El arte que habla
En una sala del espl¨¦ndido Museo de Arte Contempor¨¢neo del Centro Cultural Conde Duque se exhibe la muestra Retratos con conversaci¨®n, que su autor, el pintor F¨¦lix de la Concha, no considera cerrada sino en expansi¨®n, porque su mirada a¨²n se encuentra en pleno rendimiento para indagar en los matices que los colores y su habilidad pueden arrancar del alma de los retratados. Sus modelos son escritores, cient¨ªficos, m¨²sicos..., proceden de distintas esferas y desde ahora tienen en com¨²n el haber pisado el estudio de De la Concha y compartir las mismas paredes del museo.
Los retratos los realiza en movimiento, en el transcurso de dos horas de conversaci¨®n en que, aunque imperceptiblemente, todo va cambiando de aspecto. Seguramente s¨®lo un pincel y una c¨¢mara de fotos son capaces de registrar algo tan pasajero como la luz. Precisamente a explicar c¨®mo se le echa el lazo a un reflejo dedic¨® V¨ªctor Erice su minuciosa y ejemplar pel¨ªcula El sol del membrillo, donde podemos contemplar c¨®mo Antonio L¨®pez trabaja duramente para retener luces y sombras. As¨ª que no es de extra?ar que fuese la pintura la que ense?ase al cine c¨®mo manipular la luz y crear la sensaci¨®n de que una vela iluminaba una cara. Por su parte, F¨¦lix de la Concha tambi¨¦n trata de apresar el movimiento y por eso no exige que sus modelos se mantengan paralizados, sino que parece considerar que hay que estar en sinton¨ªa con ese instante que nunca se detiene.
La voz transmite juventud o vejez, entusiasmo o aburrimiento, crispaci¨®n, iron¨ªa, afecto
Pero la exposici¨®n no s¨®lo se ve sino que se escucha, y se complementa con unos auriculares con que asistir a una conversaci¨®n que parece emanar del semblante y el gesto que tenemos enfrente. Se trata de un conjunto vivo capaz de ofrecer el testimonio audiovisual de una ¨¦poca. Una combinaci¨®n audaz que incorpora a la pintura las nuevas tecnolog¨ªas y la rescata de su soledad.
La mirada de una persona es importante, la sonrisa tambi¨¦n, pero la voz es definitiva. La sentimos como su esencia quiz¨¢ porque sale de muy dentro, de los pulmones, casi del coraz¨®n. Adem¨¢s, el tiempo se va quedando en la voz casi m¨¢s que en la piel. De hecho, se puede huir de las arrugas, pero no de la voz. La voz transmite juventud o vejez, entusiasmo o aburrimiento, crispaci¨®n, iron¨ªa, desconsideraci¨®n, afecto. Es raro lo que ocurre con la voz, es lo m¨¢s independiente de nuestra persona, es como una parte de nuestro ser recorriendo el aire, que a veces ni se nos parecen, como esas voces profundas desprendi¨¦ndose de cuerpos menudos o voces cazalleras en rostros angelicales. Se podr¨ªa decir que tiene vida propia y el poder de provocar atracci¨®n o rechazo por s¨ª sola. Soy de la opini¨®n de que la voz tiene un impacto demasiado importante en nosotros, como si saliera directamente de las profundidades de la mente cuando s¨®lo viene de las cuerdas vocales.
Conozco gente especialmente cuidadosa con el potencial de su voz y resulta llamativo c¨®mo algunos, cuando quieren impresionar, la cambian al hablar por tel¨¦fono para hacerla m¨¢s distinguida o cultivada. Cambian la voz de andar por casa por otra importante, de aristas m¨¢s marcadas y tono m¨¢s bajo y grave. Es como si le pusieran un traje de Armani a la voz. En cuanto a nosotras, ya tenemos comprobado que la voz aflautada no se la toma en serio nadie, por lo que algunas, para hacerse respetar, no han tenido m¨¢s remedio que amaestrarla y endurecerla. Cuesti¨®n de supervivencia. Por cierto, hace unos d¨ªas se ha celebrado el D¨ªa Mundial de la Voz, y el que exista un d¨ªa as¨ª nos tendr¨ªa que dar qu¨¦ pensar. Por lo visto nuestras cuerdas vocales vibran de cien a doscientas veces por segundo y el mal uso y abuso que hacemos de ellas pueden provocarnos serias lesiones. Los m¨¢s afectados hoy por hoy son los docentes, que no s¨®lo han de hacerse o¨ªr, sino que muchas veces han de intentar que su voz atraviese un muro de indiferencia.
Los otorrinolaring¨®logos proponen normas para cuidar la voz: evitar el ruido del medio ambiente porque obliga a elevarla, no agotar todo el aire de los pulmones y evitar que se noten las venas del cuello, que es prueba de que se grita. No es nada bueno gritar. Tambi¨¦n conviene mantener alejadas las tensiones psicol¨®gicas, causantes de que aumente la contracci¨®n de las cuerdas y que, por tanto, se produzcan da?os. Pues bien, s¨®lo hay que entrar en uno de nuestros restaurantes para prever c¨®mo van a evolucionar nuestras cuerdas vocales. Se empieza hablando y se acaba gritando para hacerse o¨ªr, para desahogarse y porque s¨ª, de forma que el ambiente acaba convirti¨¦ndose en una euforia colectiva que tambi¨¦n puede dejarnos sordos. Ya llegar¨¢ el D¨ªa Mundial del O¨ªdo (si es que no existe ya). Entonces hablaremos de la m¨²sica alta y del ruido de las motos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.