Activismo en los p¨²lpitos del poder econ¨®mico
Las ONG re¨²nen t¨ªtulos para defender sus ideas en las juntas de accionistas - Las multinacionales, obligadas a prestar atenci¨®n
"Repsol no respeta derechos b¨¢sicos internacionalmente reconocidos a las poblaciones ind¨ªgenas". Cuando el pasado mi¨¦rcoles Isabel Tamarit, de Intermon Oxfam, desgranaba con guante de seda en pu?o de hierro sus quejas sobre la actuaci¨®n de la multinacional espa?ola en Am¨¦rica Latina, no ten¨ªa delante al hatajo de convencidos habituales en plena performance contra la compa?¨ªa. Casi todos los que la escucharon sin pesta?ear llevaban corbata y estaban reunidos para celebrar que Repsol YPF tuvo el a?o pasado un beneficio r¨¦cord de 3.188 millones de euros. El escenario era nada menos que la junta de accionistas, con su presidente, Antonio Brufau, al frente.
El voluntariado se hace o¨ªr en BBVA, Repsol, Inditex o Adolfo Dom¨ªnguez
Cuatro fondos de EE UU cedieron su voz a Intermon en la petrolera espa?ola
Las organizaciones denuncian la explotaci¨®n laboral y el tr¨¢fico de armas
"Ya no se puede ir por la vida sin contar con los de enfrente", dicen desde Repsol
Al principio las empresas se sienten atacadas, ahora encaran el di¨¢logo
"El peligro es que nos usen para legitimarse", alerta un activista
No hubo aplausos, pero Brufau dijo que tomaba nota y todos se vieron obligados a escuchar los reproches de la ONG porque hablaba en nombre de cuatro fondos de inversi¨®n y 900.000 acciones. El llamado activismo accionarial -infiltrarse en el seno de la compa?¨ªa para que no se pisoteen derechos humanos, sociales o ambientales- se consolida en Espa?a y todo indica que va a hacerse habitual en las grandes empresas. La corriente mundial en favor de la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) presiona adem¨¢s a las compa?¨ªas a mostrarse sensibles hacia estas inquietudes.
En marzo, las ONG Justicia y Paz y Setem tomaron la junta del BBVA y le afearon las inversiones en el sector armament¨ªstico, adem¨¢s de proyectos controvertidos en Am¨¦rica Latina. Setem es un cl¨¢sico de las juntas: dispone de 120 acciones de Inditex y 10 de Adolfo Dom¨ªnguez, lo que le permite hablar cada a?o ante sus m¨¢ximos ejecutivos.
?Sirve de algo o se trata de un di¨¢logo de sordos? "No tienen m¨¢s remedio que escuchar porque no era s¨®lo una ONG quien hablaba, sino que ten¨ªamos la fuerza que dan 900.000 acciones", explica Tamarit, responsable del programa del Sector Privado de Intermon Oxfam, que antes de dar el salto al mundo de las ONG fue durante siete a?os ejecutiva de una multinacional. Intermon no compr¨® ninguna acci¨®n, pero pudo hablar en la junta al contar con el aval de 81.000 t¨ªtulos espa?oles y cuatro fondos estadounidenses, entre ellos el Boston Common Assets. El discurso -intervinieron dos personas de Intermon- tuvo que ser necesariamente breve, eso s¨ª: 900.000 acciones dan derecho a hablar, pero su influencia real es muy limitada al representar apenas el 0,06% del capital social.
Pese a ello, Tamarit est¨¢ satisfecha con la experiencia y convencida de su utilidad. Brufau no s¨®lo tom¨® nota, sino que Repsol ya se comprometi¨® luego a debatir con la ONG una declaraci¨®n sobre principios y derechos de los pueblos ind¨ªgenas, cuyo borrador la ONG tacha de "vago e impreciso". ?ste fue el motivo de la intervenci¨®n: tratar de convencer a la multinacional para que apruebe unas normas de conducta que respeten a los pueblos ind¨ªgenas en los lugares donde explotan pozos de petr¨®leo, particularmente en Per¨².
Hace a?os que Intermon Oxfam presiona en vano para obligar a Repsol YPF a tomarse en serio los derechos de los ind¨ªgenas. Del a?o pasado es un informe de 55 p¨¢ginas titulado Pueblo sin derechos. La responsabilidad de Repsol YPF en la Amazonia peruana. El documento da la voz a los afectados, que se expresan de forma muy rotunda: "No logramos nada de beneficio de Repsol. Da?aron el bosque y no nos han compensado. Siempre dec¨ªan que lo ver¨ªamos en la siguiente reuni¨®n y nunca nos dieron nada", explica el jefe de una de las comunidades en cuyas tierras hubo prospecciones.
"Nos parece estupendo que Intermon Oxfam haya intervenido en la junta", explica Marisol Garc¨ªa Bango, responsable del Departamento de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) de Repsol YPF, quien a?ade: "La colaboraci¨®n es necesaria; empresas y ONG ya no nos vemos como enemigos". Garc¨ªa Bango est¨¢ convencida de que su empresa es una de las m¨¢s respetuosas en su sector, pero admite que queda mucho por mejorar y que no puede dar la espalda a los movimientos sociales: "Ya no se puede ir por la vida sin contar con los de enfrente, aunque est¨¦s convencido de que lo haces bien".
El activismo accionarial lleva d¨¦cadas de recorrido, sobre todo en el mundo anglosaj¨®n. En Espa?a es m¨¢s reciente, pero suma ya siete a?os de vida. Lo import¨® Setem, la ONG que m¨¢s lo ha practicado y que en 2001 sorprendi¨® a todos adquiriendo 120 acciones -hay 630 millones- de Inditex, la exitosa multinacional espa?ola de la moda.
Desde entonces acuden siempre a la junta de accionistas para reclamar mayor compromiso social. Al principio choc¨®, pero siete a?os despu¨¦s tanto la empresa como la ONG esbozan un balance positivo. "Estamos encantados, el clima es de gran cordialidad y un pilar estrat¨¦gico de la empresa es precisamente la responsabilidad social", subrayan fuentes de Inditex. Annie Yumi Joh, responsable de campa?as de Setem, se muestra menos euf¨®rica y recalca que a¨²n hay mucho por mejorar, pero est¨¢ convencida de que la insistencia de la ONG ha contribuido a avanzar. "Tenemos una pata dentro y otra pata fuera, pero nuestro tono siempre es constructivo para ser m¨¢s efectivos", explica Yumi Joh.
"Antes de 2001 Inditex ni siquiera ten¨ªa departamento de RSC", apunta Yumi Joh, "y ahora est¨¢ muy activa en este campo, hasta el punto de que se uni¨® a la Ethical Trade Initiative, organismo independiente con el objetivo de promover y mejorar los c¨®digos de conducta en las cadenas de producci¨®n". El sector textil es uno de los m¨¢s fiscalizados por las ONG para evitar cadenas inextricables de subcontrataciones que pueden culminar en condiciones de semiesclavitud en alg¨²n rinc¨®n perdido del mundo.
Setem ha comprado tambi¨¦n acciones de Adolfo Dom¨ªnguez, logr¨® intervenir en la junta del BBVA -grupos de accionistas les cedieron su turno- y se plantea llevar la estrategia a otras empresas de los sectores textil y financiero, que juzgan prioritarios. Los objetivos, a?ade Yumi Joh, son dobles: "De un lado, dar voz a asuntos como derechos humanos y laborales. Del otro, sensibilizar a los accionistas de que una mala imagen puede perjudicar a la organizaci¨®n".
"Que las ONG entren en las juntas de accionistas es una herramienta que se ha comprobado efectiva, siempre que est¨¦ acompa?ada de otras formas de presi¨®n", opina Ignasi Carreras, director del Instituto de Innovaci¨®n Social de la escuela de negocios Esade. Carreras acumula raudales de experiencia tras a?os al frente de Intermon Oxfam empujando para romper la barrera hasta hace poco inexpugnable entre ONG y empresas. "Al principio, las empresas suelen sentirse atacadas injustamente, pero se pone el dedo en la llaga y se acaba avanzando en temas no resueltos, aunque a largo plazo", explica. Seg¨²n Carreras, las juntas de accionistas son una magn¨ªfica plataforma porque "dan mucha visibilidad y el presidente escuchar¨¢ de primera mano cr¨ªticas que raramente le hab¨ªan llegado antes directamente".
Orencio V¨¢zquez, coordinador del Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa (RSC), que agrupa a ONG, sindicatos y organizaciones de consumidores, alaba las iniciativas de activismo accionarial, pero recalca tambi¨¦n sus limitaciones: "Las empresas multinacionales son cada vez m¨¢s poderosas y el peso de la fiscalizaci¨®n social no puede recaer s¨®lo en las ONG porque no dan abasto". A su juicio, la clave est¨¢ en los organismos supranacionales, como la Uni¨®n Europea y Naciones Unidas, que "deber¨ªan establecer un marco de obligado cumplimiento para todos y crear instrumentos que permitan verificar que se respetan".
Tanto la ONU como la UE han impulsado iniciativas para que la RSC se integre en el conjunto de la pol¨ªtica de la empresa y no sea mero maquillaje, as¨ª como para forzar cierto nivel de rendici¨®n de cuentas. Pero se trata siempre de iniciativas voluntarias que, por tanto, comprometen poco. Un ejemplo: la iniciativa Global Compact de la ONU, que establece algunos est¨¢ndares b¨¢sicos de actuaci¨®n empresarial, tiene la adhesi¨®n de 3.000 empresas. Parece un gran ¨¦xito, pero adherirse a ella sale casi gratis y entre los firmantes hay algunas de las compa?¨ªas que m¨¢s se encuentran en el punto de mira de las ONG, como PetroChina.
El Observatorio de la Deuda en la Globalizaci¨®n (ODG), vinculado a la Universidad Polit¨¦cnica de Catalu?a, es a¨²n m¨¢s pesimista. Jes¨²s Carri¨®n, responsable del programa de "monitoreo de transnacionales", recuerda que su organizaci¨®n ya intervino en la junta de Repsol YPF de 2006 y que ya entonces Brufau tom¨® nota. "No sirvi¨® de nada; fue todo papel mojado", concluye.
Carri¨®n se muestra muy cr¨ªtico con los programas de RSC de las multinacionales espa?olas, a los que se refiere como "irresponsabilidad social corporativa". "Hacen peque?os donativos y tienen gran capacidad medi¨¢tica para rentabilizarlos como publicidad mientras siguen adelante con programas que destrozan comunidades y territorios".
El ODG considera m¨¢s ¨²til participar en las contracumbres, como la que se realiza estos d¨ªas con motivo en la reuni¨®n UE- Am¨¦rica Latina, aunque sea a costa de romper puentes con las empresas y dejar de ser interlocutores para ellas. "El peligro es que las grandes empresas utilicen a las ONG para legitimarse", apunta. Su an¨¢lisis le da la vuelta a la toma de las juntas de accionistas por parte de las ONG. M¨¢s bien ser¨ªan las grandes empresas las que estar¨ªan tomando las ONG con la a?agaza del dinero para la responsabilidad social corporativa.
Objetivo: las grandes marcas
Nike vivi¨® hace unos a?os como una aut¨¦ntica pesadilla la Campa?a Ropa Limpia, que eligi¨® a la multinacional estadounidense como s¨ªmbolo de la explotaci¨®n en el sector textil. La imagen era muy potente: trabajadores que percib¨ªan sueldos de miseria en el Tercer Mundo -muchos de ellos ni?os- fabricaban las zapatillas que luc¨ªan estrellas deportivas con salarios astron¨®micos.Nike respondi¨® al principio con desd¨¦n y trat¨® de ignorar la campa?a, pero la red se hizo mundial y la informaci¨®n circul¨® tanto que la empresa se vio obligada a recular en algunos aspectos y, sobre todo, a buscar el di¨¢logo con las organizaciones sociales. Pocas veces se ha visto una marca tan potente contra las cuerdas ante una campa?a de las ONG."Las empresas m¨¢s consolidadas, las que tienen una imagen de marca fuerte, son las m¨¢s susceptibles de ser tomadas como s¨ªmbolos por las ONG", explica Orencio V¨¢zquez, coordinador del Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa, quien se?ala especialmente al sector textil: "Es el m¨¢s sensible porque suelen vender estilos de vida a trav¨¦s de las marcas y por tanto deben vigilar como nadie su reputaci¨®n"."Nike deslocaliz¨® en cien pa¨ªses m¨¢s de 1.000 centros de producci¨®n, y no se hac¨ªa responsable de lo que suced¨ªa en los ¨²ltimos eslabones de la cadena. La presi¨®n le ha obligado a ir asumiendo responsabilidades y aceptar c¨®digos de conducta, aunque todav¨ªa quede mucho por hacer", explica Ignasi Carreras, director del Instituto de Innovaci¨®n Social de la escuela de negocios Esade.La Campa?a Ropa Limpia (www.ropalimpia.org) sigue vigente y fiscaliza ya no s¨®lo a Nike, sino a las principales marcas deportivas y de moda, que operan todas con mecanismos similares.La presi¨®n de las ONG va concentr¨¢ndose ahora sobre Adidas, otro gigante. No tanto por el proceso de producci¨®n de sus productos -no difiere demasiado de sus competidores- como por su papel de patrocinador de los Juegos Ol¨ªmpicos de Pek¨ªn.Los grandes patrocinadores de los Juegos -Coca-Cola, General Electric, Johnson & Johnson, Kodak, McDonald's, Samsung...- est¨¢n en el punto de mira de las ONG por colaborar con un r¨¦gimen que no respeta los derechos humanos. El gran objetivo de Adidas es desplazar a Nike como n¨²mero uno en el gigante asi¨¢tico. Pero se arriesga a sustituirlo tambi¨¦n como la bestia negra de las ONG.
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