M¨¢s all¨¢ de un resultado
Vive el Bar?a un tiempo de zozobra, angustiado ante el v¨¦rtigo que supone para una instituci¨®n de tanto calado quedarse sin t¨ªtulos por segundo a?o consecutivo. En el Bar?a, como en el Manchester United, el Milan y el Real Madrid, el ¨²nico objetivo posible son los tronos, pero nada te los garantiza. Los rivales no son molinos. El deporte es competici¨®n y, por tanto, los grandes clubes m¨¢s que nadie est¨¢n obligados a ser competentes hasta el final. ?se es el gran pecado del Bar?a de este curso, su aton¨ªa, su dejadez en la Liga y su desfachatez en la Copa y la Supercopa. Despedirse de una Liga de Campeones en las semifinales y ante un contrario como el Manchester no supondr¨ªa ninguna catarsis si no fuera por la irritante dimisi¨®n del Bar?a semana a semana, lastrado por la hoguera de vanidades que su presidente y coristas han atizado en el vestuario, con cierta complicidad del entrenador, un asalariado de lujo que no ha sabido cambiar el manual de sus primeras temporadas en el Camp Nou.
El Bar?a, y no s¨®lo en Riazor, ha destilado una inmensa pereza profesional, ajeno por completo a los deseos de su hinchada, que, como cualquier otra de una superpotencia, se siente estafada cuando jornada a jornada su ilusi¨®n supera con creces la que demuestran los jugadores. Unos futbolistas, la mayor¨ªa, m¨¢s preocupados por el jolgorio nocturno, los viajes de far¨¢ndula, los asuntos rosas de cada cual o los funerales de poetas comprometidos con no s¨¦ qu¨¦ causa. Una cosa es tener un bache y otra muy distinta hacer novillos cada semana. De esa forma se pierden los buenos h¨¢bitos y en el examen final, cuando todo se juega a un solo bingo, el asunto resulta m¨¢s complicado. El Bar?a del curso pasado perdi¨® una Liga tras una gran remontada del Real Madrid, una situaci¨®n decepcionante para los cul¨¦s, pero posible. Lo de esta temporada ha resultado un fiasco monumental, con el equipo abanic¨¢ndose de etapa en etapa, sin posibilidades matem¨¢ticas de pelear por el t¨ªtulo a falta de cuatro jornadas, aunque moralmente capitul¨® hace meses, por m¨¢s que el futuro campe¨®n le diera todas las oportunidades del mundo.
Hace casi 20 a?os que un equipo no gana dos Copas de Europa consecutivas (Milan 1989-1990), lo que subraya que en el f¨²tbol de purpurina los ciclos se han acortado al m¨¢ximo y la globalizaci¨®n de los pagar¨¦s audiovisuales multiplica la competencia y estrecha las distancias. Hoy, todo resulta tan ef¨ªmero como Ronaldinho o la galaxia de Concha Espina. Por eso la autoridad debe prestar mayor atenci¨®n, ser m¨¢s intervencionista, no sentirse parte de la brillantina. En el Bar?a no se han tomado medidas pese a la referencia del espejo de Florentino P¨¦rez. ?ste dimiti¨® al no poder dar carrete a su lun¨¢tico y atractivo proyecto y el Real Madrid no se ha ca¨ªdo del pedestal. Ha recuperado buena parte de sus ancestrales valores y, aunque sea de forma m¨¢s terrenal, va camino de dos t¨ªtulos sucesivos para gozo de una hinchada que antes presum¨ªa de los zidanes y hoy hace la ola a un grupo con menos pasarela.
En el Bar?a se ha preferido ser m¨¢s contemplativo y se ha maquillado su tr¨¢nsito gracias a que rivales como el Celtic y el Schalke le han mantenido enchufado a la Liga de Campeones. Hoy tiene su primera gran oposici¨®n en el torneo. Si aprueba, esquivar¨¢ una catarsis, pero ni sellando el t¨ªtulo en Mosc¨² podr¨¢ evitar una mutaci¨®n tan urgente como imprescindible. El curso dura nueve meses y el Bar?a est¨¢ obligado a ser constante. Hay valores que no puede perder de vista. Una derrota en Old Trafford no deber¨ªa desencadenar un cataclismo, salvo que se contextualice con el resto de la temporada. Que ser¨ªa el caso. Una victoria no supondr¨ªa la redenci¨®n total. Si no se metabolizan como tal, a veces los ¨¦xitos accidentales s¨®lo prolongan la agon¨ªa. Por mucha complicidad directiva, m¨¦dica y medi¨¢tica que exista, ya deber¨ªan haberse superado aquellos tiempos presidenciales de Josep Llu¨ªs N¨²?ez en los que una Copa camuflaba otras penurias.
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