El s¨ªndrome de Barrab¨¢s
Celebradas las ¨²ltimas elecciones generales, los demosc¨®picos, polit¨®logos, analistas y soci¨®logos se pusieron a estudiar las cifras, datos, demarcaciones, tendencias y toda clase de componentes que sirvieran para explicar el resultado. Los estudios no pueden ser rigurosamente cient¨ªficos, pero coincid¨ªan en detectar movimientos del llamado voto centrista hacia los espacios del Partido Popular y, a la vez, una movilizaci¨®n de la izquierda, temerosa de la llegada al poder de un programa basado en la negaci¨®n de toda la pol¨ªtica seguida por el Gobierno en la anterior legislatura.
En esta apasionante tarea de descifrar a posteriori la voluntad de los ciudadanos, me llama especialmente la atenci¨®n el voto escrutado en localidades salpicadas por los esc¨¢ndalos urban¨ªsticos, no s¨®lo como forma de hacer pol¨ªtica, sino como hecho criminalizado que ha llevado a alg¨²n alcalde a la c¨¢rcel y a otros a enfrentarse a procedimientos penales no concluidos.
No hay mejor aval electoral que pasar de los juzgados a ser vitoreado por los vecinos
A mayor implicaci¨®n judicial de los protagonistas, m¨¢s votos para sus opiniones pol¨ªticas. Parece que no existe mejor aval electoral que pasar, en olor de multitudes, por las dependencias judiciales y salir a hombros de sus enfervorizados convecinos, como Barrab¨¢s, seg¨²n la versi¨®n cinematogr¨¢fica de La Vida de Brian.
En todas estas ciudades existen grupos ciudadanos minoritarios que se han alzado contra la irreflexiva y destructora pol¨ªtica de crecimiento urbano a costa de esquilmar el futuro y comprometer el presente. No importan las razones, la mayor¨ªa piensa que puede beneficiarse de parte del bot¨ªn si en el delirio desarrollista los planes pasan por sus terrenos, en franca recesi¨®n agr¨ªcola. Como en el cuento de la lechera, se imaginan la llegada masiva de extranjeros y nacionales que poblar¨¢n las fant¨¢sticas viviendas, se abrir¨¢n comercios y el dinero se repartir¨¢ generosamente entre los agraciados. Si en la tarea alguno se lucra fraudulentamente y con grave quebranto de los valores c¨ªvicos que deben adornar a los representantes democr¨¢ticamente elegidos, el debido reproche se amortiza con la bonanza prometida.
Los cuatro evangelistas no se pusieron de acuerdo sobre las verdaderas actividades de Barrab¨¢s, conspirador, sedicioso, homicida, bandolero, en todo caso, un preso famoso y conocido por todos los habitantes de Jerusal¨¦n. Congregados ante Pilatos exclamaron, sin el menor atisbo de duda, que soltasen a Barrab¨¢s y crucificasen a Jes¨²s.
Creo que no basta con el ejemplo evang¨¦lico porque simplifica demasiado el preocupante fen¨®meno de exaltaci¨®n del fraude y la ilegalidad. Algo m¨¢s profundo est¨¢ pasando en esos n¨²cleos urbanos para que la racionalidad no se traduzca en un voto de repudio a los corruptos.
Por desidia o c¨¢lculo pol¨ªtico, la autonom¨ªa municipal se ha proclamado, pero no se ha financiado. Por ello resulta tentadora la explotaci¨®n urban¨ªstica del territorio para el enriquecimiento de unos pocos, la bonanza econ¨®mica de la mayor¨ªa e incluso la mejora de los servicios municipales para todos. Cuando el valor a?adido o el porcentaje de ganancia en relaci¨®n con el costo es desproporcionado, los modernos Midas que tienen el poder de convertir en oro un secarral o un huerto, exigen que se les compense m¨¢s all¨¢ de lo se?alado o permitido por la ley.
Pocos partidos pol¨ªticos se atreven a salir al paso de estos desmanes porque saben que cuando gobiernen tendr¨¢n que acudir a m¨¦todos parecidos para financiar las arcas municipales. El desarrollo es progreso y nadie quiere presentarse como un obst¨¢culo para conseguir la Arcadia feliz que se dibuja en los planos y se ofrece en los discursos.
Merece la pena sacrificar el acceso inmediato al poder para hacer pedagog¨ªa. Los males han adquirido dimensiones y efectos que llegan m¨¢s all¨¢ de nuestras fronteras. La Uni¨®n Europea, el Parlamento Europeo, los medios de comunicaci¨®n extranjeros nos han colocado como un ejemplo del desatino y la irracionalidad, poniendo en peligro nuestra m¨¢xima industria, el turismo y sus derivados.
Adoptar¨ªamos una postura elitista, si no somos capaces de acercarnos a esos ciudadanos, debatir con ellos y mostrarles alternativas m¨¢s racionales, dignas y rentables.
Se puede y se debe ser incansable en explicar, una y otra vez, las ventajas del desarrollo sostenible. Se puede y se debe inculcar el sentimiento y el valor del entorno como bien preciado que viene de atr¨¢s y que se debe transmitir a las generaciones venideras. Se puede demostrar que los peligros de la incontinencia urban¨ªstica van m¨¢s all¨¢ del da?o territorial y ambiental. Su fulgurante creaci¨®n de riqueza es caldo de cultivo para que se asienten grupos delictivos organizados con estructuras parecidas a las de la mafia.
Como dec¨ªa Manuel Rivas en su columna de este peri¨®dico, el paisaje est¨¢ harto de los depredadores y a?adir¨ªa yo, de la inoperancia del sistema judicial. Solo falta que los jueces demos una respuesta justa y en tiempo razonable para que el rumbo se corrija y pueda abrirse paso el debate inteligente sin demagogias entre los dos modelos antag¨®nicos que ahora se enfrentan.
Jos¨¦ Antonio Mart¨ªn Pall¨ªn es magistrado em¨¦rito del Tribunal Supremo.
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