Al vuelo de muleta
El Cid, un nuevo ¨ªdolo para Madrid, conquista con la verdad de su toreo al p¨²blico m¨¢s exigente del mundo
El Cid es un se?or que a estas alturas del siglo XXI se planta en los medios del coliseo contempor¨¢neo de Las Ventas y cita con la muleta desplegada en la mano izquierda al toro reci¨¦n banderilleado. Eso es como decir que lo hace a pecho descubierto, sin sitio por donde escapar. Sin trampa ni cart¨®n. Como hizo con su segundo astado de la ganader¨ªa de El Pilar el pasado 15 de mayo. A este tipo no se le ocurri¨® aquella tarde otra cosa mejor que esperar, quieto como una estatua, al toraco que se arrancaba desde el burladero hacia el centro del anillo para someterlo all¨ª mismo a la bajura de su mano izquierda. Sin mantazos previos de tanteo. Sin piedad. "A la gente no le gusta que el torero pruebe tanto al animal si lo tiene claro", reflexionaba el matador ayer por tel¨¦fono. "Lo que hay que hacer es ponerse a torear, y m¨¢s en estos tiempos en que los toros duran poco".
"Lo que hay que hacer es ponerse a torear, y m¨¢s en estos tiempos"
Aquella tarde del 15 de mayo volvi¨® a provocar ese ¨¦xtasis indescriptible que s¨®lo saben transmitir al espectador quienes huyen de la cada vez m¨¢s asentada doctrina del pegapases, la t¨¦cnica somn¨ªfera desgranada por los que tienen en sus manos convertir en absolutamente innecesaria la fiesta de los toros. Pero Manuel Jes¨²s El Cid no es de esos. El torero de Salteras (Sevilla) no es un pegapases. No va de guaperas. No sale en las revistas del coraz¨®n. No vacila de coche caro. Lo caro es su toreo. Lo que vale su peso en oro es esa mu?eca extraterrestre de su mano izquierda con la que doblega a las bestias al vuelo de la muleta, embarc¨¢ndolas en un viaje en forma de c¨ªrculo rojo dibujado al borde de la arena.
Ha conquistado Madrid por la v¨ªa de la colocaci¨®n y la distancia; por citar de frente, al natural, hacia abajo y alrededor de su barriga. "Siempre me he sentido querido en Las Ventas; me identifico mucho con el toreo que ellos quieren. Y me encuentro a gusto con la izquierda. Cada torero tiene un don. Unos lo tienen con el capote, otros con la espada...".
La maldita espada. Por su culpa volvi¨® a dejar escapar la semana pasada otra puerta grande de Las Ventas. Pod¨ªa haber sido la tercera. Vaya, vaya. Un hombre llamado El Cid que no est¨¢ fino con la espada. Quiz¨¢ lo consiga el 31 de mayo, ante los victorinos. "Es un hierro que me ha dado grandes triunfos. Me he enfrentado a muchas ganader¨ªas duras sin tratar de defenderme, expresando lo que siento. Las corridas duras tambi¨¦n se pueden torear".
No se anda con chiquitas. Ni se alivia ni asoma el pico de la muleta. "Las Ventas es una de esas plazas en las que hay que apostar. Ser figura es una raz¨®n m¨¢s para hacerlo". Por eso hace mucho que es un torero de Madrid. Como lo fueron otros sevillanos de la talla de Pepe Luis V¨¢zquez o Curro Romero. Nadie le regal¨® ni un tentadero. Puede que no sea el m¨¢s grande. Ni el m¨¢s medi¨¢tico. Puede que haya otras figuras. Puede que, a estas alturas del siglo XXI, esto de las corridas de toros adquiera algo de sentido si existen personas capaces de torear como El Cid con la mano izquierda.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.