Fascismo y franquismo: dos herencias
Al presentar su pel¨ªcula El conformista, Bernardo Bertolucci explicaba el comportamiento de su personaje central como resultado de una conciencia de malestar, de incomodidad, que carente de otra salida va a parar a una adhesi¨®n a los usos establecidos, a pesar de su irracionalidad (expresi¨®n: la violencia fascista), con la pretensi¨®n de aparecer como una persona en todo convencional. Sin que ahora sea preciso ejercer otra violencia que la prevista por la nueva pol¨ªtica de control y represi¨®n contra los inmigrantes, ese conformismo, fundado sobre un sentimiento de inseguridad ante la crisis econ¨®mica, parece haber inspirado el comportamiento reciente de los electores italianos. El ejemplo m¨¢ximo ha sido Roma, donde por una parte triunfa la demagogia de Berlusconi, y por otra, la izquierda queda sumida en el desaliento. En efecto, el candidato a la alcald¨ªa Rutelli, llegado en cabeza en la primera vuelta, con un 45,8%, por un 40,7% del derechista, pierde 100.000 en la segunda, siendo claramente superado por su adversario, barrido en la anterior consulta por Veltroni, y que ahora salta en dos semanas por encima del 53,6% de los votos, 13 puntos y m¨¢s de 100.000 votos m¨¢s. La izquierda se hunde; la derecha re¨²ne todos sus apoyos posibles, desde los dem¨®cratas cristianos a los fascistas.
La reconstrucci¨®n de la derecha pol¨ªtica fue muy trabajosa y a¨²n no se encuentra consolidada
El episodio es tanto m¨¢s significativo en cuanto que el derechista victorioso, Gianni Alemanno, tiene un pasado, no s¨®lo de neofascista como presidente del Frente de la Juventud, sino de aut¨¦ntico escuadrista aun en los primeros a?os 90, como buen disc¨ªpulo de su suegro Pino Rauti. Brazos en alto de grupos de seguidores entusiastas saludaron la victoria del pol¨ªtico de Alianza Nacional, que en el pasado exhib¨ªa la cruz celta de un camarada muerto y dec¨ªa tener "un coraz¨®n negro". Ahora es reciclado bajo ese Berlusconi que anteayer recuperaba a "los muchachos de Sal¨®"
[seguidores del Duce entre 1943 y 1945]. Con la ayuda de la historiograf¨ªa revisionista y el paso del tiempo, las im¨¢genes n¨ªtidas del Novecento de Bertolucci se han difuminado y el antifascismo ha dejado de contar en la pol¨ªtica italiana. En su discurso como presidente de la nueva C¨¢mara de diputados, Giancarlo Fini, h¨¢bil protagonista de la transformaci¨®n del neofascismo, pudo permitirse una generosa aceptaci¨®n de las dos celebraciones malditas: el hoy inocuo Primero de Mayo y la Fiesta de la Liberaci¨®n, el 25 de abril, eso s¨ª, convertida en una Fiesta de la Libertad -t¨¦rmino captado por Berlusconi para sus marcas pol¨ªticas-, que borra la presencia hist¨®rica de la Resistencia.
Es el fin de una ¨¦poca, con un fracaso m¨¢s del proyecto de reformar la vida pol¨ªtica italiana por parte del PCI y de sus sucesores. El peso de la Iglesia primero, v¨ªa democracia cristiana, y de los legados del fascismo despu¨¦s -liderazgo carism¨¢tico por encima de la ley, pol¨ªtica de orden pura y dura asentada en "la identidad nacional"- ha desembocado en una f¨®rmula perversa pero eficaz de gobierno conservador basado en la legitimaci¨®n permanente del poder desde el monopolio en el control de los medios, una demagogia agresiva y xen¨®foba, y puertas abiertas para los grandes intereses econ¨®micos y a sus formas de corrupci¨®n, con el propio jefe de gobierno a su cabeza. El imperio del conformismo, en una palabra.
A pesar del paralelismo que pudiera sugerir el paso por dos experiencias dictatoriales, la de Mussolini en Italia, la de Franco en Espa?a, la importancia de la penetraci¨®n del fascismo en la sociedad italiana, con el complemento del catolicismo pol¨ªtico, marca a¨²n hoy la diferencia entre las respectivas derechas pol¨ªticas. Aqu¨ª el cesarismo de Franco acot¨® el ¨¢mbito de poder de la Iglesia, bloque¨® los proyectos de una transici¨®n autoritaria y se apoy¨® en el Ej¨¦rcito -amenazador tras su muerte pero desactivado por la reforma Serra- pero no se convirti¨® en un movimiento fascista de masas. Con su estado de excepci¨®n permanente, el franquismo protegi¨® los intereses de las clases dominantes, pero al mismo tiempo dej¨® como herencia un vac¨ªo que la democracia vino a llenar. La reconstrucci¨®n de la derecha pol¨ªtica fue as¨ª muy trabajosa y a¨²n hoy no se encuentra consolidada, a pesar del ¨¦xito transitorio de Aznar. Las tensiones actuales son la mejor muestra de que la nostalgia del autoritarismo, reflejada en la conducta poselectoral de Rajoy y en unos estatutos del PP que obstaculizan una competencia abierta entre candidatos a su presidencia, no resuelve nada. El propio Aznar trunc¨® la posibilidad de un liderazgo carism¨¢tico y Ratzinger no cuenta aqu¨ª como en Italia. S¨®lo hay una salida, la mostrada sin primarias por el PSOE, cuando un congreso abierto del partido eligi¨® a Zapatero. Toca a los dirigentes del PP reconocerlo.
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