Cambio de era
La victoria electoral del obispo Fernando Lugo liquida una ¨¦poca en Paraguay
Que un obispo comprometido que colg¨® los h¨¢bitos hace tres a?os acabe en las urnas con la hegemon¨ªa m¨¢s prolongada del mundo de un partido sobre un pa¨ªs, es en s¨ª misma una saludable noticia. Si el pa¨ªs es Paraguay, es adem¨¢s alentadora. Porque Fernando Lugo, un abogado de los pobres -no se sabe todav¨ªa si a la manera de los te¨®logos de la liberaci¨®n o m¨¢s bien a la del vecino Lula da Silva-, al ganar claramente las elecciones ha desbancado con ello al Partido Colorado, capaz de acumular todas las corrupciones que permiten 61 a?os ininterrumpidos en el poder. Paraguay ha sido como una gran finca al servicio de los pol¨ªticos colorados, cuyo ejemplo m¨¢s conspicuo fuera el eterno dictador Alfredo Stroessner.
Es dif¨ªcil desde los par¨¢metros europeos entender cabalmente una formaci¨®n cuyo todav¨ªa representante en el poder, el presidente saliente Nicanor Duarte, considera que en seis d¨¦cadas -y desde luego en los ¨²ltimos cinco a?os de su mandato- no ha habido tiempo suficiente para cambiar la suerte de la escandalosa proporci¨®n de pobres que todav¨ªa hay entre sus seis millones de almas.
Sobre Lugo, que no tomar¨¢ posesi¨®n hasta mediados de agosto (demasiado tiempo para un pa¨ªs agitado como Paraguay) est¨¢ todo por verse. El obispo, suspendido de sus funciones por Benedicto XVI por entrar en pol¨ªtica, ha sido el estandarte victorioso de una alianza de partidos opositores y se considera a s¨ª mismo un independiente, simpatizante con los reg¨ªmenes izquierdistas moderados de Latinoam¨¦rica. Tendr¨¢ que lidiar no s¨®lo con un Parlamento en el que no tiene la mayor¨ªa absoluta, sino con la infiltraci¨®n y el control plenamente operativo, en cada uno de los niveles del poder, del omnipresente Partido Colorado.
Encerrado entre vecinos tan dominantes como Brasil y Argentina, Paraguay necesita imperativamente un crecimiento econ¨®mico sostenido del que se beneficien todos sus ciudadanos. La primera y peliaguda medida predicada por Lugo es multiplicar el precio de la electricidad que Asunci¨®n vende actualmente a precio de saldo a Brasil desde la gigantesca central conjunta de Itaip¨². El obispo Lugo va a llegar a la presidencia de Paraguay sin experiencia pol¨ªtica real y presumiblemente a merced de logreros, por un lado, y de las inevitables demandas de la izquierda, por otro. En un pa¨ªs que no recuerda otra cosa que oligarqu¨ªas, el experimento est¨¢ servido.
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