La emoci¨®n de la casta
Aparece la casta y todo el mundo se aprieta los machos. Algunos, incluso, corren que se las pelan. Lo cierto es que la casta vuelve locos a los toreros porque obliga a poner en pr¨¢ctica aquello tan en desuso hoy de parar, templar y mandar. Y eso no debe ser f¨¢cil. La casta es codicia y acometividad, y exige dominio y conocimiento.
Ayer hubo casta. Mansa, es verdad, pero interesant¨ªsima, porque los novillos, ¨¢speros y violentos algunos de ellos, ped¨ªan a voces capotes expertos y muletas poderosas. Se palpaba la dificultad y el peligro. Hubo tensi¨®n en el ruedo y fuera de ¨¦l.
Y hubo novilleros en la plaza que mantuvieron el tipo, lo que no era nada f¨¢cil. Se cortaron dos orejas discutibles, pero a los chavales se les debe reconocer su pundonor, su entrega y sus ganas de triunfo. Tendr¨¢n tiempo de mejorar si la vida los mantiene en el escalaf¨®n.
Montealto / Chechu, Pinar, Tendero
Novillos de Montealto, bien presentados, mansos y encastados; muy noble el tercero; aplomado el cuarto y blando el quinto.
Chechu: media baja (silencio); estocada perpendicular y baja (silencio).
Rub¨¦n Pinar: estocada (oreja); estocada baja (ovaci¨®n).
Miguel Tendero: estocada ladeada y tendida -aviso- (vuelta); estocada tendida (oreja).
Plaza de Las Ventas. 12 de mayo. Quinta corrida de la Feria de San Isidro. Lleno.
Qued¨® la impresi¨®n de que vencieron los novillos, pero tampoco debe resultar extra?o. Lo m¨¢s importante es que los novilleros no volvieron la cara y afrontaron, con desigual fortuna, eso s¨ª, su dif¨ªcil compromiso.
Tanto Pinar como Tendero pudieron salir por la puerta grande. No hubiera sido justo, pero estuvieron a punto de conseguirlo. El primero, que parece un clon de El Juli y, adem¨¢s, trata de imitarlo, derroch¨® ilusi¨®n y ganas de triunfo. Su tarde fue un compendio de entrega y seguridad. Arrastr¨® la muleta con hondura en su primero y traz¨® muy estimables derechazos; por momentos, consigui¨® embeber en la muleta al novillo, aunque le falt¨® sosiego y le sobr¨® aceleraci¨®n. El quinto sufri¨® una vuelta de campana y qued¨® mermado de fuerzas. Y ah¨ª se vio a otro torero: bullidor, ventajista y destemplado.
Mejor estuvo, si cabe, Miguel Tendero. Torea bien, tiene gusto y empaque. Lancea a la ver¨®nica con la cintura y alarga los muletazos. Pero su dulce novillo tercero le gan¨® la partida. El chaval evidenci¨® un defecto capital: sus tandas son muy cortas, de dos pases y el de pecho, y as¨ª no se puede paladear el toreo. O desconoce una regla b¨¢sica o le falla el coraz¨®n, lo que ser¨ªa m¨¢s grave. Tore¨® bien, pero no arrebat¨®, no puso en ebullici¨®n a un p¨²blico triunfalista que ven¨ªa dispuesto a sacar a hombros a la terna. Algo parecido le ocurri¨® en el sexto, por debajo de su oponente, que no se dej¨® ganar la pelea.
El menos afortunado fue Chechu. No tuvo su tarde. Mal, mal... El encastado primero, al que puso un gran par de banderillas Domingo Navarro, lo desbord¨® en todos los terrenos, y se mostr¨® muy vulgar con el aplomado cuarto.
Babelia
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