Eutanasia
Una ciudad en la que todav¨ªa hay tranv¨ªas. Y canales. Donde puedes disfrutar de Rembrandt y de Van Gogh. O inhalar relajante y risue?o humo en los coffee shops sin que te sobresalten los guardianes de la ley. Es de noche en Amsterdam. Enfocan una ventana en penumbra. Nos cuentan que en esa casa una anciana arrasada por el c¨¢ncer y sus inimaginables dolores ha tomado un l¨ªquido que le ha suministrado su m¨¦dico. El sabor debe ser horrendo. Al principio casi lo vomita. Contin¨²a, se lo acaba. Se quita las gafas, llama a su marido, le besa, le susurra: "Adi¨®s, compa?ero". La palma.
Lo describen en el documental Mi muerte es m¨ªa. Hablan de la anatematizada eutanasia, del suicidio asistido, de ese tema que la Iglesia condena y se le atraganta incluso a los pol¨ªticos que se lo montan de progresistas. Las dos complejas y emocionantes protagonistas explican con desarmante l¨®gica y dolorida humanidad su decisi¨®n de que les ayuden a irse. Tambi¨¦n entiendes a su solidario y piadoso verdugo: "Desde siempre, los m¨¦dicos han ayudado a morir a los pacientes, tambi¨¦n en Espa?a, pero era algo secreto, no se pod¨ªa hacer de forma legal".
Una militante asegura que en Espa?a los partidos pol¨ªticos no van a poder permitirse el lujo de seguir ignorando la presi¨®n social y cultural sobre la legitimidad de la eutanasia. Lo har¨¢n si temen perder votos. Qu¨¦ man¨ªa la de los que est¨¢n sanos con no dejar morir a los enfermos como ellos deseen. En nombre de que la vida es de Dios. Heavy.
?Y qu¨¦ les va a ocurrir a los cat¨®licos que poseyendo tumores incurables en el cuerpo o en el alma se suicidan o piden que les aceleren el final? ?Les va a aplicar tormento Pedro Botero hasta la eternidad? Montserrat Cava, que pide la muerte cuando ya no pueda valerse por s¨ª misma, lee en un folleto oficial: "El ¨²nico sedante homologado es la extremaunci¨®n". No es humor negro.
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