Entre flores y cojines

Localizaci¨®n, localizaci¨®n, localizaci¨®n. De esta regla hablan siempre los ec¨®nomos de la hosteler¨ªa, persuadidos de que no hay otro mejor argumento para atraer a los visitantes de una gran ciudad. A esta regla se apunta tambi¨¦n la familia Soldevila, propietaria de tres hoteles en pleno centro de Barcelona: el peque?o Inglaterra, junto a la plaza de Catalunya; el se?ero Majestic, en el paseo de Gr¨¤cia, y el recientemente inaugurado Murmuri (murmullo, en catal¨¢n), hijo de un inmueble residencial en la rambla de Catalunya. Semejante emplazamiento, a un paso de La Pedrera gaudiana, merec¨ªa un retoque vintage como el ejecutado por la interiorista brit¨¢nica Kelly Hoppen, c¨®mplice de la efervescencia boutique que hoy viven los establecimientos tur¨ªsticos de la capital catalana. Su estilismo llena de femineidad cada rinc¨®n del hotel, elegante en los espacios comunes, provocador en las zonas de tr¨¢nsito, correctamente hogare?o en sus dormitorios. Maderas nobles, cojines de raso, cortinones en tonos oto?ales...

El hotel es poco m¨¢s que un zagu¨¢n-recepci¨®n con el hueco del ascensor perceptible al fondo. A un lado aparece el sal¨®n-bar, abierto a la calle. Enfrente, un restaurante especializado en cocina asi¨¢tica bajo la supervisi¨®n del tailand¨¦s Ian Chalermkittichai. Cada rellano est¨¢ decorado por un sof¨¢ y dos floreros de aires barrocos, menos c¨¢usticos en su concepto que los dise?ados por un Philippe Starck y no digamos un Jaime Hay¨®n.

Esta elegancia discreta y comedida se vive igualmente en las habitaciones, algo estrechas para un alojamiento de esta categor¨ªa. Cuatro escenas programadas seg¨²n el sistema Lutron articulan toda la iluminaci¨®n de la pieza, aunque los hal¨®genos sobre la cama pueden llegar a ser molestos durante la lectura. La moqueta, pese a sus colores sufridos, tiende a ensuciarse m¨¢s de lo debido. En ellas no falta de nada, incluidos un par de albornoces y unas toallas realmente algodonosas. El cuarto de ba?o es m¨ªnimo, pero la ducha sobrepasa las dimensiones habituales y el agua funciona a plena satisfacci¨®n.

Claro que, frente a todas estas sutilezas ornamentales, llama adem¨¢s la atenci¨®n el nutrido y bien dispuesto elenco de profesionales que conforman la plantilla del hotel. Ni por casualidad se queda una copa por llenar o una llamada por atender en el comedor. ?No es esto lo que todo hu¨¦sped espera?