Madrid, en el 'mambotaxi' de Almod¨®var
Tras las huellas de 16 pel¨ªculas que pusieron en ¨®rbita la ciudad
Sin dinero, nena, no coche, no chica, no tate, no vicio, no r¨ªmel. ?Estoy hist¨¦rica!". (Voz en off): Patty Diphusa, la famosa estrella internacional del porno, nos habla de los hombres. "Voy a esnifar un poquito de esmalte. ?Uuuh! Qu¨¦ overdose, qu¨¦ s¨ªndrome. ?Alcohol por un tubo!". (Patty, sin caracterizar, coge dos vasos de la mesa y chupa de dos pajitas para emborracharse con rapidez). "Qu¨¦ overdose. P¨¢same el lipstick, querida". Mientras recita estas l¨ªneas, por la espalda de Fabio Mcnamara pasa un taxi de color negro con una franja roja al costado. Estamos en el a?o 1982 y el director de cine Pedro Almod¨®var ha localizado exteriores en la calle Duque de Alba, muy cerca de Tirso de Molina, en pleno Rastro madrile?o, en un garito m¨ªtico de eso que se llama la movida. La Bobia: un templo de Madrid que ahora es la cafeter¨ªa Wooster. El manchego que recit¨® un rosario de v¨ªrgenes cuando recogi¨® su primer Oscar no habr¨ªa subido a ese escenario si no hubiese contado con su estrella incondicional: Madrid. La escena es de Laberinto de pasiones. Y qu¨¦ mejor encrucijada. Atascos a las cuatro de la madrugada los fines de semana, la ciudad que realmente no duerme (aprende, Manhattan). Sin Madrid: no dinero, no Oscar, no chica, no Almod¨®var. "Es la ciudad m¨¢s divertida del mundo, y ¨¦l es tan moderno...", es la definici¨®n del cineasta en boca de la emperatriz de Tir¨¢n sobre ese mismo laberinto. Merece un repaso, un recorrido, una entrevista ese Madrid actor / actriz que sin decir una palabra ha contado cientos de historias (16 pel¨ªculas) en las pantallas de todo el mundo. El Madrid de Almod¨®var. Su h¨¢bitat hasta que rod¨® Todo sobre mi madre. Con m¨²sica de Isma?l L?, Cecilia Roth atravesaba un t¨²nel imaginario entre Madrid y Barcelona. ?ste es el callejero de ?Pedro! Su amante nada secreto.
En la plaza de los Cubos, muy cerca de la plaza de Espa?a, Pablo y Juan (Eusebio Poncela y Micky Molina) sellan su amor imposible con un beso estremecedor en 'La ley del deseo'
Bibiana Fern¨¢ndez: "C¨®mprame unas flores, cara guapa. T¨², con ese poder¨ªo de coche, puedes...". Diego (Nacho Mart¨ªnez), el torero de 'Matador', escucha estas palabras en una puerta del parque del Retiro
En la ermita del Humilladero de la calle de Fuencarral, un joven Pedro Almod¨®var, convertido en guitarrista ciego, pide al cielo que le devuelva la vista en 'Folle... folle... f¨®lleme Tim!'
1 Cuartel del Conde Duque
Conde Duque, 11. La ley del deseo (1987).
"?Vamos, ri¨¦gueme! ?No se corte, ri-¨¦-gue-me!" (bajo el chorro de agua de una manguera que mantiene un operario municipal, Tina, transexual lesbiana, se refresca del intens¨ªsimo calor; gime con deseo). "Qu¨¦ sofoco. Esta noche no lo soporto". Su hermano Pablo (Eusebio Poncela) le responde: "Anda, vamos, que ya se ha acabado la sesi¨®n de hidroterapia". Para muchos, ¨¦sta es una de las mejores escenas de Almod¨®var. La ley del deseo tambi¨¦n est¨¢ considerada como una de sus mejores obras. Esta secuencia antol¨®gica ocurre junto a la puerta churrigueresca del Cuartel del Conde Duque (Conde Duque, 11). Cerca se encontraba la muy concurrida casa de las Costus (Palma, 4), pareja de pintores que en los ochenta hicieron de su hogar una especie de factory a lo castizo (all¨ª viv¨ªa la jovenc¨ªsima Alaska de Pepi, Luci, Bom y otras chicas del mont¨®n). Una noche de calor como s¨®lo hace en Madrid de madrugada y en verano, Pablo, Tina y su hija vuelven de cenar en la m¨ªtica cafeter¨ªa Manila de Gran V¨ªa, 41 (no la busquen, hoy es un Benetton; en los bajos del edificio Carri¨®n, obra de Luis Feduchi y Vicente Eced e icono de la arquitectura racionalista madrile?a). En la pel¨ªcula, el cuartel est¨¢ cegado de andamios y contenedores, reflejo de la constante transformaci¨®n de la ciudad. Desde la plaza, frente a la puerta, el chorro sube con tintes de lluvia dorada y se estrella sobre el ce?id¨ªsimo vestido color butano de Tina. Un prodigio de modelito ochentero que se abrocha con una cremallera de arriba abajo en su parte delantera. Le resalta las caderas y los pechos. La Maura se convierte en miss camiseta mojada. La pantalla despide placer y andamios. Eso es Madrid.
Para la otra pasi¨®n, Almod¨®var escogi¨®, en la misma pel¨ªcula, la plaza de los Cubos (calle de la Princesa casi esquina con la plaza de Espa?a). Pablo y Juan (Micky Molina) sellan su amor imposible con un beso estremecedor. "No dej¨¦ Madrid para olvidarte...", se escribir¨ªan m¨¢s tarde. Otra vez la ciudad metida en un tr¨ªo de fuego.
Un poco m¨¢s all¨¢ se encuentra otro lugar no tan m¨ªtico, pero s¨ª m¨¢s visitado: la FNAC de Callao, en la que Amanda Gris (Marisa Paredes) ver¨¢ anunciada en una inmensa lona la antolog¨ªa de sus textos. Eso fue en 1995, cuando el rodaje de La flor de mi secreto hizo confundir realidad y ficci¨®n a los que paseaban por la Gran V¨ªa.
2 Dos pisos del Madrid elegante
Almagro, 38. Montalb¨¢n, 7. Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988).
Pepa (Carmen Maura) s¨®lo encuentra un medio de transporte en la ciudad: el mambotaxi. All¨ª hay de todo, menos colirio, y las revistas se alquilan a 25 pesetas. "Usted es la de la tele, ?eh? La madre del asesino... Je, je, je, qu¨¦ graciosa", dice el taxista (Guillermo Montesinos). Se refiere a un spot televisivo del superdetergente Ecce Homo que Pepa anuncia como la madre del asesino de Cuatro Caminos. En el coche se escucha desde heavy metal hasta jotas. "Siga a ese taxi", le ha dicho Pepa, y al finalizar la carrera, ella pregunta: "?Qu¨¦ direcci¨®n es ¨¦sta?". "Almagro, 38", responde el conductor de pelo oxigenado. Barrio de Salamanca. As¨ª descubre d¨®nde vive Luc¨ªa (Julieta Serrano), la mujer de su amante, Iv¨¢n (Fernando Guill¨¦n Cuervo).
Pepa viv¨ªa en el centro, a un paso del Retiro, en la calle de Montalb¨¢n, 7. En ese parque, una Bib¨ª Andersen en plan gitana le vend¨ªa flores a Diego (Nacho Mart¨ªnez), el atractivo torero retirado de Matador: "C¨®mprame unas flores, cara guapa. T¨², con ese poder¨ªo de coche, puedes..." (el t¨®pico del Mercedes blanco de la tradici¨®n taurina). En la terraza del ¨¢tico de la Maura hab¨ªa patos, gallinas y conejos. Desde all¨ª quiso suicidarse Mar¨ªa Barranco, con sus cafeteras por pendientes, despu¨¦s de haberse liado con un ¨¢rabe que result¨® ser terrorista chi¨ª. "Mira, sin ir m¨¢s lejos, c¨®mo se ha portado conmigo el mundo ¨¢rabe", dice en una de las frases m¨¢s copiadas. Del ¨¢tico de Carmen Maura volaban discos de Lola Beltr¨¢n y se ve¨ªa uno de los edificios m¨¢s llamativos de la ciudad, Metr¨®polis (Alcal¨¢, 39), y la torre de la Telef¨®nica (Gran V¨ªa, 28), que se mostraba grandiosa, pero cercana. Como tantas otras cosas en un Madrid capaz de poner a cualquiera al borde de un ataque de nervios, tambi¨¦n se cuecen habas en esos edificios de viviendas nobles, de fachadas bien pintadas y esculturas en los balcones (parecidos al del n¨²mero 8 del paseo de Eduardo Dato, la casa de David / Javier Bardem y Elena / Francesca Neri en Carne tr¨¦mula).
3 El Rastro
Laberinto de pasiones (1982).
"S¨ª, me guxtar¨ªa hacerte pheliz (Taylor) exta tarde". Patty Diphusa ha ido al Rastro "a ligar". "Hola, hola, hola a todas. Estoy aqu¨ª de nuevo, pero no estoy para vosotras", dice la internacional actriz porno a la fauna que toma algo en la terraza de La Bobia. A principios de los ochenta, los domingos en el Rastro se mataba el tiempo de la manera m¨¢s divertida y barata posible.
Sexilia, por ejemplo (Cecilia Roth), se pasea entre los puestos de gafas se sol y chupas de cuero calibrando el volumen de las entrepiernas masculinas que se cruzan a su paso. M¨¢s tarde, en la casa de su psicoterapeuta argentina, que plancha la ropa mientras pasa consulta, Sexi confesar¨¢ que no compr¨® nada en el Rastro. "Me llev¨¦ a algunos chicos y me acost¨¦ con ellos. Ser¨ªan ocho o diez, no los cont¨¦", dice con toda la tranquilidad del mundo. Es lo que tiene ser ninf¨®mana "desde ni?a". Del Rastro, uno se marchaba con una camiseta nueva o formando un grupo (all¨ª ten¨ªan Nacho Canut y Carlos Berlanga un puesto donde los conoci¨® Alaska).
4 UGT (en la ficci¨®n, convento de la Comunidad de Redentoras Humilladas)
Calle de Hortaleza, 88. Entre tinie
blas (1983).
Sor Esti¨¦rcol, sor Rata de Callej¨®n, sor V¨ªbora y sor Perdida redim¨ªan a las descarriadas en plena calle de Hortaleza. C¨®mo iba a ser de otro modo: las monjas de Entre tinieblas no pod¨ªan estar enclaustradas en un convento de pueblo o rodeadas de campo, sino en una calle que hoy es epicentro de bares de copas y tiendas chic. "Una vez que, como guionista, entr¨¦ en el convento, ya no pude salir de ¨¦l", comenta el propio Almod¨®var. Desech¨® su idea de continuar la acci¨®n en ?frica y se qued¨® entre las celdas, el huerto y la capilla. Las peculiares hermanas s¨®lo abandonan su casa para acudir a la actuaci¨®n de su vedette favorita en el Molino Rojo o para montar un puesto en el Rastro. Tentaciones tuvo Sor Esti¨¦rcol de exhibir sus mortificaciones cerca de la plaza de Cascorro, incluso de crear un circo de monjas, pero s¨®lo qued¨® en proyecto... La sorpresa surge cuando descubrimos que aquel edificio de clausura es hoy la sede central de UGT. La sorpresa se duplica cuando sabemos que, durante los siglos XVII y XVIII, las monjas se dedicaban a recoger mujeres de mala vida arrepentidas.
Muy cerca, en la calle de Fuencarral esquina con Augusto Figueroa, hay una peque?a capilla asfixiada entre franquicias de marca y tiendas de ropa ultragay. Es en esta ermita del Humilladero donde un jovenc¨ªsimo Pedro Almod¨®var, convertido en guitarrista ciego, pedir¨¢ al cielo que le devuelva la vista, en Folle... folle... f¨®lleme Tim!, rodado en s¨²per 8 en 1978. Ver para creer. Literalmente.
5 Villa-Rosa
Plaza de Santa Ana, 15.
Tacones lejanos (1991).
"Gracias por la teta. Ya tengo tres". Letal (Miguel Bos¨¦), un travesti especializado en imitaciones de una cantante emigrada a M¨¦xico, Becky del P¨¢ramo (Marisa Paredes), se saca del sujetador la pr¨®tesis de su pecho derecho y se la regala a esa mujer que tanto admira. Est¨¢n sentados en el Villa Rosa, un local que desde 1919 fue meca de la noche golfa; nido de flamenconas, pol¨ªticos de inc¨®gnito y almas nocturnas de cualquier pelaje. Poco, muy poco tiene que ver el actual ambiente findesemanero del Villa Rosa (plaza de Santa Ana, 15), puro estilo Huertas (entre el desenfreno obligado del s¨¢bado noche y la caza de guiri), con la actuaci¨®n de Letal en Tacones lejanos. Ni demasiado cutre, ni en exceso elegante, esa versi¨®n del Un anno d'amore de Mina (con la voz de Luz Casal) confirm¨® la buena mano del director a la hora de reflejar el arte del travestismo, con la ayuda de las Diab¨¦ticas Aceleradas. El espectador se alegra de que Becky superase sus miedos iniciales ante la idea de ir al Villa Rosa. "No s¨¦ si procede hacer mi presentaci¨®n en un antro semejante...", dice. Pero concluye: "?Seguro que he estado en sitios peores!"
6 Plaza de Puerta de Moros
La flor de mi secreto (1995).
Leo (Marisa Paredes) se gana la vida escribiendo novela rosa, hasta que un mal d¨ªa la vida se le tuerce y empieza a salirle novela m¨¢s bien negra... Su Madrid es el barrio de La Latina, un escenario en el que una mujer vestida de Max Mara puede entrar en un bar con bocatas de calamares pintados en el escaparate y no desentonar. Entre carajillos de co?ac, m¨¢quinas tragaperras y manifestaciones de estudiantes del MIR, Leo se desmorona. El deseo de sentir cerca a su marido (militar de servicio en Bosnia) le hace ponerse unos incomod¨ªsimos botines, s¨®lo porque ¨¦l se los regal¨®. Cuando el dolor llega a ser insoportable tiene que salir a la calle para que alguien se los quite. Aunque ¨¦ste sea el primer yonqui que pase. "Si me ayudas a quitarme los botines te doy 5.000 pesetas", suplica sentada en la fuente de plaza de Puerta de Moros, la misma que cualquier domingo de sol se ve¨ªa rodeada hasta hace poco por decenas de j¨®venes en busca de diversi¨®n diurna (¨²ltimamente, la presencia policial lo impide...).
Pero el ecosistema de Leocadia tambi¨¦n est¨¢ en el extrarradio, donde viven su madre (Chus Lampreave) y su hermana (Rosy de Palma) en Parla. Almod¨®var retrata en esa casa el mundo de las ciudades-dormitorio. Un piso tan peque?o que para poder moverse han de apartar las sillas llenas de dorados. Un Madrid de los primeros minipisos en el que transcurre el siguiente di¨¢logo:
Rossy de Palma refiri¨¦ndose a su madre: "Nos ha salido fil¨®sofa".
Chus Lampreave: "La fil¨®sofa se va al lavabo, que est¨¢ muy estre?ida. Si no me pongo supositorios de glicerina, no cago". (Se levanta del sof¨¢ e intenta dirigirse hacia el ba?o). "?Quita! ?O quieres que salte con p¨¦rtiga?".
Tan peque?a era esa casa que el director tuvo que recrearla en un estudio para poder tener tiro de c¨¢mara.
El Madrid de La flor... tambi¨¦n es m¨¢s opresivo y dram¨¢tico. Taberna ?ngel Sierra (Gravina, 11), en plena plaza de Chueca. Marisa Paredes resume en una frase hasta d¨®nde puede llevarte la metr¨®poli: "Excepto beber, qu¨¦ dif¨ªcil me resulta todo".
7 Viaducto de Bail¨¦n
Matador (1986).
Mar¨ªa (Assumpta Serna): "Te quiero m¨¢s que a m¨ª misma muerta. ?Te gustar¨ªa verme muerta?".
Diego (Nacho Mart¨ªnez): "S¨ª, y que t¨² me veas muerto a m¨ª".
Matador se resume en un amor tan perturbador e inconmensurable que s¨®lo puede realizarse con la muerte. Y aqu¨ª est¨¢ de nuevo la ciudad para darle la mejor de las met¨¢foras. En Madrid est¨¢ el Viaducto. En la calle de Bail¨¦n. Un puente que el Ayuntamiento decidi¨® tapiar con altas mamparas transparentes para que los suicidas lo tuvieran muy dif¨ªcil a la hora de decidirse a estrellarse en la calle de Segovia. El sol dorado del atardecer ilumina a la pareja junto a la barandilla, mirando hacia la Casa de Campo. "Reci¨¦n llegada a Madrid vi un suicidio en este puente. Not¨¦ algo muy extra?o. Me sent¨ª vac¨ªa y fuera de mi cuerpo", cuenta Mar¨ªa.
8 La Puerta de Alcal¨¢
Carne tr¨¦mula (1997).
"Ay, Chacha, qu¨¦ mala estoy. Estoy toda revuelta", dice una Pen¨¦lope Cruz embarazada, gritando despatarrada en la cama de un prost¨ªbulo regentado por Pilar Bardem en una pensi¨®n de Madrid. "Isabelita, c¨®mo me has enga?ado. Cuando viniste a esta casa, ya ven¨ªas acompa?ada", le reprende su madame. Estamos en enero de 1970 y por las radios se escucha c¨®mo Manuel Fraga declara el estado de excepci¨®n. Isabel da a luz en un autob¨²s de la EMT. Por sus ventanas se puede ver el edificio Metr¨®polis. "Parece que se va a tirar, como si se quisiera matar, el pobre", dice Isabel del ¨¢ngel que lo corona. Pero lo primero que el beb¨¦ V¨ªctor contempla es la Puerta de Alcal¨¢. "Ten¨ªas mucha prisa por llegar a Madrid... Bueno, pues ya est¨¢s aqu¨ª", dice Pilar Bardem. La ciudad resumida en un monumento, el mismo por el que cruzar¨¢ 20 a?os despu¨¦s un V¨ªctor ya convertido en joven telepizzero (Liberto Rabal). Curiosamente, esta pel¨ªcula, una de las de Almod¨®var con m¨¢s estampas t¨ªpicas de Madrid, est¨¢ basada en una novela de Ruth Rendell, Live flesh, ambientada en barrios de Londres.
9 Plaza del Alamillo
Plaza del Alamillo, 5.
Tacones lejanos (1991).
Al bajarse de la limusina, Becky del P¨¢ramo pisa una cagada de perro: "Ay, ya he pisado una mierda. Bueno, no importa". Est¨¢n en la plaza del Alamillo, donde, por cierto, se encuentra uno de los mejores restaurantes mexicanos de la ciudad, La Taquer¨ªa del Alamillo. All¨ª estaba el s¨®tano-porter¨ªa en el que vive el personaje que interpreta Marisa Paredes. Hoy tiene un cartel blanco con letras rojas: "Se vende".
10 Ampliaci¨®n del barrio de la Concepci¨®n
?Qu¨¦ he hecho yo
para merecer esto? (1984).
Frente al puente de Ventas, al otro lado de la M-30, est¨¢n las colmenas. Cinco moles rectangulares. Los bloques Ban¨²s (en honor a su promotor, Jos¨¦ Ban¨²s) que la arquitecta Izaskun Chinchilla considera "un monumento a la vivienda social". Y a?ade sobre estas construcciones de los a?os cincuenta: "Me gustan porque son arquitectura inacabada, ese partir de una infraestructura com¨²n que los usuarios terminan a su manera. Una arquitectura que no aplasta la iniciativa, sino que la incentiva". La M-30 ruge perpendicular a estos bloques-hormiguero: "Con la M-30 aqu¨ª pegada, se oye tanto ruido que una no oye nada", se quejaba Gloria (Carmen Maura). Actualmente, en los bajos de los edificios se amontonan los locales comerciales cerrados. Cada vez m¨¢s concesionarios de coches y menos peluquer¨ªas.
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