El miedo sigue andando por Mondrag¨®n
Nada recuerda el asesinato de Isa¨ªas Carrasco, pero los terroristas de ETA s¨ª tienen reservado un lugar privilegiado en el centro del pueblo
La cita es con Francisco Garc¨ªa y Aritz Arrieta, dos de los cuatro concejales socialistas de Mondrag¨®n, pero el reportero decide entrar antes en la sucursal del Banco Guipuzcoano. El director, un hombre joven y amable, atiende enseguida al potencial cliente. Le regala un apret¨®n de manos y le se?ala un asiento de su despacho.
-D¨ªgame, ?qu¨¦ desea?
-Me ha sorprendido ver las fotos de 18 terroristas de ETA en la verja del banco...
-Bueno, eh..., ver¨¢... Es que siempre han estado ah¨ª...
-Creo que despu¨¦s del asesinato de Isa¨ªas Carrasco la gente las quit¨®...
-S¨ª, y "ellos" volvieron a ponerlas hace unos d¨ªas...
-?Y usted piensa mandar que las quiten otra vez?
"Los retratos de los etarras siempre han estado ah¨ª. Nadie se ha quejado...
" Hay pintadas que piden directamente: "?Fuego a los espa?oles!"
Frente al cuartel de la Ertzaintza hay un mural gigante contra... la polic¨ªa
"S¨®lo cuatro funcionarios nos han dado el p¨¦same por el asesinato"
-Es que no depende de m¨ª. Depende del Ayuntamiento.
-Pero est¨¢n en su banco...
-S¨ª, pero bueno, siempre han estado ah¨ª...
-?Usted dejar¨ªa poner unos carteles del BBVA anunciando cr¨¦ditos m¨¢s baratos?
-Hombre, eso es distinto... Adem¨¢s, este edificio es patrimonio hist¨®rico
-Pues que supongo yo que ser¨¢ el Ayuntamiento el que tendr¨¢ que quitar los carteles... O [cada vez m¨¢s inc¨®modo] que tendr¨¢ que ser la direcci¨®n del banco, pero yo c¨®mo me voy a poner a quitar esos carteles...
-?Se han quejado los clientes por tener que entrar en el banco entre las fotos de los terroristas?
-No, nunca nadie se ha quejado. Habr¨¢ visto que el pueblo est¨¢ todo igual. Y a los de La Caixa, ya se lo habr¨¢n dicho, hasta les quemaron la sucursal...
El director no tiene m¨¢s que decir. A modo de despedida se encoge de hombros.
De camino al Ayuntamiento, el visitante a¨²n puede ver en otra callejuela los rostros de los 18 etarras hijos del pueblo protegidos por unos escapularios de una Virgen local. Las paredes est¨¢n llenas de carteles -por la autodeterminaci¨®n, contra el tren de alta velocidad, por el acercamiento de los presos de ETA- y de numerosas pintadas. La mayor¨ªa ataca al PSOE y al PNV -dispuestos a sacar a ANV de la alcald¨ªa por su negativa a condenar el asesinato de Isa¨ªas Carrasco-, pero otras prefieren cortar por lo sano:
-?Fuego a los espa?oles!
Por supuesto, ninguna pintada, ning¨²n cartel, ning¨²n balc¨®n recuerda que aqu¨ª, hace s¨®lo mes y medio, un terrorista de ETA vaci¨® su cargador contra un hombre indefenso delante de su familia.
Mondrag¨®n -23.000 habitantes y 45 millones de euros de presupuesto- es un buen lugar para los militantes del spray. Su m¨¢xima conquista se puede admirar en la avenida principal de entrada al pueblo. Los radicales han pintado con mucho mimo y bastantes horas de trabajo un mural contra la "represi¨®n policial". No obstante, lo que m¨¢s llama la atenci¨®n del forastero no es la precisi¨®n en el trazo, ni la variedad de colores, ni siquiera el tama?o gigantesco del mural, sino que est¨¢ situado -la m¨¢xima burla- justo enfrente de la comisar¨ªa de la Ertzaintza...
Francisco Garc¨ªa y Aritz Arrieta se encuentran en su despacho, una buhardilla del tercer piso del Ayuntamiento. El reportero ha llegado hasta all¨ª sin que ninguno de los polic¨ªas locales de la puerta le hayan preguntado a d¨®nde va ni qu¨¦ lleva en la mochila -tampoco lo har¨¢n al d¨ªa siguiente ni al otro-. No hay c¨¢maras de v¨ªdeo ni ning¨²n tipo de control. La seguridad de los cuatro concejales socialistas o de la ¨²nica edil del PP depende tan s¨®lo del celo de sus guardaespaldas. No se sienten m¨¢s protegidos aqu¨ª que en medio de la calle. Y, adem¨¢s, la frialdad que les rodea es absoluta. "De los 220 funcionarios municipales", se lamenta Francisco Garc¨ªa, "no m¨¢s de cuatro han cruzado esa puerta para darnos el p¨¦same por el asesinato de Isa¨ªas...".
Aritz Arrieta tiene otra estad¨ªstica a¨²n peor. 48 horas despu¨¦s del atentado, a ¨¦l le toc¨® hacer de compromisario en un colegio electoral en el que votaron m¨¢s de 400 vecinos de Mondrag¨®n.
-S¨®lo uno se dirigi¨® a m¨ª para decirme que lo sent¨ªa. El resto hac¨ªa como que no me ve¨ªa. Ni siquiera nuestros votantes cruzaban su mirada conmigo, por miedo a que alguien los descubriera.
-?Nos vamos a almorzar?
Francisco y Aritz llaman a sus escoltas. El dispositivo de seguridad se pone en marcha. Los desplazamientos por el pueblo -las entradas y salidas de sus domicilios- son los momentos m¨¢s peligrosos. Ellos saben que el d¨ªa que se acomoden, que decidan ir dos veces seguidas al mismo sitio a la misma hora, estar¨¢n poniendo en peligro sus vidas y las de sus escoltas. Por eso, comunican a sus guardaespaldas la direcci¨®n de destino -en este caso, un restaurante a las afueras de Mondrag¨®n- y dejan que sean ellos los que dise?en la ruta, que casi nunca es la m¨¢s corta ni la m¨¢s r¨¢pida. Sentado en el asiento de atr¨¢s, junto a Francisco Garc¨ªa, observando la tensi¨®n de sus escoltas, sus esfuerzos por enga?ar a un asesino invisible pero real, el periodista no puede dejar de admirar la valent¨ªa tranquila de este hombre maduro y del joven que viaja en el coche de atr¨¢s. Tan distintos y a la vez tan parecidos.
Francisco es de origen andaluz, pero lleva en Mondrag¨®n toda la vida. Trabaj¨® en Fagor, una de las empresas de MCC (Mondrag¨®n Corporaci¨®n Cooperativa) y fue compa?ero y amigo de Jos¨¦ Miguel Gaztelu, uno de los cuatro secuestradores de Ortega Lara. "Me enter¨¦ de su detenci¨®n porque no vino a trabajar la ma?ana de la liberaci¨®n. Fue uno de los mayores varapalos de mi vida. Aqu¨ª tu vecino m¨¢s amable puede ser tambi¨¦n tu asesino". Garc¨ªa, como tantos otros, vivi¨® feliz en Mondrag¨®n hasta que se conoci¨® su militancia pol¨ªtica. "Sal¨ª en unos papeles de ETA, me pusieron un patrullero de escolta y aun as¨ª un mes despu¨¦s me quemaron el coche". Desde entonces hasta ahora, todo lo imaginable. Francisco es un hombre prudente al que no le gusta airear su angustia, pero aqu¨ª todo el mundo sabe lo que padeci¨® cuando el mayor de sus tres hijos se afili¨® a las Juventudes Socialistas. Sufri¨® acoso y amenazas a los 17 a?os y a los 19 ya llevaba escolta. Hasta que el padre consigui¨® convencerlo:
-Tienes que dejar la pol¨ªtica. Con que maten a uno de la familia ya es suficiente.
La historia de Aritz, como su nombre propio indica, es bien distinta. Nacido en Mondrag¨®n de padres nacionalistas, educado en euskera, decidi¨® meterse en las juventudes del PSE.
-Una noche, estaba paseando al perro, y me tiraron tres cohetes. Me pasaron rozando...
Se resisti¨® tres meses, pero al final no tuvo m¨¢s remedio que admitir la escolta. Y fue entonces cuando, por arte de magia, desaparecieron todos sus amigos. "A la gente le da miedo que la identifiquen contigo. Te cruzas con compa?eros con los que has compartido a?os de colegio y se cambian de acera". Aritz sabe que, para el nacionalismo radical, ¨¦l es la oveja negra:
-Para ellos soy m¨¢s espa?ol que nadie, m¨¢s fascista que nadie. Deben pensar -a?ade sonriendo- que los he traicionado.
Ya sentados a la mesa, la conversaci¨®n va y viene de la pol¨ªtica a la vida. Est¨¢n indignados con la actitud de Izquierda Unida. El portavoz en Mondrag¨®n, Ander Rodr¨ªguez, sigue resisti¨¦ndose a apoyar la moci¨®n para echar a la alcaldesa de ANV, Inocencia Galparsoro. Rodr¨ªguez, pese a las amenazas de Gaspar Llamazares, sigue situado m¨¢s cerca del nacionalismo radical -con quien ha venido compartiendo labores de gobierno- que con el sufrimiento de los socialistas. Este peri¨®dico intent¨® el viernes obtener su opini¨®n sobre la situaci¨®n que se vive en Mondrag¨®n. "Voy a mantener un riguroso silencio", fue su ¨²nica respuesta.
Pero lo que de verdad preocupa a Francisco y a Aritz es la situaci¨®n de la familia de Isa¨ªas Carrasco. Aquel maldito 7 de marzo, estos dos hombres tambi¨¦n estaban almorzando juntos. Una llamada al tel¨¦fono de Francisco los puso sobre aviso: "Han disparado contra Isa¨ªas en la puerta de su casa". Estaban a s¨®lo 100 metros y echaron a correr seguidos de sus guardaespaldas.
-Hasta que lleg¨® la ambulancia, intentamos darle ¨¢nimos. ?l quer¨ªa decirnos algo, pero el tiro en la garganta se lo imped¨ªa...
Mientras consolaba a su amigo Isa¨ªas, el tel¨¦fono de Aritz sonaba sin parar. Seg¨²n pudo ver despu¨¦s, una de las llamadas perdidas era de su padre. Alguien lo hab¨ªa llamado a la f¨¢brica para decirle que hab¨ªan disparado contra un concejal de Mondrag¨®n. En aquellos momentos de confusi¨®n, pens¨® que pod¨ªa tratarse de su hijo.
-Lo que m¨¢s nos preocupaba ahora es Adei, el hijo de Isa¨ªas, que s¨®lo tiene cuatro a?os. El padre lo dej¨® en el portal justo antes de que le dispararan. Hubo unos momentos de confusi¨®n en los que nadie sabe d¨®nde estaba el cr¨ªo. Nadie sabe lo que realmente vio.
Junto a los retratos de los 18 terroristas de ETA colocados en la verja del Banco Guipuzcoano de Mondrag¨®n hay una silueta en negro, un lugar reservado para un asesino m¨¢s. Diecinueve homenajes para los vecinos que matan, ninguno para los vecinos que mueren.
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