?Y si Camps tiene un plan?
Hay una novela de John Le Carr¨¦, creo que La casa Rusia, donde, adem¨¢s de otras ramificaciones del argumento, los servicios occidentales de espionaje tienden una trampa a un presunto disidente sovi¨¦tico a fin de que les proporcione una especie de hoja de ruta de gran inter¨¦s para ellos, sin saber que el material que les suministrar¨¢, despu¨¦s de hacerse mucho de rogar, es una argucia diab¨®lica que completar¨¢ el puzle de las carencias estrat¨¦gicas en la hoja de ruta de los occidentales. Ahora que la pol¨ªtica espa?ola se parece tanto a una mala pel¨ªcula de amor y espionaje, se puede fantasear sin pecado acerca de si el plan verdadero del aut¨¦ntico Francisco Camps consiste en apoyar a Rajoy hasta la muerte, es decir, hasta la muerte pol¨ªtica del registrador de Pontevedra a fin de emerger de una vez por todas como cabeza ganadora en la pol¨ªtica nacional. Algo de eso intent¨® Eduardo Zaplana, en otras circunstancias y con otros compromisos m¨¢s comprometidos, y ahora ha tenido que volver a su antiguo oficio de ayudante de guarnicionero. ?La ventaja de Camps sobre Zaplana? Que no carece de convicciones, algo que a menudo, y sobre todo en la pol¨ªtica de post¨ªn, es m¨¢s peligroso que el afeitado de bigote de Mart¨ªnez Pujalte, que ahora (tiemblo s¨®lo de pensarlo) se carcajear¨¢ a pelo pelado.
Dicho de otro modo, Camps ya ha ofrendado tantas glorias a Espa?a desde este oscuro rinc¨®n del Mediterr¨¢neo, demasiadas para mi gusto, que no ser¨ªa exagerado suponer que su estrategia a treinta, sesenta o noventa d¨ªas consista en demandar que Espa?a le devuelva algo de lo que tanto y con tanto fervor le ha entregado. M¨¢s, incluso, que Federico Jim¨¦nez, que ya es decir. No va a permanecer aqu¨ª toda la vida, que es mucha la que le resta, entretenido en el tedio desde?oso de mofarse de lo que queda de los portavoces del socialismo a la valenciana, porque para eso ya tiene a Rita Barber¨¢, as¨ª que su car¨¢cter emprendedor y su notable esp¨ªritu viajero le llevar¨¢n m¨¢s pronto que tarde a levantar un vuelo, largo y fatigoso, orientado a entregarse full time a la meditaci¨®n rentable en el monasterio de La Moncloa. ?Alguien pensaba que Camps no ten¨ªa ni media bofetada? Lo mismo se cre¨ªa de Rodr¨ªguez Zapatero, el leon¨¦s de hierro, y ya ven hasta d¨®nde se ha promocionado.
Se puede ganar en una comunidad como la valenciana que estaba ganada de antemano por los dispendios zaplanistas, pero no se puede perder eternamente, salvo que uno sea adicto a los impostados perdedores de las novelas de Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n. Y ah¨ª est¨¢ nuestra salerosa izquierda, que o bien se tira a deg¨¹ello o bien se comporta como Albert Boadella sin saberlo, echando mano de un autoodio inconfesado para renegar de los suyos y llevarse la mar de bien con Esperanza Aguirre, que ¨¦sa es otra. ?Rita Barber¨¢ es nuestra Esperanza? Lo ser¨ªa si Zaplana aceptara optar a la alcald¨ªa de Valencia, que a fin de cuentas es algo m¨¢s que Benidorm, seg¨²n se mire. La conclusi¨®n es que el futuro est¨¢ en el pasado, que la cosa tiene miga seg¨²n como se coma, que el socialismo valenciano ha perdido la compostura ante sujetos como Zaplana o Camps, y que eso quiere decir que lo ha perdido casi todo. Por m¨¢s Fern¨¢ndez de la Vega, por no decir algo m¨¢s chusco, que le echen al asunto. En la novela de Le Carr¨¦ todo terminaba mal para los proveedores de la trama. Aqu¨ª, el problema es m¨¢s de ojeadores. Y que Pablo Iglesias, y la eficacia que se atribuye a la honradez a largo plazo, repartan suerte.
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