El fallo
Comeremos perdices. O at¨²n. Porque el secuestro del pesquero vasco por los piratas ha terminado bien. Sin embargo, persisten algunos nubarrones. Y un fallo. Desde luego, el pago del rescate empa?a bastante el asunto. La teor¨ªa dice que no hay que pagarlos. Y as¨ª ha sucedido en casos de pirater¨ªa a¨¦rea. Que es lo mismo que lo que ha ocurrido ahora pero volando. O en casos de secuestros por ETA, que son nuestros piratas aut¨®ctonos aunque se hayan reciclado en la extorsi¨®n. ?Qu¨¦ tiene de distinto este caso o el de los pesqueros en general para que se cambie la doctrina? Y digo en general porque los piratas cuentan hasta con bufetes de abogados en Londres para resolver esta clase de asuntos, prueba de la amplitud que tienen. ?Ser¨¢n distintas las leyes del mar? Ah¨ª, lo siento, debo encomendarme a los expertos porque visto as¨ª, desde tierra, todo parece lo mismo. Me refiero a que no se consigue hacer distinciones entre los secuestros, chantajes y abordajes marinos y los terrestres.
No hemos visto a nuestro 'lehendakari' tomando el tim¨®n de las operaciones con el 'Playa de Bakio'
Resulta en cierto modo comprensible que los familiares de los arrantzales no paren mientes en el c¨®mo se ha conseguido una vez han visto a los suyos liberados. Lo que ya no se entiende tanto es que algunos se hayan solidarizado con los secuestradores. Bueno, son pobres y tienen hambre, pero ?les impide eso pescar? Barcas tienen y paciencia como para pasarse d¨ªas y d¨ªas al acecho de los barcos. ?No podr¨ªan emplear todo eso en el at¨²n? Ya, que les faltan redes. Pues les quedan dos soluciones. O pescar a bazucazos y r¨¢fagas de kalashnikov o pedirles prestados, ya me entienden, trozos de red a cualquiera de los que est¨¢n pescando. A una mala podr¨ªan efectuar un secuestro r¨¢pido a cambio de unos cuantos atunes. Otra cosa que ha indignado bastante a la opini¨®n p¨²blica es que no haya marina de guerra protegiendo el caladero. Y ah¨ª, si me permiten, s¨ª que no tienen raz¨®n. Y no voy a referirme al precio que pod¨ªa alcanzar un pescado en el que se repercutiese lo que costar¨ªa mantener a una flota escoltando las faenas de pesca, sino a que igual no ten¨ªan que estar pescando all¨ª, aprovech¨¢ndose de que la pobreza y la propia debilidad del Estado hacen que los ind¨ªgenas no puedan explotar los caladeros. Aunque lo m¨¢s importante es que, habiendo tanta presencia internacional -espa?ola, rusa, china...-, y conociendo la peculiar idiosincrasia de los pescadores, cabe asegurar que el caladero resultar¨¢ esquilmado antes de que pueda llegar a las mesas de los organismos internacionales el tema de la escolta. Est¨¢ en nuestra naturaleza. De ah¨ª que ya no quede d¨®nde pescar. La prueba es que andamos pescando en aut¨¦nticos avisperos como los somal¨ªes. Pero he hablado de un fallo. Y para m¨ª es el punto crucial.
El fallo est¨¢ en que no hemos visto a nuestro lehendakari tomando el tim¨®n, y nunca mejor dicho, de las operaciones con el Playa de Bakio. Hombre, ya s¨¦ que no tenemos marina de guerra vasca, ni fuerza a¨¦rea, pero dado el protagonismo internacional que tanto gusta a nuestro Ibarretxe, se antoja un poco raro que no haya aparecido en las costas del Mar Rojo. ?O tan dif¨ªcil resultaba desplazarse en un helic¨®ptero de la Ertzaintza, aunque fuera haciendo escalas y saltos por media Europa y ?frica? Qu¨¦ foto nos hemos perdido. Y qu¨¦ ocasi¨®n ha perdido ¨¦l para ense?arse al mundo entero. Incluidos quienes le est¨¢n pirateando el Buru Batzar.
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