Schuster cultiva su misterio
Nadie en el club sabe c¨®mo es el alem¨¢n, que en la temporada ha sabido activar la tensi¨®n cuando ha entrado en escena
Los empleados del Madrid, los directivos y los futbolistas no saben qu¨¦ clase de hombre es Bernd Schuster. El alem¨¢n permanece cubierto por una espesa niebla que ni el t¨ªtulo de Liga, ni el cava, ni la m¨²sica de la fiesta, han disipado. Su esp¨ªritu es insondable, como su ego, y lo ¨²nico verificable es que a lo largo de la temporada que concluye ha sabido activar la tensi¨®n cada vez que ha entrado en escena. Cuando Schuster interviene, todo el mundo calla. Crece la expectaci¨®n. Se mastica el aire. La gente se pregunta: "?Qu¨¦ har¨¢ esta vez?".
"No fue un corte de mangas al uso, sino una celebraci¨®n", se disculp¨® el t¨¦cnico de su gesto en Pamplona
Schuster percibe el desconcierto que genera, y esa intuici¨®n acelera su tendencia a comportarse de forma impredecible. La sensaci¨®n de influir sobre los dem¨¢s le inyecta una especie de entusiasmo. Se siente reconocido y no hace nada por aumentar su autocontrol. Al contrario. Se agita. En los ¨²ltimos meses ha ido soltando exabruptos, o ha revelado un sentido del humor cargado de iron¨ªa, como ayer. Cuando le preguntaron por el corte de mangas que dedic¨® a la hinchada de Osasuna el domingo, neg¨® que lo hiciera. Gesticulando para explicarse, habl¨® con aplomo: "No fue un corte de mangas al uso, sino una celebraci¨®n. Yo hice as¨ª con los brazos para celebrar el gol de Higua¨ªn. Levant¨¦ el pu?o y me gir¨¦ 360 grados. Dio la casualidad de que all¨ª estaba el p¨²blico. Pero ya lo dije: en Pamplona el comportamiento de la gente fue muy bueno".
Schuster prefiere pasar por alto los atenuantes que le apuntan desde el club: que en Pamplona el p¨²blico estaba muy agresivo, que hubo lanzamiento de objetos a Casillas, que Higua¨ªn recibi¨® el impacto de un mechero que le abri¨® la mejilla... Ahora se r¨ªe de s¨ª mismo. ?ste parece ser el efecto positivo que ha ejercido en su car¨¢cter el primer trofeo que gana como entrenador. Pero al principio de la campa?a no manifest¨® la misma serenidad. Comenz¨® confesando a Beckenbauer, en un programa en directo para la televisi¨®n alemana, que no sab¨ªa si quer¨ªa continuar en el Madrid. Llevaba dos meses en el cargo. Luego se ocup¨® de desafiar a la prensa, a la que desautoriz¨® despectivamente. Abandon¨® la sala de conferencias en Huelva y dijo que le persegu¨ªan. Nunca se supo si su paranoia era real o fingida. Lo cierto es que no s¨®lo no lo persiguieron. Adem¨¢s, goz¨® de la temporada m¨¢s armoniosa que ha vivido el club en la ¨²ltima d¨¦cada. No soport¨® la presi¨®n medi¨¢tica que sufri¨® Del Bosque durante los primeros a?os de Florentino P¨¦rez en la presidencia, ni padeci¨® las injerencias que desasosegaron a Queiroz, por parte de ¨®rganos ajenos a la secretar¨ªa t¨¦cnica, ni debi¨® aguantar las imposiciones mercantiles que sacaron de quicio a Camacho. El entrenador alem¨¢n tampoco lleg¨® en tiempos de crisis, como Luxemburgo, ni se enfrent¨® a una transformaci¨®n como la que debi¨® emprender Fabio Capello hace dos a?os. Schuster hered¨® un equipo campe¨®n, un vestuario jer¨¢rquicamente ordenado, y una estructura administrativa estable que le daba libertad de acci¨®n para entrenar, hacer las alineaciones y sugerir contrataciones. Ninguno de sus predecesores cont¨® con esta ventaja. Aunque el club no le dio carta blanca para fichar, ¨¦l nunca hizo nada por demostrar que controlaba el mercado. Su ¨²nica sugerencia, Ballack, era inviable. Aparte de algunos desencuentros en la confecci¨®n de la plantilla, ni Calder¨®n ni Mijatovic le pusieron obst¨¢culos.
"Estoy seguro de que Bernardo se va a relajar cuando gane el primer t¨ªtulo", anticip¨® Calder¨®n. Dos d¨ªas despu¨¦s del alir¨®n, no se sabe si se tranquiliz¨® con la constataci¨®n del campeonato, o con la celebraci¨®n del gol de Higua¨ªn, esa especie de butifarra lanzada al aire. Ayer Schuster amaneci¨® contento. "Estoy m¨¢s feliz que cuando era jugador, porque ten¨ªa responsabilidades y creo que he hecho las cosas bien", confes¨®. "Despu¨¦s de esta temporada s¨®lo nos queda una cosa por hacer, y es ganar al Bar?a. Jugamos en casa, ante nuestra afici¨®n, y es un partido especial. Ser¨ªa la mejor manera de cerrar el c¨ªrculo".
El t¨¦cnico, que como jugador sufri¨® una circunstancia similar, desdramatiz¨® el pasillo que har¨¢ hoy el Bar?a al Madrid, en forma de homenaje al campe¨®n. "Parece que es algo horrible", coment¨®; "y no es as¨ª. Es una actitud de deportividad. No es para tanto. Yo se lo hice al Madrid como jugador del Bar?a, en 1988. Y si no me puse en primera fila fue porque no me dejaron los fot¨®grafos, que se acercaron demasiado. Pero aplaud¨ª. Hice as¨ª con las manos".
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