S¨®lo aromas de Morante de la Puebla en la corrida de Illumbe
Tercera Corrida Concurso de Ganader¨ªas. Toros de Zalduendo, Victoriano del R¨ªo, Jandilla, N¨²?ez del Cuvillo devuelto, en su lugar sali¨® uno de Fuente Ymbro, otro toro de Fuente Ymbro y El Ventorrillo.
Morante de la Puebla, fuerte ovaci¨®n en su primero y oreja en su segundo. El Juli, ovaci¨®n en los dos. Eduardo Gallo, ovaci¨®n con petici¨®n de oreja y silencio. Illumbe. Media entrada.
El aliciente de las corridas concurso consiste en ver a los toros c¨®mo acuden al cite del caballo. En ese sentido s¨®lo hubo dos toros, el primero de Zalduendo y el quinto de Fuente Ymbro, que dieron buena nota. Pero el inconveniente que tiene es que despu¨¦s, a la hora de tomar los enga?os y de acudir a la muleta, esa alegr¨ªa que tienen al ir al encuentro de los caballos, se ve mermada por una falta de bravura. Es verdad que el primer toro era dulz¨®n y bob¨®n, pero carente de la suficiente bravura para considerarlo un toro de bandera. Lamentablemente a los toros hay que juzgarles desde que salen hasta que mueren. Y ayer, solo dos toros tuvieron unos ciertos chispazos, justo a la hora de galopar con buen son hacia los petos de las monturas.
Se ech¨® en falta un toro con bravura, m¨¢xime en una tarde de concurso
Respecto a los toreros, nos quedamos con ciertos aromas de Morante de la Puebla en sus dos toros. Tore¨® con muletazos en ocasiones con la templanza que atesora su mu?eca. Su dulce mu?eca. El Juli no tuvo suerte con los toros. El primero no ten¨ªa fuerza y el segundo parec¨ªa que iba a dar buen juego y al final se raj¨®. De todos modos, se vio que el joven maestro est¨¢ con sitio y con poder. En su haber una gran estocada a su segundo toro. Eduardo Gallo fue la mancha negra de la tarde como torero. En su primero, estuvo bullidor pero movi¨¦ndose continuamente y sin profundizar, haciendo un toreo como de escayola. Es decir, agarrotado y tenso, sin un ¨¢tomo de calidad. En su segundo, la vulgaridad ya rall¨® con lo indecibla. A un toro que no ten¨ªa un pase se empe?¨® en darle pases, lo que result¨® de una vulgaridad pasmosa.
Se ech¨® en falta la presencia de siquiera un toro con bravura, con eso que es el abc del espect¨¢culo taurino: un toro que cumpla la funci¨®n para la que se le ha criado, que es, que envista y que defienda sus terrenos, o sea, sus querencias para delectaci¨®n de eso que llamamos el planeta de los toros.
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