Un obispo con vocaci¨®n militar
El presidente electo de Paraguay dej¨® el Ej¨¦rcito para no afiliarse al Partido Colorado
Ni religioso, y de ninguna manera obispo; ni pol¨ªtico, y mucho menos presidente de la Rep¨²blica. Lo que de verdad quer¨ªa Fernando Lugo, de 56 a?os, cuando era joven era ser militar. Poco pod¨ªa imaginar aquel muchacho que cuando acab¨® la mili a finales de los a?os sesenta vio frustrado su sue?o de continuar en la milicia -por no pertenecer al omnipresente Partido Colorado- que casi 40 a?os despu¨¦s los paraguayos le iban a elegir para presidir el pa¨ªs. Desde el d¨ªa que tuvo que dejar el uniforme en el armario, Lugo recorri¨® varias etapas cada una de las cuales cincel¨® el pensamiento pol¨ªtico del nuevo presidente paraguayo.
Desde muy peque?o, Lugo ya conoc¨ªa el sabor agridulce de la pol¨ªtica. En el lado bueno, como sobrino por parte de madre de Epifanio Mendez Fleitas -escritor, m¨²sico y l¨ªder hist¨®rico colorado- hab¨ªa vivido en su casa de San Solano, en el distrito paraguayo de San Pedro, sus discusiones, intercambio de ideas y ambiente de ideales. "Mi familia lo lleva en la sangre", ha se?alado en repetidas ocasiones.
Trabaj¨® mucho con los ind¨ªgenas y conoci¨® la teolog¨ªa de la liberaci¨®n
En Italia qued¨® fascinado por el poder organizativo de los sindicatos
Pero en el reverso amargo tambi¨¦n hab¨ªa sufrido lo que es estar en la oposici¨®n. Porque la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989) no perdonaba a ninguna voz disidente, ni aunque fuera dentro de su propio partido. Sus padres fueron encarcelados al menos en una veintena de ocasiones y varios de sus hermanos fueron torturados y se exiliaron.
Pero cuando se es el menor de seis hermanos de una familia humilde no hay mucho tiempo para perderlo en lamentaciones. Con su rev¨¦s vocacional militar a cuestas, Lugo no tard¨® en encaminar sus pasos en otra direcci¨®n y solicit¨® la admisi¨®n en el noviciado de los Misioneros del Verbo Divino, una comunidad religiosa caracterizada por su pluralidad cultural y ¨¦tnica. En parte, un reflejo mismo de Paraguay, un pa¨ªs mestizo donde el 90% de la poblaci¨®n adem¨¢s del castellano habla el guaran¨ª, idioma que Lugo conoce perfectamente.
Ordenado sacerdote en 1977, su primer destino fue la provincia ecuatoriana andina de Bol¨ªvar, donde conoci¨® a un hombre que le marc¨® profundamente. Se trata de Le¨®nidas Proa?o, conocido como el obispo de los pobres. Lugo siempre ha llamado a Proa?o "mi maestro".
A las ¨®rdenes de Proa?o trabaj¨® con ind¨ªgenas, comunidades cristianas de base y entr¨® en contacto con la teolog¨ªa de la liberaci¨®n, de la que no obstante ya consideraba equivocado que en la "opci¨®n por los pobres" se admitiera la incursi¨®n pol¨ªtica de religiosos en activo. Un punto de vista que hizo aparecer a los ojos de la jerarqu¨ªa cat¨®lica a este sacerdote de pelo largo y barba descuidada, con un cierto aire a Che Guevara que se mov¨ªa en moto y a caballo por los caminos de tierra como alguien a quien hab¨ªa que seguirle la pista.
En Ecuador, Lugo hizo de la igualdad de oportunidades uno de los ejes de su ideario. ?l mismo daba clases en un colegio particular donde puso su empe?o en que fueran admitidos ni?os de bajos recursos econ¨®micos.
Su personalidad no hab¨ªa pasado desapercibida en la curia local, pero en vez de colocarlo en la casilla de los sospechosos -bastante ocupada a principios de los ochenta-, el Vaticano consider¨® a Lugo un candidato interesante a puestos de mayor relevancia en la jerarqu¨ªa. Es enviado a Roma en 1983, donde se especializa en la Universidad Gregoriana en Doctrina Social de la Iglesia. En el mundo desarrollado el sacerdote aprendi¨® otra lecci¨®n. Qued¨® impresionado por el poder de convocatoria y organizaci¨®n de los sindicatos italianos y descubri¨® que as¨ª "es posible hacer lo que la gente cree imposible", una m¨¢xima que figurar¨¢ en cabeza de su ideario pol¨ªtico.
Tras cuatro a?os en Italia, regres¨® a Paraguay e integr¨® las comisiones m¨¢s importantes de la jerarqu¨ªa local. Y as¨ª en 1997 fue ordenado obispo de su San Pedro natal. Lugo puso entonces en marcha muchas de las cosas que hab¨ªa aprendido. Los pobres y los ind¨ªgenas fueron su prioridad. Se convirti¨® en un l¨ªder natural de miles de personas para las que el poder pol¨ªtico era incapaz de escuchar y mucho menos solucionar nada.
A estas alturas, sab¨ªa ya que era inevitable ignorar la llamada de la sangre pol¨ªtica. En 2005, Lugo pidi¨® a Juan Pablo II que le hiciera obispo em¨¦rito y comenz¨® a barruntar la ca¨ªda del Partido Colorado.
Un a?o despu¨¦s, organiz¨® el movimiento Resistencia Ciudadana y se lanz¨® a la arena pol¨ªtica liderando una marcha de miles de personas contra el Gobierno. Y de ah¨ª al domingo pasado, cuando Paraguay, aunque perdi¨® un oficial y un obispo, gan¨® un presidente.
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