Contradicciones
Tras el periodo de excepci¨®n que supuso la anterior legislatura por las extraordinarias circunstancias que alumbraron su nacimiento, ahora mismo deber¨ªamos estar asistiendo a la recuperaci¨®n de la normalidad parlamentaria. Sin embargo, no est¨¢ claro que vaya a ser as¨ª. Es verdad que, durante el debate de investidura, todas las fuerzas pol¨ªticas prometieron renunciar a la confrontaci¨®n. Pero los medios de informaci¨®n que fueron sus principales promotores no han prometido nada parecido. Y los m¨¢s adictos a crispar han seguido insistiendo con descargas adicionales de crispaci¨®n, desplegando para ello una nueva campa?a de acoso y derribo, aunque esta vez dirigida no contra el vencedor presidente del Gobierno sino contra el derrotado presidente del PP, a fin de espolearle para que vuelva a las andadas confrontadoras renunciando a la prometida distensi¨®n. ?Qu¨¦ pasar¨¢? Cabe temerse lo peor pues, a juzgar por los precedentes, Rajoy no parece hombre capaz de resistir las presiones de sus medios afines. De momento, los primeros s¨ªntomas son muy inquietantes, pues el pacto que se precisa para desbloquear los ¨®rganos jurisdiccionales est¨¢ de nuevo en el aire. Y, mientras tanto, los barones territoriales han reabierto el frente del Ebro declarando una nueva guerra del agua que no augura nada bueno.
?C¨®mo interpretar esta persistencia de una crispaci¨®n que se resiste a salir de nuestro escenario pol¨ªtico? ?Se debe s¨®lo a la deformaci¨®n profesional de unos periodistas que identifican su ¨¦xito empresarial con el envilecimiento de la pol¨ªtica? ?O hay algo m¨¢s? ?Existen razones m¨¢s profundas que hacen aflorar a la superficie nuevas emisiones de crispaci¨®n subyacente? Una posible explicaci¨®n ser¨ªa la de que, una vez concluida la legislatura anterior, ya pueden reabrirse las viejas contradicciones internas que permanec¨ªan ocultas. Es la interpretaci¨®n que al parecer propuso Zapatero ante la ejecutiva socialista para explicar la lucha entre Rajoy y Aguirre como una crisis del PP pendiente de resolver desde su derrota de 2004. Algo veros¨ªmil, en efecto, pues durante la pasada legislatura el PP no acert¨® a resolver sus contradicciones internas, tras negarse a reconocer que perdi¨® las elecciones por los abusos de poder del ¨²ltimo Gobierno Aznar. De ah¨ª que, al no atreverse a formular en p¨²blico su autocr¨ªtica, Rajoy se viese obligado a asumir la agenda conspiranoica que le impuso la prensa aznarista. Y s¨®lo ahora, tras purgar aquella sumisi¨®n con una nueva derrota, Rajoy se siente liberado para proclamar su voluntad de independencia frente a los medios aznaristas que le presionan, urdiendo contra ¨¦l una conspiraci¨®n liderada por Esperanza Aguirre.
Pero hablando de contradicciones internas. Es verdad que el PP est¨¢ desgarrado por las antag¨®nicas fracturas que se le abrieron en el ¨²ltimo mandato de Aznar y que precipitaron su tr¨¢gico final. Pero ?qu¨¦ decir del PSOE? ?Acaso el partido de Zapatero no est¨¢ tambi¨¦n desgarrado por sus propias contradicciones internas? Con esto no me refiero a las procedentes del 11-M (victoria inmerecida como subproducto del voto de castigo al PP), pues ¨¦sas han quedado saldadas tras su triunfo inequ¨ªvoco del 9-M. No obstante, para sacar adelante con ¨¦xito su primera legislatura, Zapatero hubo de adoptar arriesgadas decisiones (pactos estatutarios con exclusi¨®n del PP, imprudentes negociaciones con ETA) que han abierto en el PSOE claras contradicciones internas, apenas disimuladas por el retroceso nacionalista que ha permitido su moment¨¢nea victoria en las urnas. Unas contradicciones que han aflorado por la tensi¨®n entre el PSOE y el PSC (reabriendo, entre otros frentes, la guerra del agua y la batalla de la financiaci¨®n auton¨®mica) y que pronto podr¨ªan aflorar tambi¨¦n frente al PSE (seg¨²n c¨®mo evolucione la crisis actual del nacionalismo vasco).
Y unas contradicciones que tambi¨¦n se descubren en la reestructuraci¨®n del Gobierno. Bajo el efectismo medi¨¢tico del igualitarismo de g¨¦nero y la imposici¨®n de Sebasti¨¢n como sucesor de Solbes, subyace la sospecha de una inquietante derechizaci¨®n, que se manifiesta en el cambio de rumbo en materia de inmigraci¨®n y derechos sociales. Frente a la regularizaci¨®n del trabajo sumergido que gestion¨® Caldera, el nuevo racionamiento de derechos que administrar¨¢ Corbacho por orden de antig¨¹edad. Y frente al prometido desarrollo de una red de servicios sociales prevista en la Ley de Dependencia, su ominoso destierro (y quiz¨¢s entierro) al flamante Ministerio de Educaci¨®n y Asuntos Sociales, donde quedar¨¢ sepultada en una pol¨ªtica asistencial de protecci¨®n a las familias que traiciona la protecci¨®n universal a las personas titulares de derechos. Pues subsidiar a las cuidadoras dom¨¦sticas margin¨¢ndolas de la participaci¨®n laboral implica una flagrante contradicci¨®n con el supuesto feminismo del reparto de carteras.
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