuencia, se ha producido un deslizamiento del conjunto del electorado desde la izquierda hacia la derecha, estimable como saldo neto en torno al 2,5% del total (que es lo que gana ¨¦sta en detrimento de aqu¨¦lla). Lo que no llega a ser un landslide (corrimiento de tierras), pues no hubo vuelco electoral y la izquierda retiene el po-der. Pero s¨ª revela una significativa derechizaci¨®n pol¨ªtica, porque a pesar de haber ganado las elecciones, la izquierda sigue perdiendo electores.
De modo que tampoco Espa?a es una excepci¨®n a la regla de derechizaci¨®n occidental, sino que viene a confirmarla aunque s¨®lo sea como clara tendencia.
?De d¨®nde procede este vendaval derechista? Las razones son muchas y complejas, y aqu¨ª s¨®lo cabe aludir a las m¨¢s significativas. El fin de la guerra fr¨ªa signific¨® la derrota irreversible del socialismo hist¨®rico, sin que hasta ahora sus bases sociales hayan podido recuperarse creando un nuevo proyecto pol¨ªtico legitimado por un discurso innovador. Por eso la izquierda se limita a vegetar, viviendo de unas rentas ruinosas (el est¨¦ril anticapitalismo comunista) o al menos conservadoras (la defensa socialdem¨®crata de los derechos sociales), pues el incipiente movimiento antiglobalizaci¨®n a¨²n carece de credibilidad. De ah¨ª el ¨¦xito de la tercera v¨ªa social-liberal a lo Giddens-Blair, aqu¨ª adoptada por Zapatero, que renunciando a los valores de izquierda s¨®lo propone una derecha con rostro humano. Y ante el vac¨ªo de la izquierda en retirada, la derecha ha podido invadir y ocupar toda la esfera del debate p¨²blico sin encontrar resistencia, imponiendo sus agendas neoliberales, nacionalistas, teocr¨¢ticas y neoconservadoras.
?Por qu¨¦ resulta incapaz la izquierda europea de reconstruir un nuevo programa pol¨ªtico adaptado al siglo XXI, cuando ya hace casi veinte a?os que se derrumb¨® el socialismo real?
Existen razones estructurales que lo hacen particularmente dif¨ªcil, pues explican perfectamente la progresiva desmovilizaci¨®n de la izquierda. Lo que Daniel Bell llam¨® el advenimiento de la sociedad post-industrial ha desintegrado la vieja estructura de clases (antes estratificada en redes de solidaridad colectiva alineadas a uno y otro lado del conflicto industrial entre patronos y asalariados), para fragmentarla en un mero agregado de intereses privados s¨®lo movidos por su individualismo posesivo y consuntivo. Es el nuevo enrichissez-vous que ha convertido a los ciudadanos en competidores arribistas, liquidando su capital social y privatizando la sociedad civil. Y este desclasamiento se ha visto muy potenciado por la llamada globalizaci¨®n, que ha incrementado la flexibilidad laboral y la movilidad ocupacional impidiendo que se reconstruyan nuevos compromisos solidarios. Por el contrario, la llegada de trabajadores inmigrantes para ocupar los estratos inferiores de la pir¨¢mide ocupacional ha generado un sentimiento de rechazo entre los aut¨®ctonos que compiten con ellos por el acceso a los servicios p¨²blicos. En consecuencia, el concepto de "pueblo" (y el de "clases trabajadoras" o "clases populares"), al que apelaba la izquierda para movilizar la participaci¨®n ciudadana, ha perdido su sentido al ser desmentido por la realidad multicultural, quedando as¨ª desvirtuado.
?sta es la causa ¨²ltima de la derechizaci¨®n pol¨ªtica a la que se va asistiendo en toda Europa, Espa?a incluida, elecci¨®n tras elecci¨®n: la descapitalizaci¨®n social de la izquierda, producida por efecto de la desintegraci¨®n del tejido civil (redes de compa?erismo, solidaridad y compromiso c¨ªvico) que trababa y cohesionaba a las clases trabajadoras, hoy m¨¢s fragmentadas y divididas incluso territorialmente que nunca. Y esta progresiva debilidad de la izquierda es aprovechada y estimulada por la derecha mediante el recurso a la xenofobia, que culpa a los trabajadores inmigrantes de todos los problemas. Si en 1848 Marx pod¨ªa decir que el miedo a los comunistas era el fantasma que recorr¨ªa Europa, hoy ese fantasma es el de los inmigrantes: la nueva "clase peligrosa" que amenaza con dividir a la izquierda impuls¨¢ndola a derechizarse. Una derechizaci¨®n que en Espa?a se traduce en la obsesi¨®n por adquirir viviendas en r¨¦gimen de propiedad privada y en el auge de los colegios concertados, casi todos religiosos y por tanto ¨¦tnicamente limpios, a los que llevan a sus hijos las familias que se dicen progresistas o incluso izquierdistas, pero que aspiran a dotarles no con capital humano (pues la ense?anza en colegios religiosos es de muy baja calidad) pero s¨ª con capital social, tanto para trepar con arribismo como para evitarles malas compa?¨ªas.
Y una derechizaci¨®n que donde m¨¢s se advierte es en las ciudades dormitorio que rodean a las grandes capitales, como el antiguo cintur¨®n rojo que abarcaba el sur de Madrid, hoy votante masivo y absoluto del PP.
Proceso de derechizaci¨®n en curso que todav¨ªa no se ha completado en toda Espa?a, pues a¨²n quedan bastiones industriales fieles a la izquierda. Pero que puede intensificarse todav¨ªa m¨¢s, conforme la crisis econ¨®mica agrave el conflicto social con los inmigrantes y la derecha siga explotando la divisi¨®n de los trabajadores con su demagogia xen¨®foba.
Enrique Gil Calvo es profesor titular de Sociolog¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.