Educaci¨®n y pol¨ªtica social

La incorporaci¨®n de las pol¨ªticas sociales al Ministerio de Educaci¨®n, junto con el paso de las competencias sobre Educaci¨®n Superior a un nuevo Ministerio de Ciencia e Innovaci¨®n -lo que obliga a una exhaustiva coordinaci¨®n entre ambos-, son hoy objeto de debate entre los profesionales del sector. Mientras unos contemplan estos cambios con preocupaci¨®n, otros se centran en analizar las posibilidades que abren, si se consigue afianzar un modelo renovado de educaci¨®n. Tanto una valoraci¨®n como la otra podr¨ªan estar justificadas, en tanto que la responsable del Ministerio de Educaci¨®n, Pol¨ªtica Social y Deportes anuncie p¨²blicamente sus prioridades y sus proyectos.

Quienes suscribimos este art¨ªculo nos sumamos a la apuesta educativa y social del nuevo Ministerio de Educaci¨®n, siempre desde la cautela recomendable ante una decisi¨®n que no ha sido suficientemente explicada, y que puede haber sido forzada por diferentes avatares a la hora de constituir el nuevo Gobierno. La incorporaci¨®n de las pol¨ªticas sociales en el mismo marco institucional puede suponer una oportunidad para romper el aislamiento de la escuela, adem¨¢s de una apuesta decidida por una educaci¨®n que sepa integrar y equilibrar los principios de calidad y equidad. Esperamos que puedan abordarse, con ciertas garant¨ªas, al menos tres grandes problemas:

1. El abandono prematuro del sistema educativo de los j¨®venes entre 12 y 16 a?os, que amenaza seriamente su inclusi¨®n social. Este abandono, y la creciente desmotivaci¨®n en las aulas, reclaman una atenci¨®n preferente y una colaboraci¨®n y compromiso entre el sistema educativo formal ordinario, que sigue siendo el responsable prioritario, y el resto de los agentes educadores, especialmente de las organizaciones sin ¨¢nimo de lucro que han hecho de esta tarea su principal misi¨®n.

2. El desarrollo de compromisos educativos entre la escuela y las familias que, adem¨¢s de contribuir al rendimiento del alumnado, pueda facilitar la constituci¨®n de escuelas democr¨¢ticas y comunidades de aprendizaje justas, comprometidas con el desarrollo intelectual y el desarrollo moral, personal y comunitario, lo que facilitar¨ªa la adquisici¨®n de los aprendizajes b¨¢sicos imprescindibles para todos, de forma que se integre el curr¨ªculo formal del centro, el informal del ¨¢mbito familiar, y el no formal que se adquiere en el ¨¢mbito social m¨¢s amplio.

3. El desarrollo humano en una sociedad pluralista como la nuestra reclama una atenci¨®n a la capacidad educadora de la sociedad m¨¢s all¨¢ de la escuela. De lo contrario, correremos graves riesgos para la supervivencia de una sociedad democr¨¢tica. Dotar de capacidad educadora a todos los agentes sociales (escuela, familia, organizaciones, asociaciones, etc¨¦tera) resulta al menos tan crucial como garantizar su compromiso con la igualdad de g¨¦nero, o con el medio ambiente.

Se tratar¨ªa, en definitiva, de dinamizar, como avanza la LOE, el eje escuela, familia y comunidad, reforzando el compromiso de la educaci¨®n con la vida y el de la escuela con el medio social, tareas en la que el renovado Ministerio debe tomar la iniciativa.

Jos¨¦ Moya Otero es profesor de M¨¦todos en la Universidad Las Palmas; Antonio Bol¨ªvar, catedr¨¢tico de Did¨¢ctica en la U. de Granada; Florencio Luengo, coordinador Proyecto Atl¨¢ntida, Rodrigo Garc¨ªa, Justo G¨®mez, Nina Santana, Paz S¨¢nchez, J. Ignacio L¨®pez y otros.