Ralentizaci¨®n econ¨®mica e inmigraci¨®n
Aunque no parece que haya acuerdo entre los especialistas en la materia respecto al grado de gravedad de la actual situaci¨®n econ¨®mica espa?ola y de si se trata de una simple desaceleraci¨®n del crecimiento o de una severa crisis, lo cierto es que la incidencia en el mercado de trabajo ya se ha empezado a notar.
La ralentizaci¨®n de la tasa de crecimiento de la econom¨ªa espa?ola est¨¢ teniendo reflejo obvio en el descenso de la tasa de empleo. Y este descenso afectar¨¢ tambi¨¦n, y quiz¨¢s en una proporci¨®n mayor, a los inmigrantes. En esta nueva situaci¨®n, los inmigrantes requerir¨¢n mayores prestaciones sociales, empezando l¨®gicamente por las de desempleo, pero no s¨®lo ¨¦sta.
La invitaci¨®n al retorno a sus pa¨ªses de origen, con el abono del seguro de paro al que tengan legalmente derecho, es una posible salida, pero s¨®lo cabe implementarla si se respeta escrupulosamente la voluntariedad de la decisi¨®n de los afectados. No es previsible, con todo, que se produzca un retorno masivo de inmigrantes.
La integraci¨®n de los inmigrantes supone aumentar recursos en sanidad y educaci¨®n
Incluso en ausencia de crisis econ¨®mica, el aumento de la poblaci¨®n provocado por la inmigraci¨®n implica un uso m¨¢s asiduo de los servicios sociales, ya de por s¨ª bastante insuficientes para los espa?oles de nacimiento. Este incremento del uso es una consecuencia normal del incremento demogr¨¢fico y precisa una respuesta pol¨ªtica que no deber¨ªa demorarse en el tiempo. Y si hay servicios sociales saturados por el aumento de poblaci¨®n, como ya sucede en la educaci¨®n y la sanidad p¨²blicas, incluso con anterioridad a la presente situaci¨®n econ¨®mica, la respuesta m¨¢s consecuente del Estado -y de las comunidades aut¨®nomas que tienen asumidas las correspondientes competencias- consistir¨ªa en incrementar los medios disponibles y la correspondiente dotaci¨®n econ¨®mica. Por el contrario, una respuesta injustificada, por no decir ileg¨ªtima, ser¨ªa la limitaci¨®n o la supresi¨®n de los derechos de los ciudadanos extranjeros.
En un Estado de bienestar digno de ese nombre, los servicios p¨²blicos b¨¢sicos han de adecuarse al aumento de la poblaci¨®n y a las nuevas coyunturas que vayan surgiendo. Y en una sociedad de inmigraci¨®n como es desde hace tiempo la sociedad espa?ola, resulta crucial para la convivencia insistir en la garant¨ªa de la igualdad de derechos entre nacionales y extranjeros. La integraci¨®n es, entre otras cosas, un proceso de equiparaci¨®n de derechos. Por ello mismo, nunca deber¨ªa hablarse de preferencia nacional (enti¨¦ndase, preferencia de los nacionales sobre los extranjeros), como defienden algunos partidos ultraderechistas europeos, sino de una preferencia por aquellos que est¨¢n en una situaci¨®n de necesidad, con independencia de cu¨¢l sea su origen. Se trata de una cuesti¨®n de justicia y de solidaridad.
Una pol¨ªtica de integraci¨®n de la inmigraci¨®n no puede tener otro objetivo que construir una sociedad integrada. Dicho de otro modo: se tratar¨ªa de evitar la conformaci¨®n de una sociedad fragmentada, compuesta por sociedades paralelas: una de primera categor¨ªa y otras de segunda, tercera o cuarta. Para ello se ha de propiciar que todos los individuos que habitan en el territorio del Estado disfruten de las mismas expectativas y las mismas posibilidades, pero tambi¨¦n que est¨¦n sometidos a las mismas exigencias y los mismos deberes. Fundamental para alcanzar esta meta es, sin duda, evitar la competencia entre los inmigrantes y la poblaci¨®n aut¨®ctona por unos recursos sociales limitados. Especialmente en una ¨¦poca de vacas flacas, la necesidad de evitar la competencia por los recursos p¨²blicos entre la poblaci¨®n aut¨®ctona y los inmigrantes obliga a reforzar los servicios p¨²blicos m¨¢s b¨¢sicos, como son la sanidad y la educaci¨®n, para evitar que ¨¦stos pierdan calidad para todos. Esta tarea es una responsabilidad inexcusable de los gobernantes. En cualquier caso, las repercusiones sociales negativas de la coyuntura econ¨®mica deben ser absorbidas por todos y no por un ¨²nico grupo social.
La inmigraci¨®n ha sido, sin duda, uno de los motores que ha permitido a Espa?a disfrutar de m¨¢s de 14 a?os de crecimiento sostenido. Pocos datos pueden aportarse que rebatan esta afirmaci¨®n. Y si esto es as¨ª, ahora, en tiempos de desaceleraci¨®n, no deber¨ªa olvidarse la importante contribuci¨®n de las personas inmigrantes al bienestar econ¨®mico que viene disfrutando la sociedad espa?ola. Esperemos que no surjan ahora voces que culpen de todos los males de la recesi¨®n econ¨®mica y de los reajustes capitalistas -el desempleo, la subida de los precios, el aumento de la delincuencia, la precariedad de los servicios sociales, etc¨¦tera- a la presencia de los inmigrantes.
Juan Carlos Velasco es investigador del Instituto de Filosof¨ªa del CSIC y responsable del proyecto nacional Pol¨ªticas migratorias, justicia y ciudadan¨ªa.
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