La financiaci¨®n auton¨®mica: una panor¨¢mica
El actual sistema de financiaci¨®n de las comunidades aut¨®nomas (CC AA) de r¨¦gimen com¨²n se basa en una l¨®gica simple. Primero, se determinan las necesidades de gasto en los servicios auton¨®micos prestados en cada territorio. Despu¨¦s, se concreta c¨®mo se financian.
En estos momentos las CC AA cuentan con una serie de tributos cedidos completamente (el impuesto sobre transmisiones patrimoniales o el impuesto sobre sucesiones, entre otros) y otros parcialmente: un tercio del IRPF pagado por los residentes de cada territorio, junto al 35% del IVA y el 40% de los impuestos especiales sobre hidrocarburos, tabaco o alcohol soportados por esos mismos residentes. Para evitar confusiones, debe quedar claro que lo que se cede son porcentajes de los impuestos que soportan los gallegos, si hablamos de Galicia, y no de lo que se recauda en las oficinas gallegas de la Agencia Tributaria. La distinci¨®n es importante, porque uno u otro criterio generan resultados muy diferentes. El mejor ejemplo nos lo da el impuesto sobre el tabaco. En 2005, su recaudaci¨®n en Galicia fue de cero euros. Porque en Galicia ya no producimos cigarrillos y cigarros, ni nos dedicamos a su importaci¨®n. Eso se hace en otras partes de Espa?a, donde las empresas correspondientes ingresan el impuesto. No obstante, los gallegos fumamos y, por tanto, soportamos los impuestos correspondientes: 300 millones de euros en 2005, de los que 120 (el 40%) se fueron a financiar a la Xunta.
En general, en todos los tributos la recaudaci¨®n en Galicia es muy inferior a los impuestos soportados por los gallegos. En consecuencia, es absurdo plantear desde Galicia propuestas basadas en quedarse con una parte o todo lo que se recauda aqu¨ª. Saldr¨ªamos perdiendo claramente con respecto a modelos, como el actual, que nos asignen recursos en funci¨®n de los impuestos efectivamente soportados. Aunque a veces el ruido en los medios de comunicaci¨®n pueda confundirnos, entiendo que ninguna fuerza pol¨ªtica gallega (y tampoco la propia Xunta) defiende una reforma que nos lleve a depender de la recaudaci¨®n en Galicia. Ser¨ªa hacerse un harakiri financiero.
L¨®gicamente, cuando los porcentajes de cesi¨®n tributaria son los mismos en todas las CC AA, como en la actualidad, se generan diferencias notables en los recursos obtenidos. En general, los territorios con mayor renta per c¨¢pita reciben mucho m¨¢s que los que tienen menos. Por eso existe el llamado "fondo de suficiencia", que no es sino una transferencia de recursos que hace la Administraci¨®n central a las CC AA. La f¨®rmula de calcular ese fondo de suficiencia es sencilla y muy solidaria. A cada comunidad se le entrega la diferencia entre lo que necesita y lo que le genera su cesta de tributos. Diferencia que en el caso de Baleares y Madrid llega a ser negativa; dado que tienen una gran capacidad fiscal, los recursos que les otorga su cesta tributaria superan el importe de sus necesidades reconocidas y deben devolver el exceso. Por tanto, el modelo est¨¢ profundamente comprometido con la idea de equiparar a todas las CC AA en t¨¦rminos de capacidad para prestar servicios p¨²blicos. Podemos sintetizarlo en la idea de que es un sistema que gira en torno a la idea de las necesidades (de gasto), no de las capacidades (fiscales). Por eso una Comunidad con potencial fiscal claramente inferior a la media como Galicia cuenta con recursos per c¨¢pita superiores a la Comunidad de Madrid o Catalu?a (figura 1).
Llegamos as¨ª a la segunda idea que debe orientar una estrategia para Galicia: nos interesa que el nuevo modelo siga gravitando sobre la idea de las necesidades de gasto. Debemos escapar de propuestas que partan de hablar de capacidad fiscal y pongan en el frontispicio el lado de los ingresos. Eso es lo que les interesa a los territorios ricos, no a nosotros. Precisamente, lo que se plantea desde Catalu?a es el giro del modelo actual hacia otro que reconozca y prime las capacidades fiscales. La generalizaci¨®n de su propuesta llevar¨ªa a que al calcular el fondo de suficiencia para las CC AA con menor capacidad fiscal no se les entregase la diferencia entre el importe de sus necesidades y de su cesta de tributos, sino s¨®lo una parte: entre el 65% y el 75%. Algo que, l¨®gicamente ser¨ªa contrario a los intereses de Galicia. He aqu¨ª el tercer arbotante de una estrategia razonable para Galicia. El sistema debe nivelar el 100% de la diferencia entre necesidades de gasto y cesta de tributos.
Un cuarto punto, en el que no voy a detenerme demasiado, por evidente, es que Galicia debe poner encima de la mesa los argumentos para conseguir que se le reconozcan mayores necesidades de gasto relativas: el envejecimiento poblacional y la dispersi¨®n son est¨¢n hoy insuficientemente ponderados como factores de sobrecoste.
Finalmente, hay que hacer referencia a la autonom¨ªa tributaria. En la actualidad, es verdad que tenemos un sistema muy solidario, pero excesivamente dependiente de transferencias; sobre todo en el caso de las CC AA con menores niveles de desarrollo. La segunda figura adjunta muestra el peso del fondo de suficiencia y el fondo de garant¨ªa sanitaria sobre el total. Galicia se aproxima al 50%, una cifra muy elevada. Debemos presionar para reducirla. Y aqu¨ª se abren dos posibilidades. Aceptar un incremento en los porcentajes de cesi¨®n de tributos hasta el 50% generalizado para todos, o apostar por la diversidad de porcentajes. Dejando a un lado otras consideraciones, la propuesta de los porcentajes de cesi¨®n diferenciados podr¨ªa interesarnos, siempre y cuando los territorios m¨¢s ricos la aceptasen. Es decir, si Catalu?a acepta quedarse con un 50% mientras nosotros nos llevamos un 80 o 90% de IVA, impuestos especiales e IRPF. Porque lo que ser¨ªa poco inteligente ser¨ªa convertirnos en adalides de la cesi¨®n tributaria generalizada. Algo que, como se se?alaba antes, conviene a los m¨¢s ricos, quienes suelen preferir hablar de capacidad econ¨®mica antes que de necesidad social como criterio de reparto.
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