El mapa de las protestas
Fue en la Universidad de Nanterre donde prendi¨® la chispa, donde empez¨® todo. Era entonces un lugar ins¨ªpido, un v¨¢stago desnaturalizado de la vieja Sorbona. Construida en el m¨¢s puro estilo desarrollista de la d¨¦cada de 1960, en la todav¨ªa semivac¨ªa periferia de Par¨ªs, en un paisaje industrial en el l¨ªmite de un poblado de chabolas que albergaba a los inmigrantes reci¨¦n llegados. Muy lejos, tanto f¨ªsica como est¨¦ticamente, de la bohemia estudiantil del Barrio Latino, de los caf¨¦s, librer¨ªas y cines que conformaban la vida universitaria de Par¨ªs.
Pero los ¨¢nimos estaban ya muy caldeados cuando despu¨¦s de las navidades, en enero, al reanudarse el curso, el ministro de Juventud y Deportes, Fran?ois Masivo, se present¨® con su s¨¦quito para inaugurar la nueva piscina ol¨ªmpica de la flamante universidad. En su discurso se refiri¨® al Libro Blanco de la juventud, un estudio que acababa de presentar su ministerio. No se esperaba que uno de los presentes, al borde de la pileta, alzara la voz y le espetara: "Ya lo he le¨ªdo; seiscientas p¨¢ginas de ineptitudes, ni siquiera habla de los problemas sexuales de los j¨®venes". "Si tiene problemas de este tipo, mejor har¨¢ en tirarse a la piscina", respondi¨® cortante el ministro.
La vieja ala original de Nanterre sigue m¨¢s o menos como estaba hace cuatro d¨¦cadas. Tambi¨¦n la piscina, que se ha conservado mejor que las aulas de los primeros edificios. Los lavabos, por ejemplo, parecen haber visto pasar a todas las generaciones que desde entonces han sido. Quedan algunos recuerdos, detalles curiosos, que sirven a los actuales inquilinos de Nanterre para relacionarse con el pasado. "Todav¨ªa hay algunas mesas del 68, que al final de las patas tienen como unos ojales que serv¨ªan para atornillarlas al suelo de modo que los estudiantes no pudieran tirarlas por las ventanas".
El 2 de mayo de 1968, despu¨¦s de la ocupaci¨®n de la universidad por los estudiantes, el rector Tromp¨®n cerr¨® Nanterre. ?ste fue su gran error. En aquellos tiempos el primer a?o de universidad se hac¨ªa en la vieja Sorbona; los estudiantes s¨®lo emigraban a Nanterre cuando pasaban al segundo o tercer a?o de carrera. Cuando el poder cerr¨® Nanterre, los j¨®venes volvieron a su casa natural en el centro de Par¨ªs, como explica Alain Geismar, uno de los grandes protagonistas junto a Daniel Cohn-Bendit y Jacques Sauvageot, en su libro Mon Mai 1968 (Perrin).
Al d¨ªa siguiente la polic¨ªa intervino en La Sorbona y practic¨® hasta 600 detenciones. El 10 de mayo lleg¨® la famosa noche de las barricadas, el momento ¨¢lgido de la protesta. La calle de Saint Jacques y la calle de Gay-Lussac, que muere frente a los jardines de Luxemburgo, delimitan el campo de batalla de aquella jornada exultante en la que los j¨®venes arrancaban los adoquines para lanzarlos contra las fuerzas del orden. Los gendarmes cargaban gritando: "Vive De Gaulle", aunque parezca mentira. Y el general no entend¨ªa lo que estaba pasando. Los estudiantes respond¨ªan calificando de nazis a las fuerzas de la represi¨®n: "CRS, SS".
Bajo los adoquines est¨¢ la playa, dec¨ªan. Y es cierto que bajo los adoquines puede intuirse la playa. Ahora mismo, en Par¨ªs, el Ayuntamiento adoquina algunos peque?os pasajes de los barrios m¨¢s coquetos como la Butte aux Cailles o Montmartre. Antes de colocar los cubos de granito formando un dibujo en forma de abanico se extiende una capa de unos 10 cent¨ªmetros de grosor de arena fina, de playa. Pero ahora ya no hay adoquines en el Barrio Latino de Par¨ªs, y debajo del asfalto no est¨¢ la playa, no hay m¨¢s que un caos indiferenciado de materias colocadas por estratos. O al menos as¨ª lo parece.
La plaza de La Sorbona, con sus librer¨ªas sobre filosof¨ªa en la acera izquierda y sus bistr¨®s a la derecha, tampoco tiene adoquines. La transformaci¨®n de esta bella plaza es m¨¢s reciente. La fachada de la vieja universidad acaba de ser restaurada, luce limpia, pr¨ªstina, como un monumento m¨¢s de esa gran carta postal que es el centro de Par¨ªs. Ni un solo cartel, ni el m¨¢s peque?o grafiti. Tan s¨®lo los paneles oficiales del Ayuntamiento de la capital que explican los detalles t¨¦cnicos de la rehabilitaci¨®n del edificio. La plaza de La Sorbona contiene ahora una serie de fuentes rectangulares, a todo lo largo, dos magnolias un tanto fam¨¦licas, y un buen n¨²mero de obst¨¢culos pensados, probablemente, para impedir que se puedan congregar m¨¢s estudiantes de la cuenta.
Hace tan s¨®lo dos a?os todo el per¨ªmetro de La Sorbona estuvo cerrado durante meses por un muro met¨¢lico impenetrable guardado por polic¨ªas antidisturbios vestidos como guerreros gal¨¢cticos. Los estudiantes iniciaron un amago de revoluci¨®n contra el intento del Gobierno de Dominique de Villepin de instaurar un contrato laboral precario para los j¨®venes, el famoso CPI. El aspecto de las fuerzas del orden es otro de los grandes cambios que gener¨® aquella revuelta. En 1968 los gendarmes estaban completamente desprotegidos. Tan s¨®lo llevaban un casco de bombero antiguo y unas rid¨ªculas gafas de pl¨¢stico. Eso s¨ª, cargaban a culatazos. -
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