Humo de agua en ?frica
Viaje a las espectaculares cataratas Victoria
El 16 de noviembre de 1855, mientras descend¨ªa en canoa el Zambeze, David Livingstone divis¨® al fondo de un largo ensanchamiento del r¨ªo cinco enormes columnas de humo. Era el vapor de agua surgido de las cataratas Victoria. Para los nativos de la zona, este formidable espect¨¢culo de la naturaleza respond¨ªa al nombre de Mosi-Oa-Tunya, el humo que truena. Perfecta definici¨®n de lo que uno experimenta cuando se aproxima a las cataratas Victoria. A cierta distancia parecen, m¨¢s que ninguna otra cosa, un devastador fuego emitiendo densas nubes de humo en medio del mayor de los estruendos.
El Zambeze nace en las tierras altas de Zambia, en el l¨ªmite con el Congo, y recorre m¨¢s de 2.570 kil¨®metros, cruzando Angola, Zambia, Namibia, Zimbabue y Mozambique, hasta desembocar en el ?ndico, donde forma un enorme delta. A lo largo de su dilatado viaje, el Zambeze recibe a izquierda y derecha las aguas de otros grandes r¨ªos africanos, como el Kabanpo, y sortea multitud de accidentes del terreno, regateando monta?as y enga?ando, pacientemente, a las inmensas llanuras que ralentizan su discurrir.
A la altura de Zambia, cuando todo parece estar en calma, sucede lo inconcebible: el agua pierde pie, se queda sin cauce y empujada por el enorme caudal se precipita al vac¨ªo entre 90 y 108 metros, rompi¨¦ndose en fin¨ªsimas nubes de l¨ªquido pulverizado. Las cataratas se pueden contemplar desde Zambia o desde Zimbabue.
Desde Zambia ¨²nicamente se puede observar el borde izquierdo de la ca¨ªda, mientras que desde el lado zimbabuense uno tiene posibilidad de seguir el frente del gran salto a lo largo de sus casi 1.700 metros de ancho (la mayor cortina de agua del mundo). Cuanto mayor es el caudal del r¨ªo, menos posible es ver la cascada, ya que el vapor originado (un spray que se eleva a m¨¢s de 400 metros y puede verse en un radio de 50 kil¨®metros) nubla casi por completo la gran pel¨ªcula de agua. Con sol se asiste al espect¨¢culo del arco iris, que une el borde de la ca¨ªda con el terreno del otro lado, y con la luna llena un fen¨®meno similar se denomina arco iris lunar. Sobrevolando el lugar, en helic¨®ptero o ultraligero, la magnitud del fen¨®meno natural se percibe en toda su extensi¨®n. Una experiencia que merece realmente la pena y no cuesta m¨¢s de 75 euros.
A lo largo del tiempo, el r¨ªo Zambeze ha ido desgastando el muro de basalto y separando m¨¢s y m¨¢s los precipicios de ambos lados de la cascada. En su recorrido posterior, la fuerza de la corriente ha horadado los materiales del terreno, dibujando en bruscos zigzags una orograf¨ªa casi imposible, y creando con ello un tortuoso ca?¨®n de 20 kil¨®metros de largo.
Un crucero fluvial
Victoria Falls son las cataratas y m¨¢s cosas. Adem¨¢s de contemplar su altura impactante (el doble que las cataratas del Ni¨¢gara y muy por delante tambi¨¦n de Iguaz¨², con sus 70 metros), se pueden programar otras muchas e interesantes actividades.
Desde una parte, la de Zambia, es recomendable la relajante velada que ofrece el barco Africa Queen para disfrutar de una de las m¨¢s bellas puestas de sol africanas. A pie, pero s¨®lo en septiembre, con el caudal mermado en la estaci¨®n seca, se abre al p¨²blico la piscina m¨¢s peligrosa del mundo: nos contaron que se puede contratar un gu¨ªa para acceder por la isla Livingstone hasta el mismo borde de la cascada, donde es posible ba?arse en un peque?o tramo, la denominada Piscina del Diablo, Devil's Pool, cuyo muro de piedra natural evita que los valientes que no temen al v¨¦rtigo sean arrastrados al vac¨ªo por la corriente (las fotos y v¨ªdeos en Internet dan buena cuenta de esta asombrosa posibilidad).
Desde Zambia es posible tambi¨¦n contratar un safari fluvial. Bordeando la isla Livingstone, los cocodrilos toman el sol, los hipop¨®tamos se zambullen estrepitosamente en las aguas, los elefantes ramonean perezosamente en las tranquilas riberas del gran Zambeze, mientras que sobrevuelan bandadas de garcillas blancas. Antes de concluir la breve singladura se recala en una clareada orilla, donde los tripulantes del barco te obsequian con un apetecible refrigerio frente a una fant¨¢stica panor¨¢mica del r¨ªo, con el fondo de las enormes columnas del vapor de agua convirti¨¦ndose en nubes. Con ganas, tiempo y 70 euros de sobra, desde Zimbabue se puede realizar tambi¨¦n otro peculiar safari, esta vez a lomos de elefante.
En el lado de Zimbabue, el lugar perfecto para hospedarse es el hotel Victoria Falls, un establecimiento inaugurado en 1905, con sus galer¨ªas de retratos de notables del imperio brit¨¢nico, antiguos carteles coloniales, viejas fotograf¨ªas y grabados de Stanley y Livingstone. Desde sus espl¨¦ndidos jardines, flanqueados por un colosal sicomoro, se puede ver el viejo puente ferroviario que salva uno de los grandes precipicios de la zona.
Aguas arriba del gigantesco salto, en Zambia, el lugar ideal para pasar un par de d¨ªas es el Royal Livingstone, un hotel reciente que recrea la atm¨®sfera colonial con ese confort tan brit¨¢nico de tradici¨®n, ceremonial y sibaritismo.
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