El sonido m¨¢s bello despu¨¦s del silencio
El sonido m¨¢s bello despu¨¦s del silencio: as¨ª se presentaba el sello ECM. En los a?os setenta, el alem¨¢n Manfred Eicher publicaba bajo portadas de una est¨¦tica tan elegante como fr¨ªa los discos de unos j¨®venes Chick Corea, Keith Jarrett y Pat Metheny. Y en el cat¨¢logo de maravillas de Edition of Contemporary Music se inclu¨ªan tambi¨¦n las primeras referencias de un brasile?o llamado Egberto Gismonti.
Gismonti estudi¨® en Par¨ªs con Nadia Boulanger, condisc¨ªpula de Ravel, amiga de Stravinski y profesora, entre otros, de Aaron Copland. Las clases se las pagaba trabajando para la cantante Marie Laforet. En el 36 de la Rue Bally, y ante una partitura corregida por ¨¦l una y otra vez, la venerable maestra le espet¨® lo que a Piazzolla a?os antes en la misma habitaci¨®n: est¨¢ muy bien escrita, pero no le encuentro a usted. La respuesta la acab¨® descubriendo en Villa-Lobos, que hab¨ªa recurrido al exuberante folclor musical de su pa¨ªs para elaborar sus obras.
Egberto Gismonti Am¨ªn naci¨® en 1947 en la peque?a localidad de Carmo, Estado de R¨ªo de Janeiro. Su padre pon¨ªa en el tocadiscos vinilos de artistas libaneses y su madre a cantantes mel¨®dicos italianos. El abuelo Antonio era maestro de banda y el suicidado t¨ªo Edgar compon¨ªa la m¨²sica de todos los eventos oficiales. Piano, contrapunto y armon¨ªa eran los platos cotidianos de la dieta acad¨¦mica del adolescente Gismonti, aderezados con las serenatas locales, y el jazz descubierto muy pronto en discos de Art Tatum, Wes Montgomery o Django Reinhardt.
La salida para el instrumentista es el aeropuerto, sol¨ªa decirse en Brasil, parafraseando una expresi¨®n de los tiempos de la dictadura. Y, en los setenta y ochenta, Gismonti recorri¨® media Europa en una camioneta vendiendo los discos tras sus conciertos. Grabaciones para ECM, con un refinad¨ªsimo trabajo t¨ªmbrico, como Sol do meio dia -producto de una convivencia inolvidable con los indios del Xing¨²-, M¨¢gico -con Charlie Haden y Jan Garbarek- o Dan?a das cabe?as -abierto a las improvisaciones con el percusionista Nan¨¢ Vasconcelos-; discos para EMI-Ode¨®n -Academia de dan?as, Cora??es futuristas, Circense...- con caleidosc¨®picos montajes orquestales.
Lyle Mays, corresponsable del Pat Metheny Group, dice que fue un modelo de c¨®mo puede usarse el canto de un ni?o y, justo despu¨¦s, una orquesta de c¨¢mara y un arsenal de sintetizadores. Sibila Godoy Vilela, autora hace diez a?os de una tesis doctoral sobre Gismonti, explica que su m¨²sica se basa en la repetici¨®n y superposici¨®n de peque?os motivos. En los cuadernillos de varios de sus discos pueden leerse citas literarias: "Sentir es comprender. Pensar es errar", de Fernando Pessoa, en Fantasia. Y en M¨²sica de sobreviv¨ºncia, crea a partir de aforismos de Manoel de Barros: "Todo aquello que nuestra civilizaci¨®n rechaza, pisa y mea encima, sirve para la poes¨ªa".
Egberto Gismonti -una pieza suya fue grabada por John McLaughlin y Paco de Luc¨ªa- viene ahora a Barcelona (Petit Palau, 7 de mayo). Estar¨¢ solo. Ante un piano de cola y con su guitarra de 10, 12 o 14 cuerdas. Para una m¨²sica que, en palabras de Mays, tiene un lado ¨¢spero que a veces aleja a la gente, pero cuyo fondo es absolutamente fascinante.
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