Miles de inmigrantes huyen de la furia xen¨®foba y dejan Sur¨¢frica

"Es mejor regresar y morir all¨ª, al menos es donde nuestros padres est¨¢n enterrados", explica Cecil, un mec¨¢nico de Zimbabue ansioso por regresar a su pa¨ªs en cuanto re¨²na los 20 euros que cuesta el billete del viaje. Ayer merodeaba por la estaci¨®n de autobuses de Johanesburgo, de donde han partido decenas de autocares con direcci¨®n sobre todo a Zimbabue y Mozambique. La ola xen¨®foba ha llevado a decenas de miles de inmigrantes a volver precipitadamente a sus pa¨ªses y olvidarse del sue?o de una vida mejor en Sur¨¢frica.

"Tengo miedo porque pueden volver", afirma un mozambique?o

Un portavoz del Gobierno de Mozambique dijo ayer que ya han regresado al menos 10.000 compatriotas. Apenas hay datos de Zimbabue, un pa¨ªs en quiebra, pero al que muchos han iniciado el doloroso ¨¦xodo de vuelta. La violencia suma 42 muertos y m¨¢s de 20.000 refugiados. Ayer el Ej¨¦rcito empez¨® a pisar los suburbios por primera vez desde el final del apartheid para garantizar que la calma de los ¨²ltimos d¨ªas no se alterar¨¢. Pese a las condenas oficiales, las turbas han conseguido en parte su objetivo.

Cecil fue atacado el pasado s¨¢bado en casa. "Llegaron unos 30 hombres armados con palos y cuchillos, nos pegaron y en el tumulto mi mujer y yo nos separamos. Ahora no s¨¦ d¨®nde est¨¢", explica este trabajador de 32 a?os. "En cuanto la encuentre y re¨²na el dinero, volveremos a nuestro pa¨ªs", a?ade.

Antes, los autobuses hacia Zimbabue sol¨ªan ir medio vac¨ªos. Pocos deseaban regresar a un pa¨ªs con una inflaci¨®n del 160.000% y con las libertades cercenadas por el r¨¦gimen de Robert Mugabe, en el poder desde 1980. Ahora van llenos y los conductores dejan a pasajeros en tierra porque no caben. "He visto a tres personas morir delante de m¨ª. A uno lo descuartizaron, a otro le pegaron un tiro y al tercero lo mataron a palos. Me voy a casa. Al menos por un mes, hasta que las cosas se calmen", explica Tinei Murimbechi, de 25 a?os.

Murimbechi lleg¨® a Sur¨¢frica hace dos a?os y mont¨® una peque?a tienda en el gueto de Tembisa, en Johanesburgo, con la que era capaz de mantener a sus dos hermanos peque?os en Zimbabue. "La arrasaron. Por suerte pude escapar con algo de dinero. Vuelvo a casa y me da miedo, claro. Por Mugabe, que est¨¢ matando gente all¨ª. Igual si hay cambio de Gobierno la econom¨ªa mejora".

Para los zimbabuenses la decisi¨®n de volver a su tierra es dif¨ªcil porque el r¨¦gimen se ha endurecido por el temor a desmoronarse. Para los mozambique?os, la decisi¨®n es m¨¢s sencilla. Algunos piensan volver a Sur¨¢frica cuando las cosas se calmen.

En el campo de refugiados de Primrose se escuchan de repente incongruentes gritos de j¨²bilo y silbidos en el aparcamiento de la comisar¨ªa de polic¨ªa. Tras el bloque que forman las tiendas de campa?a de Cruz Roja, que acoge a 5.000 personas, se avistan seis autobuses, organizados por grupos de refugiados, con direcci¨®n a Maputo, capital de Mozambique.

"Estoy huyendo", susurra Domingos Ubesse, un joven t¨ªmido de 26 a?os. Su piso fue arrasado y se salv¨® porque pudo esconderse en el lavabo y atrancar la puerta. "Tengo miedo porque pueden volver. Me voy a casa por un tiempo y si las cosas se calman, volver¨¦", explica Ubesse, quien trabajaba en una compa?¨ªa de seguridad.

El surafricano Livers conduce una furgoneta, que ahora est¨¢ repleta de mozambique?os que vuelven a casa. Cobra 20 euros, la tarifa habitual, y hace dos viajes por d¨ªa. Tiene una lista de espera muy larga. "Estoy muy triste. No puedo creer que esto lo hayan hecho mis compatriotas", dice sacudiendo la cabeza. Se?ala a sus pasajeros y afirma: "Son nuestros hermanos".