G¨®mez Pin y la filosof¨ªa como justiciera de la raz¨®n
El ensayista publica un libro de "reivindicaci¨®n militante"
La filosof¨ªa como aspiraci¨®n del ser humano a la lucidez, como freno al irracionalismo de las religiones, como un conjunto de interrogantes sobre nosotros mismos y nuestra concepci¨®n del mundo, como el conjunto de interrogaciones que nos persiguen desde la Grecia cl¨¢sica... En definitiva, la filosof¨ªa como "justiciera de la raz¨®n" representa el argumento principal del ¨²ltimo libro de V¨ªctor G¨®mez Pin (Barcelona, 1944), catedr¨¢tico de Teor¨ªa del Conocimiento e Introducci¨®n al Pensamiento Matem¨¢tico de la UAB y uno de los pensadores espa?oles m¨¢s destacados de los ¨²ltimos a?os. Formado b¨¢sicamente en Francia, G¨®mez Pin obtuvo en 1989 el Premio Anagrama de ensayo por Filosof¨ªa. El saber del esclavo, y en 2006 el mismo galard¨®n en Espasa por Entre lobos y aut¨®matas.
"Las preguntas de Arist¨®teles siguen en el centro del debate filos¨®fico"
"La actitud interrogativa de los ni?os desconcierta a los mayores"
"Los caminos de exploraci¨®n de la ciencia acaban por volver a la filosof¨ªa"
Ahora acaba de publicar Filosof¨ªa. Interrogaciones que a todos conciernen (Espasa) con el declarado prop¨®sito de "reivindicar de modo militante aquella m¨¢xima de Arist¨®teles de que los hombres, por su propia naturaleza, tienen el deseo o aspiran a la lucidez". El catedr¨¢tico no duda en se?alar que Arist¨®teles es el pensador "m¨¢s paradigm¨¢tico a la hora del esfuerzo por interpretar el contexto de los seres humanos y a los propios hombres". "De hecho", explica G¨®mez Pin, "los grandes interrogantes que se planteaban en tiempos de Arist¨®teles siguen marcando el centro de la filosof¨ªa. El espacio, el tiempo, las diferencias entre animales y hombres, la condici¨®n ling¨¹¨ªstica del hombre o el v¨ªnculo entre la palabra y la m¨²sica, por citar algunos puntos que son clave".
Una y otra vez a lo largo de la conversaci¨®n, G¨®mez Pin regresa a Arist¨®teles y a la idea de que "el c¨®digo de se?ales de los seres humanos s¨®lo sirve a s¨ª mismo, a diferencia de c¨®digos complejos de animales, como las abejas, que responden al instinto de supervivencia". Como ilustraci¨®n hist¨®rica del ansia de conocimiento que implica la filosof¨ªa, G¨®mez Pin cita en su libro el debate sobre la esfericidad de la Tierra.
Ferviente admirador de Galileo, el ensayista catal¨¢n subraya que demostrar la centralidad del Sol y que el planeta Tierra giraba a su alrededor "no se necesitaba en absoluto para la supervivencia". "Era s¨®lo un problema de comprensi¨®n del mundo", a?ade. "Pese a la evidencia emp¨ªrica que supon¨ªa la circunvalaci¨®n de la Tierra por navegantes de diferentes pa¨ªses", comenta el catedr¨¢tico en su ¨²ltimo libro, "fue dif¨ªcil superar argumentos en contra de la esfericidad que parec¨ªan del todo razonables. ?Qu¨¦ hizo que las nuevas hip¨®tesis astron¨®micas fueran abri¨¦ndose camino? Pues, simplemente, que por contrarias que fueran a la intuici¨®n y a la fe, pose¨ªan gran fuerza explicativa".
Las relaciones entre la filosof¨ªa y la ciencia, que este pensador apasionado y de verbo f¨¢cil ha estudiado a fondo a lo largo de su trayectoria, llevan inevitablemente al an¨¢lisis del hecho religioso. Defiende que la raz¨®n no debe arrodillarse ante nada y remarca: "La filosof¨ªa representa la asunci¨®n de que para nosotros, para bien del esp¨ªritu y para mal de la adecuaci¨®n a la naturaleza, la raz¨®n va por delante". A juicio de G¨®mez Pin, "la religi¨®n supone una renuncia a la raz¨®n". "De todos modos", matiza, "si una creencia s¨®lo se traduce en salvar el alma, no deja de ser una cuesti¨®n personal de conciencia. No es la m¨¢s valiente, pero eso ya es un problema de cada cual".
Con muchos a?os de docencia a las espaldas en Francia, Italia y Espa?a, al autor de Filosof¨ªa. Interrogaciones que a todos conciernen no le gusta la palabra divulgaci¨®n. "La complejidad de la filosof¨ªa hay que introducirla, pasito a pasito, y se ha de apelar a que se restaure una educaci¨®n de la ciudadan¨ªa que abra los ojos de la gente. De alg¨²n modo, hay que estimular la curiosidad que tenemos desde peque?os porque hay ni?os con una exigencia prodigiosa de saber. En el discurso del ni?o cabe percibir el meollo de algunas de las interrogaciones m¨¢s elementales, y a la vez m¨¢s radicales, a las que se enfrenta la humanidad".
En su libro, G¨®mez Pin relata una an¨¦cdota muy esclarecedora sobre el ansia de conocimiento de los peque?os cuando habla de una ni?a parisiense que se mostr¨® disgustada y rabiosa por la ausencia de respuesta de su madre a la pregunta de ?por qu¨¦ me persigue mi propia sombra? "Los ni?os", observa el fil¨®sofo, "se caracterizan por una actitud interrogativa que, a menudo, desconcierta y hasta irrita a los mayores". No vacila en absoluto cuando califica a la filosof¨ªa como "una matriz de significaci¨®n para todas las disciplinas". "De hecho", agrega el catedr¨¢tico, "cuando la ciencia explora su camino con rigor termina retornando, de un modo u otro, a su origen, que es la filosof¨ªa". Ahora bien, las recetas para la ense?anza de la filosof¨ªa resultan dif¨ªciles de aplicar cuando se trata de pasar de la teor¨ªa a la pr¨¢ctica. "La disposici¨®n filos¨®fica deber¨ªa generalizarse entre los ciudadanos como una exigencia democr¨¢tica", apostilla G¨®mez Pin, que recuerda que otros pa¨ªses europeos como Alemania o Francia cuentan con una tradici¨®n cultural m¨¢s rica en el campo filos¨®fico que Espa?a. No obstante, el catedr¨¢tico recuerda la tradici¨®n de m¨¦dicos humanistas espa?oles.
Pensado el libro como un ensayo para profesionales de cualquier ¨¢mbito m¨¢s que para estudiantes universitarios, algunos nombres de pensadores desfilan constantemente por sus p¨¢ginas. Se trata de Arist¨®teles, Galileo, Descartes, Kant y Einstein. "En realidad, se podr¨ªa decir que son los que m¨¢s han marcado la historia de la filosof¨ªa", concluye V¨ªctor G¨®mez Pin.
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