De visitantes a participantes
La creciente presencia de las nuevas tecnolog¨ªas en la creaci¨®n art¨ªstica contempor¨¢nea est¨¢ obligando a los museos a dotarse de los equipos t¨¦cnicos y humanos necesarios para exponer y conservar todas aquellas obras que se definen —con un ep¨ªgrafe polivalente y algo impreciso— como multimedia. Las innovaciones de orden pr¨¢ctico, que se est¨¢n llevando a cabo lentamente, no son el reto principal al que se enfrentan los museos espa?oles. Su verdadero desaf¨ªo es conectar con un p¨²blico nuevo que, m¨¢s all¨¢ de su edad o background ideol¨®gico y cultural, est¨¢ metabolizando los cambios mucho m¨¢s r¨¢pidamente que las instituciones. Un p¨²blico que vive a un ritmo fren¨¦tico, bajo m¨²ltiples est¨ªmulos audiovisuales, cada vez m¨¢s acostumbrado a estar conectado con su entorno pr¨®ximo y lejano a trav¨¦s de interfaces tecnol¨®gicas. Para parafrasear la terminolog¨ªa de la red, se le puede definir un p¨²blico 2.0, atra¨ªdo por las potencialidades de la inteligencia colectiva, que ya no se conforma con el papel contemplativo que le asigna la estructura del museo decimon¨®nico y pide participar en algo m¨¢s que las asociaciones de amigos.
Si bien hacen esfuerzos para mantenerse al filo de los debates sociales, los museos espa?oles est¨¢n lejos de asumir la evoluci¨®n tecnol¨®gica y su impacto. Su dificultad para manejar el cambio empieza desde sus p¨¢ginas web, cuya funci¨®n no va m¨¢s all¨¢ de la difusi¨®n de sus actividades. A¨²n est¨¢n lejos de convertirlas en plataformas para la creaci¨®n, la experimentaci¨®n y la investigaci¨®n, siguiendo el ejemplo de grandes museos como la Tate, que utilizan internet como un espacio m¨¢s, con sus reglas y sus contenidos. Los museos espa?oles ni siquiera han empezado a aprovechar las herramientas de participaci¨®n colectiva, que ya utiliza cualquier p¨¢gina comercial de cierta envergadura. Parece incre¨ªble, y a¨²n m¨¢s cuando se trata de instituciones geogr¨¢ficamente perif¨¦ricas, que no intenten globalizar su programaci¨®n a trav¨¦s de una presencia activa en la red, que tambi¨¦n le ayudar¨ªa a liberarse de la esclavitud de la audiencia. Si el Museo Extreme?o e Iberoamericano de Arte Contempor¨¢neo (Meiac) de Badajoz tuviera una presencia destacada en internet, quiz¨¢s mucha m¨¢s gente sabr¨ªa que fue pionero en coleccionar obras de new media art y que posee varias piezas de referencia. Sin contar que a trav¨¦s de la web se pueden visibilizar obras que, por necesidad de espacio o conservaci¨®n, no se pueden exponer habitualmente. Hace a?os que el MOMA organiza muestras de grabados exclusivamente en internet y es una buena noticia que el Museo Nacional de Arte de Catalu?a y la Fundaci¨®n Telef¨®nica acaben de firmar un acuerdo para digitalizar y poner online los dibujos de Fortuny. Adem¨¢s de las obras que abordan directamente la relaci¨®n entre arte, ciencia y tecnolog¨ªa y se valen de herramientas electr¨®nicas y digitales, los museos deben tener en cuenta que la paulatina familiarizaci¨®n con estas herramientas favorece una creciente hibridaci¨®n entre las artes.
Excluyendo el caso at¨ªpico del Centro de Arte y Creaci¨®n Industrial Laboral de Gij¨®n, inaugurado hace un a?o para centrarse en la creaci¨®n m¨¢s vinculada a la tecnolog¨ªa, ninguno de los museos de arte contempor¨¢neo espa?oles, que se han multiplicado en la ¨²ltima d¨¦cada, ha instituido un departamento dedicado a los nuevos medios, ni un programa racional y continuado de exposici¨®n, producci¨®n y adquisici¨®n. Como ya pas¨® en otras ¨¦pocas, por el desconocimiento de directores y conservadores, su pereza y tambi¨¦n sus leg¨ªtimas dudas de los beneficios de una musealizaci¨®n precoz, se perder¨¢n muchas obras, que se intentar¨¢n adquirir cuando ya ser¨¢n muy caras y dif¨ªciles de conseguir. Una soluci¨®n podr¨ªa ser evolucionar hacia un modelo de museo que incluya los conceptos de archivo, documentaci¨®n y proto-colecci¨®n. Centros como el Whitney Museum o el Dia Center de Nueva York han abierto portales en internet, desde donde producen, coleccionan, exponen arte digital y debaten sobre las intersecciones entre arte, ciencia y tecnolog¨ªa. Es posible que la llegada a la subdirecci¨®n del Reina Sof¨ªa de Lynne Cooke, que llega de este ¨²ltimo centro, contribuya a dar un nuevo impulso en este ¨¢mbito al museo madrile?o.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.