Alimentos m¨¢s caros: ?bendici¨®n o maldici¨®n?
El aumento del costo de la cesta b¨¢sica es una pesada losa para las capas m¨¢s pobres de la sociedad, sobre todo en los pa¨ªses m¨¢s desfavorecidos, donde el gasto medio en alimentaci¨®n representa entre el 60% y el 80% (en Catalu?a representa entre el 10% y el 20%). Pero, por otra parte, sabemos que buena parte de esta pobreza se sufre en el mundo rural o en familias expulsadas del campo. Entonces, la subida de los precios de los alimentos, ?es una bendici¨®n o una maldici¨®n? ?Este aumento de los precios de los alimentos va a repercutir en una mejora de los pagos a los productores de los mismos, tantas familias campesinas que sabemos que luchan desde hace muchos a?os para sobrevivir en un entorno muy hostil? Mientras que las pol¨ªticas se hab¨ªan olvidado de la importancia de un mundo rural vivo -con agricultores, con ganaderos que, adem¨¢s de producir buenos y saludables alimentos, mantuvieran el campo catal¨¢n activo y f¨¦rtil-, ?es la econom¨ªa real la que ha llegado para salvarles? Tenemos una buena oportunidad, pero confiar s¨®lo en unas leyes econ¨®micas para asegurar la reactivaci¨®n del sector agr¨ªcola es del todo insuficiente.
El aumento de los precios no se gu¨ªa por un cambio en el modelo que favorezca al peque?o agricultor
Una parte del fen¨®meno del aumento de los precios se debe a las caracter¨ªsticas intr¨ªnsecas del modelo agro-consumidor, que est¨¢ dificultando las condiciones de trabajo y vida en los ¨²ltimos a?os de los peque?os agricultores: la conversi¨®n del alimento en un producto comercializable, un commodity negociable a escala global. Como tal, est¨¢ crecientemente sujeto a la creaci¨®n de burbujas y fluctuaciones de precios derivadas de la entrada y salida de especulaci¨®n financiera, as¨ª como al control de oligopolios en la distribuci¨®n de los alimentos: las tres o cuatro cadenas de distribuci¨®n. Cuando la especulaci¨®n es hacia arriba, una peque?a parte puede repercutir para el agricultor en m¨¢s ingresos y un aumento de su bienestar a corto plazo, pero cuando la corriente es descendente, el ajuste es mucho m¨¢s brusco y pasa en muchas ocasiones por la expulsi¨®n de la actividad agr¨ªcola.
Mucho m¨¢s atractivo ser¨ªa que las fluctuaciones en los precios no se aceleraran por procesos especulativos, sino que disminuyeran, al tiempo que aumentaba el precio pagado al agricultor. Necesitamos las pol¨ªticas. Una manera efectiva de promocionar estas medidas ser¨ªa la internalizaci¨®n de los costes ambientales y sociales, que son por ahora ignorados. Nos explicamos. En el precio de los alimentos que consumimos en Catalu?a falta incorporar costes asociados, por ejemplo, al impacto sobre el cambio clim¨¢tico del transporte; a la gesti¨®n y el tratamiento de las aguas, necesario debido al uso exorbitante de pesticidas e insecticidas; a la p¨¦rdida de biodiversidad y calidad del suelo asociada al modelo de agricultura intensiva; a las necesidades sociales derivadas de los desplazamientos rurales, etc¨¦tera. La internalizaci¨®n de estos costes har¨ªa mucho m¨¢s rentables los productos de proximidad, adaptados al ecosistema donde se producen y producidos mediante una gesti¨®n ecol¨®gica (nos sorprender¨ªamos al encontrar m¨¢s barato un litro de leche fresca y ecol¨®gica que el litro de leche brik de cualquier multinacional). A su vez, ser¨ªan mucho menos importantes las econom¨ªas de escala y el control de la distribuci¨®n. De esta manera las inversiones especulativas financieras tendr¨ªan menos inter¨¦s en el sector de la agricultura-distribuci¨®n-consumo y se ayudar¨ªa a establecer un marco econ¨®mico m¨¢s razonable y estable.
Defendemos la necesidad de precios remuneradores (justos para el productor) para bienes tan importantes como los alimentos, pero no todo aumento en el precio es v¨¢lido. Hoy por hoy, mientras la pol¨ªtica sigue desaparecida y sin herramientas de intervenci¨®n, el aumento de los precios no est¨¢ guiado por un cambio en el modelo que favorezca al peque?o y mediano agricultor, sino que es acentuado por el mismo modelo que lo est¨¢ llevando a que progresivamente abandone masivamente el ¨¢mbito rural. A nivel internacional y tambi¨¦n en Catalu?a, por supuesto, los gobiernos tienen ahora la oportunidad de apostar por estrategias de soberan¨ªa alimentaria, facilitando as¨ª que disminuyan las importaciones de manera permanente, de las que ni resbala ni gotea ning¨²n beneficio para la peque?a agricultura de todo el planeta.
Gustavo Duch es director de Veterinarios sin Fronteras y Miquel Ortega es coordinador de la comisi¨®n de deuda ecol¨®gica de la Red Ciudadana por la Abolici¨®n de la Deuda Externa (RCADE).
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