La Camorra lidera la persecuci¨®n gitana
Vecinos y ONG acusan al crimen organizado de beneficiarse de los ataques - El campamento de N¨¢poles ha quedado reducido a cenizas: todos han huido
"Es mejor no pensarlo. No hay mucho que hablar. S¨®lo hace falta ver la basura tirada en la calle. El Estado nos ha abandonado. Y ellos [los gitanos] estaban tan abandonados como nosotros". Patrizia, ama de casa, siente verg¨¹enza de vivir en Ponticelli, el barrio de N¨¢poles donde esta semana una turba estrat¨¦gicamente formada por mujeres, ni?as y muchachos armados con piedras y c¨®cteles molotov asalt¨® e incendi¨® los campamentos donde viv¨ªan un millar de rumanos de etnia gitana. La zona es un feudo de la Camorra y las asociaciones c¨ªvicas, que tratan de poner cordura en una situaci¨®n que se escapa de las manos, subrayan que no se trata de ninguna coincidencia: las constructoras de la mafia edificar¨¢n viviendas sobre el suelo quemado.
El 4 de noviembre, Gianfranco Fini, ex l¨ªder de Alianza Nacional y hoy presidente de la C¨¢mara de los Diputados, declar¨® al Corriere della Sera: "?C¨®mo se puede integrar a quien considera l¨ªcito o no inmoral el robo, el no trabajar porque deben ser las mujeres quienes lo hagan, incluso prostituy¨¦ndose?".
El 6 de abril, un informe del comit¨¦ de la ONU contra la marginaci¨®n racial (CERD) alert¨® de que Italia estaba viviendo "una campa?a de discriminaci¨®n" sin precedentes contra los gitanos y que era necesario "perseguir a los pol¨ªticos que alimentan el odio racial".
Apenas un mes despu¨¦s, esta misma semana, en el barrio de Ponticelli de N¨¢poles, una turba de mujeres, muchachas y j¨®venes montados en vespinos atac¨® con piedras, barras de hierro y c¨®cteles molotov 10 peque?os campamentos donde viv¨ªan unos 1.000 gitanos rumanos. "Fue una explosi¨®n inaudita de violencia. Escaparon a toda velocidad, subidos donde pod¨ªan, con el terror en los ojos", recuerda Salvatore Exp¨®sito, de la Comunidad de San Egidio.
La di¨¢spora gitana, como sucede desde la noche de los tiempos, se puso en marcha en medio de l¨¢grimas y llamas. Un hatillo, y al motocarro. Hoy, en Ponticelli, s¨®lo queda un mar de cenizas y los restos de una docena de precarias chabolas de madera y cart¨®n. En el inmenso solar, cercano a la iglesia de San Pietro y San Paolo, el suelo delata la verg¨¹enza: un osito de peluche, tenedores y cucharas, varios pares de zapatos infantiles. Dentro, las s¨¢banas y los colchones siguen revueltos. Tras el asalto hubo saqueos: pobres cogiendo lo que dejaban atr¨¢s otros m¨¢s pobres.
El pueblo de N¨¢poles, siempre acogedor, ?ha perdido su alma? "El pueblo ha sido abandonado por el Estado. Por eso tenemos miedo y vivimos encerrados", dice Patricia, ama de casa con dos hijos.
"No hay Estado, no hay recogida de basuras ni sanidad. De Roma para abajo, Italia es el Tercer Mundo. Estamos en manos de la Camorra. Dejados de la mano de Dios. Pero siempre hemos sido solidarios. Hemos vivido la peste, el c¨®lera, terremotos. Sabemos lo que es el sufrimiento", comenta Antonio Caracciolo, taxista, de 37 a?os.
La raz¨®n que seg¨²n las televisiones desencaden¨® el ataque fue que una muchacha rumana de 16 a?os hab¨ªa intentado robar un beb¨¦. La asociaci¨®n Comit¨¦ Espacio P¨²blico recuerda que, a falta de que los jueces decidan, "los rumores infundados han proliferado en los ¨²ltimos meses en Italia".
El frutero del barrio tiene otra visi¨®n: "Los que ocupaban ese suelo estaban ah¨ª gratis. A m¨ª me cost¨® este puesto 5.000 euros y tengo tres hijos en el paro". Su mujer, Carmela, llega en la moto de comprar el pan. "Viv¨ªamos aterrorizados, ahora estamos tranquilos", dice.
La indignaci¨®n por el rumor del robo se extendi¨® por el barrio y lleg¨® al Rione de Gasperi, el feudo criminal donde campa la familia de Ciro Sarno, conocido como El alcalde de Ponticelli, hoy en la c¨¢rcel. La Camorra administra las viviendas populares, explica una vecina: "Pagamos alquiler, pero no tenemos contrato".
?Entonces el asalto fue obra de camorristas o de vecinos racistas?
-Decir que no fue la Camorra ser¨ªa mentir -dice Patrizia.
Fue una uni¨®n de las dos cosas, explica Exp¨®sito: "Si antes del 4 de agosto no empiezan las obras previstas por el Plan de Recuperaci¨®n Urbana de Ponticelli, las constructoras (muchas en manos de la Camorra) perder¨¢n 64 millones de subvenci¨®n".
Seis coches de polic¨ªa vigilan ahora el solar del destruido campamento rumano. Enfrente est¨¢n las Cinco Torres, un ejemplo de la colmena que le gusta construir a la mafia napolitana. "No creo que vuelvan. Unos se han escondido en otros campamentos y otros han cogido el autob¨²s y se han ido a Rumania", sostiene uno de los polic¨ªas.
En Casoria, a ocho kil¨®metros de aqu¨ª, hay un viejo campamento gitano. Los adultos son serbios, los j¨®venes y los ni?os han nacido en Italia: Angelo, Ringo, Paparazzo. Todos van al colegio, pero quiz¨¢ lo dejen pronto. El ministro de Defensa, Ignazio La Russa, advirti¨® ayer de que el tiempo de los campamentos gitanos en Italia se ha acabado. "Habr¨¢ como mucho peque?os campos de 10 personas para poder controlarlos bien". El Partido Democr¨¢tico ha llenado N¨¢poles de carteles que dicen "Fuera los campamentos gitanos". Es la di¨¢spora, otra vez. No ha hecho m¨¢s que empezar.
El cigarro de la paz
Antonio Caracciolo, hijo del due?o de un negocio de ultramarinos del centro de N¨¢poles, empez¨® a trabajar a los trece a?os. Es taxista desde los 23. Habla bien, lee los peri¨®dicos y es un tipo emotivo y sensible. Tiene dos hijos y ha viajado un poco. ?Cuba, Venezuela, M¨¢laga, Torremolinos... La ¨²nica fuerza que me empuja son mis dos hijos y ver que hay sitios que est¨¢n peor que nosotros?.Dragan Alexic, gitano serbio de 40 a?os, es alba?il y vendedor ambulante. Lleg¨® a Italia asilado en 1989, huyendo de la guerra. Tiene cuatro hijos, y tambi¨¦n ha viajado mucho. Habla un italiano perfecto. En el campamento de Casoria, Caracciolo y Alexic, un napolitano y un gitano, se conocen, charlan y firman con un cigarro y un apret¨®n de manos la paz de una guerra falsa.Antonio: -La Constituci¨®n italiana dice que todo tenemos derecho a vivienda y trabajo.Dragan: -Nosotros no tenemos agua ni luz.A: -El Estado no existe aqu¨ª. Tampoco para los italianos.D: -Existe, pero para comerse el dinero.A: -Solo para los ricos, no para los pobres.D: -Lo sabe todo el mundo: si tienes un amigo?A: -Vosotros sois v¨ªctimas, nosotros tambi¨¦n. Hay dos N¨¢poles, la de los ricos y la de los callejones.D: -Yo viv¨ª en Ponticelli, nunca hubo problemas, ¨¦ramos una familia con los napolitanos. Las madres italianas me cuidaban los ni?os si ten¨ªa que salir.A: -N¨¢poles siempre ha sido acogedor.D: -Eso ha sido un hecho aislado.A: -Dicen que la chica quer¨ªa robar el beb¨¦.D: -Eso lo dicen de los gitanos desde hace 300 a?os. Pero somos la gente que m¨¢s quiere a los ni?os. Y si quieres a tus ni?os, quieres a los otros tambi¨¦n y no les haces da?o.A: -Claro.D: -?Sabes que mis cuatro hijos nacieron aqu¨ª y no tienen papeles?A: -Pero son italianos.D: -S¨ª, pero no les dan los papeles.A: -Eso es una forma de fascismo. Son renegados.D: -Lo mismo que decir que hay una ?emergencia gitana?.A: -Tenemos el pizzo, la Camorra, tantos problemas, pero de eso nadie dice nada.D: -Nadie dice nada porque todos son de la Camorra.A: -Y en la guerra de los clanes de Secondigliano hubo 200 muertos.D: -Eso s¨ª que fue una guerra.
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