Propuestas para superar la crisis Por
La econom¨ªa espa?ola est¨¢ ya creciendo por debajo de su potencial en estos primeros meses de 2008. La desaceleraci¨®n del crecimiento continuar¨¢ hasta alcanzar su sima en alg¨²n momento de 2009. En esto coinciden todos los analistas privados y oficiales. Las cuestiones debatidas hoy son de dos tipos. Primero est¨¢n los interrogantes coyunturales: ?hasta d¨®nde caer¨¢ el ritmo de variaci¨®n del PIB en 2009?, ?habr¨¢ despu¨¦s un r¨¢pido retorno a la senda de crecimiento potencial o, por el contrario, la econom¨ªa espa?ola se enfangar¨¢ en ritmos de avance lentos e insuficientes para garantizar el pleno empleo de los recursos productivos? En segundo lugar, las de pol¨ªtica econ¨®mica: ?qu¨¦ puede hacer el Gobierno para que nuestra econom¨ªa recobre lo antes posible ritmos elevados de crecimiento econ¨®mico?
No basta con fomentar la innovaci¨®n, la investigaci¨®n o la calidad del sistema educativo
Se ha de elegir entre mantener el poder adquisitivo o mantener los puestos de trabajo
En cuanto a lo primero, la crisis financiera internacional y el aumento del precio del petr¨®leo y otras materias primas est¨¢n acentuando severamente el ajuste de nuestra econom¨ªa ya iniciado en la primera mitad del pasado a?o. El ritmo de crecimiento de la econom¨ªa espa?ola a lo largo de los pr¨®ximos tres o cuatro trimestres depender¨¢ sobre todo de la evoluci¨®n de esos factores externos. Lo que ocurra a partir de entonces, sin embargo, depender¨¢ fundamentalmente de nuestra pol¨ªtica econ¨®mica, lo que nos lleva al segundo interrogante.
A mi juicio, la econom¨ªa espa?ola no se enfrenta solamente a un ajuste coyuntural que terminar¨¢ una vez se estabilice el precio de la vivienda y de las materias primas y se restaure la confianza en los mercados financieros internacionales. Sin duda alguna cuando esto ocurra se pondr¨¢ un suelo a la ca¨ªda de nuestro crecimiento econ¨®mico y transcurridos algunos trimestres se iniciar¨¢ una aceleraci¨®n del mismo. Pero cuando se disipen las brumas e incertidumbres generadas por la crisis financiera se ver¨¢ con nitidez que la econom¨ªa espa?ola no puede contar con dos de los resortes fundamentales que han impulsado su crecimiento a lo largo de los ¨²ltimos 12 a?os: oferta ilimitada de cr¨¦dito a tipos de inter¨¦s reales negativos o muy bajos, y precios relativos del petr¨®leo y otras materias primas reducidos. Aun contando con los posibles descensos que estas variables puedan registrar en los pr¨®ximos 12 meses, se puede afirmar con razonable seguridad que el tipo de inter¨¦s real y el precio relativo de la energ¨ªa y otras materias primas ser¨¢n sensiblemente superiores durante el pr¨®ximo quinquenio a los niveles medios vigentes en el transcurso de la anterior etapa expansiva.
Para que la econom¨ªa espa?ola no se adentre en un proceso prolongado de crecimiento sub¨®ptimo se han de crear bases de expansi¨®n vigorosas que puedan funcionar en esas nuevas condiciones de precios relativos. La tarea prioritaria de la pol¨ªtica econ¨®mica ha de ser sentar esas bases que permitan retornar lo antes posible a la senda de crecimiento elevado. Para ello no basta con fomentar la innovaci¨®n, la investigaci¨®n o la calidad del sistema educativo porque la conexi¨®n entre la mejora de estas variables y el crecimiento de la productividad es un proceso lento que opera con la suficiente intensidad en el horizonte temporal de referencia. Lo que se ha de hacer es efectuar reformas que consigan la m¨¢xima intensidad posible en la utilizaci¨®n de los recursos productivos e incidan r¨¢pidamente sobre las expectativas de beneficios y el crecimiento de la productividad. Las reformas esenciales son las de la fiscalidad y del gasto p¨²blico, as¨ª como la del mercado de trabajo. La reforma de algunos mercados de bienes y servicios, muy especialmente del mercado de la energ¨ªa, son tambi¨¦n necesarias, pero en lo que sigue me limitar¨¦ a las primeras.
La reforma m¨¢s urgente quiz¨¢ sea la de la fiscalidad, recortando sensiblemente el impuesto de sociedades, reduciendo las cuotas empresariales a la Seguridad Social y disminuyendo los tipos m¨ªnimos y m¨¢ximos del IRPF. Es importante recalcar que no se trata de bajar los impuestos por razones antic¨ªclicas sino de crear un nuevo marco fiscal que incentive el crecimiento de la inversi¨®n y el empleo y facilite la reasignaci¨®n de recursos hacia los sectores de mayor productividad potencial. Esto significa que los recortes de la imposici¨®n directa deben ser acompa?ados de reformas de las principales partidas de gasto p¨²blico, o en su ausencia de aumentos de otros impuestos, a fin de impedir un est¨ªmulo presupuestario excesivo que s¨®lo servir¨ªa para alimentar la inflaci¨®n. La econom¨ªa espa?ola no se enfrenta a una deficiencia de demanda agregada en t¨¦rminos nominales, la ¨²nica variable sobre la que puede influir la expansi¨®n presupuestaria, sino a un problema de ca¨ªda del crecimiento potencial. La ¨²nica partida de gasto p¨²blico cuyo crecimiento discrecional no s¨®lo no se debe frenar sino que se debe acelerar es el gasto en infraestructuras. A diferencia de lo que ocurre con otras partidas, este gasto no s¨®lo impulsa la demanda sino tambi¨¦n la oferta agregada y contribuye positivamente al avance de la productividad. Adem¨¢s, si se dise?a adecuadamente la acci¨®n p¨²blica en el ¨¢mbito de las infraestructuras, cada euro de gasto p¨²blico se puede multiplicar por inversiones privadas financiadas por el mecanismo de precios.
El nivel actual del impuesto de sociedades merma la capacidad de inversi¨®n de las empresas y, dado su elevado nivel en comparaci¨®n con nuestros competidores internacionales, erosiona la competitividad del sector productor de bienes comerciables. Adem¨¢s, como ponen de relieve m¨²ltiples estudios, es un impuesto que finalmente recae en buena parte sobre el empleo. Lo mismo se puede decir de las cuotas empresariales a la Seguridad Social. No es posible, sin embargo, recortar apreciablemente este ¨²ltimo impuesto directo sin efectuar reformas del sistema de Seguridad Social encaminadas a incrementar la proporcionalidad entre las contribuciones y los derechos devengados. Estas reformas de la fiscalidad, siempre y cuando no se permitan d¨¦ficits presupuestarios superiores a los que derivar¨ªan de la actual estructura de gastos e impuestos, tendr¨ªan el efecto positivo adicional de inducir una depreciaci¨®n de nuestro tipo de cambio real.
La flexibilidad del mercado de trabajo no se puede inferir de su comportamiento durante la etapa expansiva sino de su capacidad de absorber una desaceleraci¨®n econ¨®mica sin aumentos desorbitados de la tasa de paro. Uno de los problemas de nuestro mercado de trabajo es la indizaci¨®n casi autom¨¢tica de los salarios nominales a un ¨ªndice de precios, el IPC, que contiene los precios del petr¨®leo y de otros productos importados, de manera que puede variar m¨¢s intensamente que los ingresos de las empresas nacionales. Si el avance del IPC es superior al de los precios percibidos por los productores nacionales, como ocurri¨® el a?o pasado y est¨¢ sucediendo este a?o, el crecimiento de los salarios indizados a dicho indicador provoca una erosi¨®n de la rentabilidad empresarial que antes o despu¨¦s se traducir¨¢ en menores niveles de inversi¨®n y empleo. El otro problema consiste en los elevados costes de despido, sobre todo de los despidos colectivos, de los trabajadores con contrato fijo. La combinaci¨®n de estas dos distorsiones lleva, en coyunturas de desaceleraci¨®n econ¨®mica y aumento de los precios de importaci¨®n, a una viscosa rigidez a la baja del ritmo de crecimiento de los salarios nominales y del nivel de los salarios reales que puede tener efectos muy nocivos sobre las exportaciones, la inversi¨®n y la creaci¨®n de empleo. Desgraciadamente, en situaciones de este tipo se ha de elegir entre no hacer reformas y mantener el poder adquisitivo de los salarios o hacerlas para mantener los puestos de trabajo.
Es verdad que ninguna de estas reformas son pol¨ªticamente f¨¢ciles de instrumentar, si lo fueran ya se habr¨ªan hecho hace tiempo. Pero no es menos cierto que la econom¨ªa espa?ola se enfrenta a una situaci¨®n cuya gravedad no se debe minusvalorar y de la que ser¨¢ dif¨ªcil salir airosamente si los art¨ªfices de la pol¨ªtica econ¨®mica no son ambiciosos en sus metas y valientes en su ejecuci¨®n. Una de las ventajas con que cuenta nuestro pa¨ªs para afrontar esta situaci¨®n es que ha acontecido al comienzo de una nueva legislatura, el tiempo pol¨ªtico m¨¢s propicio para llevar a cabo esas reformas dif¨ªciles pero imprescindibles para flexibilizar nuestro aparato productivo y configurar nuevos resortes de crecimiento econ¨®mico. -
Jos¨¦ Luis Feito es economista.
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