El fascista perfecto
Jonathan Littell se inspir¨® en el belga L¨¦on Degrelle para el protagonista de 'Las ben¨¦volas'
La documentaci¨®n utilizada por Jonathan Littell para escribir Las ben¨¦volas -sensaci¨®n literaria del a?o pasado en Francia y premio Goncourt- fue enorme. Eso no es ning¨²n secreto. S¨ª lo eran algunos de los recursos narrativos de los que se sirvi¨® para hacer cre¨ªble a su extraordinario protagonista, Max Aue. Ahora, Littell ha publicado, en franc¨¦s y en la editorial Gallimard, un ensayo, Le sec et l'humide, en el que explica c¨®mo se sirvi¨® de La campa?a en Rusia, del fascista belga L¨¦on Degrelle, para encontrar el tono del lenguaje de Aue.
Degrelle (1906-1994) era un cat¨®lico integrista que en 1936 logr¨® colocar 21 diputados rexistas -movimiento populista que ¨¦l lideraba- al Parlamento belga. Luego, al estallar la guerra, su neutralismo exacerbado le situ¨® del lado de los nazis. Y a continuaci¨®n, para asegurarse el liderazgo de la extrema derecha belga franc¨®fona -con su momento de delirio territorial sobre, entre otras zonas, Luxemburgo, la Lorena y el antiguo ducado de Borgo?a-, tuvo que enrolarse, primero en la Wehrmacht y luego en las SS, para ganarse la confianza de sus nuevos jefes alemanes. En el frente de Rusia sobrevivi¨® a varias batallas, y eso es lo que cuenta Degrelle. No es la veracidad del testimonio -Degrelle ment¨ªa como res-piraba-, sino el lenguaje utilizado lo que interes¨® a Littell.
Degrelle fue acogido en la Espa?a franquista, donde le ofrecieron una nueva identidad: Jos¨¦ de Ram¨ªrez Reina
Littell se sirvi¨® de 'La campa?a en Rusia', del fascista belga, para encontrar el tono del lenguaje de Aue
Es un autor alem¨¢n, Klaus Theweleit, autor en 1977 de M?nnerphantasien (Fantas¨ªas masculinas) quien proporciona a Littell un criterio para sacar provecho de la obra de Degrelle. "El fascismo es un modo de producci¨®n de realidad", dice Theweleit y retoma Littell, que acepta una lectura psicoanal¨ªtica pero no freudiana del comportamiento fascista. "El fascista es aquel que nunca ha terminado su separaci¨®n de la madre y que no se ha constituido un yo en el sentido freudiano del t¨¦rmino", explica. Pero hay que disimular esa personalidad a medio construir, y para eso es ¨²til "un caparaz¨®n, una armadura muscular" que se fabrica a base "disciplina, entrenamiento y ejercicio f¨ªsico".
Obviamente, las mujeres s¨®lo pueden ser santas y madres o rojas y putas. Si son lo primero, se sacrifican y desaparecen del texto; si lo segundo, mueren. Es la l¨®gica del imaginario del perfecto fascista, que Degrelle cumple, c¨®mo no, a la perfecci¨®n. Como tambi¨¦n cumple con la idea de que en el fascista todo es seco, duro, turgente, limpio, tieso o r¨ªgido frente a la humedad, la blandura, flacidez, suciedad y doblez del universo bolchevique. Los nazis, en Rusia, no son derrotados por un enemigo militar, sino por el barro, la marisma, lo informe. Se ven sumergidos por "un adversario tan polimorfo que s¨®lo puede ser polis¨¦mico", es decir, que adem¨¢s de ser denominado ruso tambi¨¦n aparece como rojo, sovi¨¦tico, bolchevista (sic), mongol, asi¨¢tico, cosaco, mujik, siberiano, kirguiz o t¨¢rtaro.
La "producci¨®n de realidad" ligada al lenguaje permite a Degrelle asegurar, refiri¨¦ndose a Ucrania, que "en un a?o Alemania hab¨ªa creado en Rusia la colonia m¨¢s rica del mundo", haciendo caso omiso de que los propios nazis criticasen al gauleiter Koch por su corrupci¨®n e incompetencia. Si algunos militares temerarios atacan sin asegurarse la retaguardia con la convicci¨®n de que "la intendencia seguir¨¢", Degrelle escribe convencido de que "la realidad seguir¨¢". Los valores masculinos, simbolizados en una necesidad de erecci¨®n permanente, en un priapismo ideol¨®gico, alimentan la prosa de Aue y el imaginario de Aue. De ah¨ª que este ¨²ltimo, cuando la tozuda realidad se niega a casar con la imagen que se quiera dar de ella, tenga tantos retortijones y v¨®mitos, l¨®gicos en un cuerpo maltratado por su cabeza.
Littell dedica tambi¨¦n unas pocas p¨¢ginas a la biograf¨ªa propiamente dicha de Degrelle, un fascista que encontr¨® acomodo en la Espa?a franquista, donde le ofrecieron una nueva identidad -la de Jos¨¦ de Ram¨ªrez Reina, propietario de una gran finca cerca de M¨¢laga, La Carlina, presidida por un torre¨®n bien erecto-, tras su aterrizaje forzoso, el 9 de mayo de 1945, en las aguas de la playa de la Concha, en San Sebasti¨¢n. Se present¨® como heredero de Hitler -aseguraba que el propio f¨¹hrer le trataba como al "hijo que hubiera deseado tener"-, y vivi¨® especulando con un futuro "Nuevo Orden Europeo" del que ¨¦l ser¨ªa el jefe. Mientras llegaba el momento, aprovech¨® de la amistad con Franco -fue condenado a muerte, en rebeld¨ªa, por B¨¦lgica- para ocultarse y vivir, primero de lo robado en las joyer¨ªas de Bruselas justo antes de la liberaci¨®n de la ciudad, despu¨¦s de los encargos para su empresa de construcci¨®n que le filtraban los jerifaltes franquistas.
El libro La campa?a de Rusia fue escrito en Espa?a y prohibida su difusi¨®n en distintos pa¨ªses europeos. Lo comenz¨® en el hospital general Mola, de San Sebasti¨¢n, mientras se repon¨ªa de las heridas -¨¦stas s¨ª fueron reales, no como las que contaba de sus batallas en el frente ruso- causadas por el choque de su Heinkel sin gasolina contra las aguas del Cant¨¢brico. Y el libro ha ayudado a Littell a dar credibilidad a Aue, a ese fascista cultivado, mit¨®mano, pol¨ªglota, homosexual, mel¨®mano, asesino e incestuoso, que teme "lo femenino y lo l¨ªquido", y que lleva sobre sus espaldas de ficci¨®n toda la verdad de Les bienveillantes. La oposici¨®n b¨¢sica entre lo seco y lo h¨²medo, a la que hace referencia Littell en su librito, es declinada de mil maneras, en mil im¨¢genes, pero sirve de norma de comportamiento a un tipo que, como Degrelle, atraviesa toda la guerra y logra organizarse otra vida: Aue como discreto empresario y esposo; Degrelle como fanfarr¨®n capaz incluso de atribuirse la paternidad de Tint¨ªn. La mentira nunca hizo retroceder a los fascistas. -
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