Una b¨²squeda desesperada
La campa?a desatada en torno al congreso del PP tiene un aspecto cada vez m¨¢s despiadado. Cada d¨ªa se nota m¨¢s la desesperaci¨®n de quienes intentan forzar, como sea, una candidatura alternativa a la de Mariano Rajoy, que corte el paso al nuevo equipo y que vuelva a colocar al PP bajo la influencia de los dos medios de comunicaci¨®n, la emisora de la jerarqu¨ªa cat¨®lica Cope y el diario El Mundo, que desempe?aron un papel fundamental en la pasada legislatura y que no renuncian ahora a tejer una poderosa alianza a la americana.
Todos ellos temen que si la candidatura de Rajoy es la ¨²nica que compite, el actual l¨ªder del partido se garantice, al menos, otros tres a?os de protagonismo, con una anunciada, e inesperada, autonom¨ªa personal. Encontrar una alternativa a Rajoy es, sin embargo, dif¨ªcil. Primero, porque los posibles herederos, algunos de los actuales barones (Francisco Camps y Esperanza Aguirre incluidos), no son diputados en el Congreso y ¨¦ste es un pa¨ªs donde la oposici¨®n se ha hecho siempre v¨ªa parlamentaria, con los debates sobre el estado de la naci¨®n y las preguntas de control como elementos pol¨ªticos b¨¢sicos.
El candidato del PP a las elecciones de 2012 puede no ser parlamentario, pero s¨®lo si se lanza ya en v¨ªspera de la nueva campa?a electoral. Nadie puede resistir cuatro a?os enteros como jefe de la oposici¨®n y candidato a presidente del Gobierno fuera del Parlamento. Por eso algunos tratan de convencer a Juan Costa o a Gustavo Ar¨ªstegui, que tienen esca?o, para que se lancen a la aventura.
La cuesti¨®n es qui¨¦n ejerce el mando en el PP hasta 2011. Camps y muchos otros barones prefieren que sea Rajoy, porque piensan que es un candidato debilitado y que, en cualquier caso, es mejor que dar paso a uno de sus aut¨¦nticos enemigos, es decir, otro bar¨®n que se ponga al frente del extenso aparato del partido. Pero una cosa es que hayan dado su respaldo a Rajoy y otra, que est¨¦n dispuestos a asumir parte del desgaste que sufre en estos d¨ªas el presidente del partido.
Camps, Arenas o N¨²?ez Feij¨®o est¨¢n contemplando la batalla desde la barrera: Rajoy se las tiene que arreglar solo, o con el exclusivo apoyo de Ruiz-Gallard¨®n, que no tiene mucho que perder y s¨ª algo que ganar, para salir vivo de esta ofensiva. Por eso los enemigos de Rajoy intentan desesperadamente echar toda la carne en el asador en estos d¨ªas y se felicitan por el nuevo flanco abierto por una persona tan apreciada como Mar¨ªa San Gil, quien parece haber aprovechado la situaci¨®n para retirar su candidatura en las pr¨®ximas, y pesimistas, elecciones vascas. La operaci¨®n no ha salido del todo bien, porque el PP vasco est¨¢ m¨¢s alejado del pensamiento apocal¨ªptico de Mayor Oreja de lo que ellos cre¨ªan, pero aun as¨ª perjudica a Rajoy, porque oponerse a San Gil no da r¨¦ditos entre los militantes del PP.
Esperanza Aguirre y su entorno son otra cosa: la poderosa presidenta de la Comunidad de Madrid puede preferir, quiz¨¢s, a cualquiera menos a Mariano Rajoy, pero tampoco puede unir su destino al de otro bar¨®n ni, desde luego, a un candidato poco s¨®lido o disparatado, algo que s¨ª est¨¢n dispuestos a contemplar Jim¨¦nez Losantos, la jerarqu¨ªa de la Iglesia cat¨®lica o Pedro J. Ram¨ªrez, en su feroz intento por cortocircuitar a Rajoy. Todos ellos est¨¢n empe?ados en ofrecer a Aguirre su apoyo a cambio de arrastrarla a su campo. La presidenta, que nunca ha sido una militante religiosa, ha entregado la ense?anza de Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa a los representantes m¨¢s agresivos del pensamiento cat¨®lico, y est¨¢ jugando en ese campo de manera muy activa, pero no ha decidido a¨²n arriesgarse y lanzar una candidatura alternativa, propia o encubierta, como le apremian. Si no hay tiempo ni capacidad para organizar otra candidatura potente, Aguirre necesita asegurarse que Rajoy no utiliza los tres pr¨®ximos a?os para abrirle una guerra interna que le reste poder. Para eso, al menos, cuenta con el apoyo de Aznar, quien ya advirti¨® seriamente a Rajoy que en esta nueva etapa no debe modificar la actual relaci¨®n de fuerzas dentro del partido.
?Y Mariano Rajoy? El presidente del PP debe pensar que tres a?os es mucho tiempo. Su objetivo es simplemente llegar al congreso de junio sin ninguna candidatura alternativa cre¨ªble. Es decir, sin que los otros barones le hagan frente. Quiz¨¢s dentro de tres a?os haya rehecho su poder interno y pueda realmente cumplir su deseo de volver a presentarse a las elecciones generales. Pero si no es as¨ª, si los barones reclaman su papel y tiene que dejar paso a otro candidato presidencial, por lo menos habr¨¢ dado un empuj¨®n al PP hacia una cierta modernidad. Hasta el momento, Rajoy ha cometido muchos errores, pero a trancas y barrancas va consiguiendo lo fundamental: ara?ar d¨ªas sin que surja una alternativa cre¨ªble. A corto plazo, eso ser¨ªa suficiente para el.
A largo, el problema est¨¢ en el pensamiento de quienes, dentro del PP, creen que la alianza entre el PSOE y los nacionalismos se llevar¨¢ por delante al Partido Popular y obligar¨¢ a refundar la derecha espa?ola, que nunca ha perdido sus dos almas, la m¨¢s abierta, aunque err¨¢tica, de UCD, y la conservadora y cat¨®lica de Alianza Popular. Aznar las uni¨® pero no est¨¢ escrito que tengan que permanecer siempre as¨ª. solg@elpais.es
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