Descarga el¨¦ctrica
Una subida de la luz est¨¢ justificada; a cambio se necesita calidad y transparencia en el sistema
La propuesta de la Comisi¨®n Nacional de la Energ¨ªa (CNE) de subir las tarifas el¨¦ctricas el 11,3% a partir de julio ha provocado reacciones pol¨ªticas viscerales y una cierta preocupaci¨®n entre los agentes sociales que consideran inoportuna un alza sustancial de precios regulados en un momento de empeoramiento de la situaci¨®n econ¨®mica de las familias. Las cr¨ªticas pol¨ªticas carecen de raz¨®n de ser, porque el encarecimiento del recibo de la luz, si el Gobierno decide por fin aprobar la subida calculada por la CNE, no se debe a la gesti¨®n del Ejecutivo, sino a la supervivencia de un mecanismo lamentable de fijaci¨®n de precios heredado de los Gobiernos del PP. Este m¨¦todo perverso genera sistem¨¢ticamente un d¨¦ficit, que deben pagar los consumidores presentes y futuros, producido por la diferencia entre la tarifa que autoriza el Ministerio de Industria y el precio del kilovatio fijado en un mercado mayorista que las empresas modifican pr¨¢cticamente a su antojo.
Como consecuencia de este disparate, la situaci¨®n de los precios de la electricidad es insostenible. Los consumidores tendr¨¢n que pagar tarde o temprano un d¨¦ficit que a finales de 2008 superar¨¢ los 12.000 millones de euros. Para las el¨¦ctricas la situaci¨®n tampoco es c¨®moda. Aunque anoten en su contabilidad los ingresos reconocidos que todav¨ªa no han cobrado, puede llegar un momento en que los auditores y las instituciones financieras reclamen algo m¨¢s que apuntes contables para respaldar sus cuentas. As¨ª pues, la subida de la luz responde a argumentos de peso; en una econom¨ªa capitalista, los precios deben recoger los aumentos de costes. Existe un argumento m¨¢s, que es el car¨¢cter disuasorio que tienen los precios como incentivo para racionalizar el consumo. Y se trata de un argumento cada vez m¨¢s importante.
La objeci¨®n de oportunidad es m¨¢s correcta, pero cuestiona las decisiones tarifarias adoptadas torpemente por los Gobiernos anteriores. Quiz¨¢ hubiera sido m¨¢s oportuno equiparar las tarifas el¨¦ctricas a sus costes reales en momentos de prosperidad econ¨®mica; pero entre 2005 y 2007 se arguyeron excusas tales como promesas electorales o p¨¢nico a perder votos para mantener pr¨¢cticamente intocados los precios y seguir aumentando as¨ª, hasta l¨ªmites insostenibles, la deuda futura de los usuarios. Las decisiones correctas que se tomen ahora ser¨¢n forzosamente m¨¢s dolorosas que si se hubieran tomado en su momento.
La subida de tarifas no agota las tareas del Ministerio de Industria. A finales de este a?o ser¨¢ necesario probablemente subir de nuevo la electricidad. A cambio de estas subidas, el Gobierno y la CNE est¨¢n obligados a imponer a las compa?¨ªas planes de inversiones para mejorar la calidad del servicio y penalizar de forma inmisericorde los apagones y otras miserias actuales del suministro. Igual de inmisericorde se habr¨¢ de ser para imponer un sistema de fijaci¨®n razonable y transparente de los precios de la luz.
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