El temor a Ir¨¢n reabre el di¨¢logo
Todo es secreto, pero todos conocen cu¨¢l es la soluci¨®n. Nadie ignora las condiciones que exige cada parte. Se saben desde hace muchos a?os. En 2000, Israel y Siria ya estuvieron cerca del acuerdo. Unos centenares de metros cuadrados impidieron el pacto. Como si Israel hubiera sufrido un ataque de v¨¦rtigo a la hora de la verdad. Porque las consecuencias de un acuerdo, que supondr¨ªa el tercer tratado de paz entre Israel y uno de los pa¨ªses ¨¢rabes con los que ha librado guerras, ser¨ªan trascendentales para Oriente Pr¨®ximo.
El presidente Bachar el Asad, como su padre, Hafez, exige la retirada completa de la meseta del Gol¨¢n. Hasta el ¨²ltimo cent¨ªmetro. Como sucedi¨® con el Sina¨ª egipcio en 1979. El acceso a la ribera noreste del mar de Galilea es crucial para Damasco. Israel tambi¨¦n sabe qu¨¦ pedir a cambio de una retirada que va a encontrar una furibunda oposici¨®n interna: desmilitarizaci¨®n del Gol¨¢n y acceso de los israel¨ªes al territorio hoy ocupado.
Sin embargo, lo que se negocia dista un abismo de ser un asunto estrictamente bilateral. Los efectos de un acuerdo se sentir¨ªan en toda la regi¨®n. Una de las demandas del Gobierno de Ehud Olmert es el desmantelamiento de las sedes de las milicias palestinas en Damasco y el corte de relaciones de Siria con Ir¨¢n. Son cuestiones peliagudas, por el coste que tiene en las opiniones p¨²blicas ¨¢rabes la causa palestina. Algo que qued¨® patente cuando Ham¨¢s dinamit¨® la frontera de Gaza con Egipto y El Cairo reaccion¨® con enorme moderaci¨®n ante una flagrante violaci¨®n a su soberan¨ªa. Los dirigentes islamistas palestinos ya tienen en cuenta la posibilidad de que en el futuro tengan que abandonar Damasco.
Tambi¨¦n en L¨ªbano temen los partidos prooccidentales que ser¨ªan la moneda de cambio. Porque, a ojos de Siria, L¨ªbano es una cuesti¨®n de vida o muerte: su ventana al mundo occidental y uno de sus sustentos econ¨®micos.
Con todo, la pregunta del mill¨®n es otra: ?Por qu¨¦ surge ahora esta iniciativa? El r¨¦gimen sirio sufre desde hace cuatro a?os sanciones econ¨®micas impuestas por Washington. No es balad¨ª que Damasco exija la implicaci¨®n de Estados Unidos en las negociaciones y que se conozca de su existencia. Abominan de las conversaciones secretas. Siria necesita ganar legitimidad. Sus v¨ªnculos con los pa¨ªses ¨¢rabes -Egipto, Jordania y, sobre todo, Arabia Saud¨ª- se han deteriorado sobremanera por la crisis de L¨ªbano. Nada mejor que un empuj¨®n desde Estados Unidos para revertir la situaci¨®n.
Para Israel, hay tambi¨¦n una raz¨®n de peso: su obsesi¨®n por el programa nuclear iran¨ª es tremenda. Si optara por un ataque a las instalaciones at¨®micas persas, mantener en calma la frontera siria ser¨ªa fundamental.
Un augurio no es temerario: va para largo. Israel¨ªes y sirios lo admiten. Sobre todo porque es imprescindible un vuelco en la pol¨ªtica estadounidense, dur¨ªsima con el Gobierno de El Asad. La Administraci¨®n de George W. Bush se limit¨® a se?alar que no se opone a las conversaciones. No obstante, sin una nueva Administraci¨®n en la Casa Blanca las complicaciones se multiplican. Y despu¨¦s, veremos.
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