Venga a comprar a mi barrio
Hace un a?o, un diputado se quej¨® al presidente iran¨ª, Mahmud Ahmadineyad, porque el precio de los tomates se hab¨ªa duplicado desde su llegada al Gobierno en 2005. "Venga a comprar a mi barrio, que siguen costando lo mismo", sugiri¨® el l¨ªder iran¨ª con su peculiar sentido del humor. Hoy es dif¨ªcil que pudiera responder lo mismo sobre el arroz. Incluso en Narmak, el distrito donde Ahmadineyad tiene su residencia privada, el kilo de ese alimento b¨¢sico de los iran¨ªes ha pasado de 15.000 a 40.000 riales (de 1,10 a 2,94 euros) en dos meses.
En la calle no se habla de otra cosa. Amas de casa, empleados p¨²blicos y hasta los vendedores se llevan las manos a la cabeza ante semejante subida. La sequ¨ªa est¨¢ arruinando los arrozales de la ribera del mar Caspio, y la inflaci¨®n se extiende al resto de alimentos. Los tomates, que Ahmadineyad compraba a 10.000 riales en su barrio hace un a?o, se pagan hoy a 22.000 riales.
Los salarios de los trabajadores s¨®lo cubren el 46% del gasto dom¨¦stico
Grandes ayatol¨¢s han criticado la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno
Los ingresos del petr¨®leo permiten a Ahmadineyad eludir las reformas
Seg¨²n el Banco Central de Ir¨¢n, la inflaci¨®n se ha situado en el 19,1% durante el ¨²ltimo mes iran¨ª (del 20 de marzo al 19 de abril), siete d¨¦cimas por encima del anterior y a considerable distancia del 12,8% del mismo periodo del a?o precedente. Y son cifras oficiales, que la mayor¨ªa de los economistas independientes tachan de muy conservadoras. Incluso as¨ª se reconoce que los precios de los alimentos han aumentado un 24,9% desde abril de 2007, o que los salarios de los trabajadores apenas cubren un 46% de sus gastos dom¨¦sticos.
Ante esta situaci¨®n, una fuente del Ministerio de Trabajo declar¨® la semana pasada al diario Sarmayeh que s¨®lo un 8% de las industrias han subido los sueldos este a?o. Muy por debajo del 113% que hubiera sido necesario para mantener el nivel de vida.
El malestar popular, que amenaza con pasar factura al hombre que lleg¨® a la presidencia con la promesa de llevar los beneficios del petr¨®leo a la mesa de los iran¨ªes, ha alcanzado a las m¨¢s altas instancias religiosas. Tres grandes ayatol¨¢s han roto su habitual reserva para criticar abiertamente la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno. La ins¨®lita intervenci¨®n viene a sumarse a la guerra desatada en el seno del r¨¦gimen por la gesti¨®n econ¨®mica y que ya ha motivado la sustituci¨®n del gobernador del Banco Central, la dimisi¨®n del ministro de Finanzas y una moci¨®n de censura contra el titular de Comercio.
Lo que m¨¢s indigna a los iran¨ªes es apretarse el cintur¨®n en ¨¦poca de vacas gordas. En los ¨²ltimos tres a?os, su pa¨ªs ha ingresado 220.000 millones de d¨®lares (142.500 millones de euros al cambio actual) por las ventas de petr¨®leo, una cifra equivalente a lo obtenido en los 16 a?os anteriores. Pero, a decir de los expertos, esa lluvia de millones permite que Ahmadineyad eluda las reformas que Ir¨¢n necesita.
Su pol¨ªtica de gasto p¨²blico ha generado una liquidez que no contribuye a la redistribuci¨®n de la riqueza prometida, y agranda la brecha entre ricos y pobres. Adem¨¢s, el aislamiento internacional por su programa at¨®mico ha alentado la fuga de capitales. Lo contrario de lo que se requerir¨ªa para crear riqueza.
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