Des-concierto'
Es sabido que la importancia de una noticia no coincide con su inter¨¦s informativo. Y esta semana pasada se ha constatado, pues la noticia m¨¢s importante ha estado tapada por otras mucho m¨¢s interesantes. De entre ¨¦stas, la m¨¢s destacada ha sido el culebr¨®n del PP, un thriller donde el falso culpable Rajoy es perseguido por buenos y malos para que no llegue vivo al congreso de junio. Y a¨²n ha habido otras de parecido inter¨¦s: la precipitada detenci¨®n en Burdeos del pen¨²ltimo padrino de la mafia criminal vasca, la novena entrevista fallida entre el presidente espa?ol y el lehendakari, la convalidaci¨®n parlamentaria de la impune compatibilidad de Taguas... Pero sin duda, la noticia m¨¢s importante de la semana ha sido el inicio de la reforma de la financiaci¨®n auton¨®mica con la reuni¨®n el martes del Consejo de Pol¨ªtica Fiscal y Financiera seguida al d¨ªa siguiente de una cena de presidentes socialistas en el palacio de la Moncloa.
?Por qu¨¦ los vascos y los navarros tienen concierto econ¨®mico y los dem¨¢s no?
Es preciso renegociar el reparto territorial de la Hacienda P¨²blica espa?ola por dos razones al menos. La m¨¢s urgente es la necesidad de adaptarla a la entrada en vigor del nuevo Estatut catal¨¢n pactado en enero de 2006 por Artur Mas y Zapatero, que impone la transferencia de la mitad de los ingresos fiscales del Estado. Es la tercera ronda del largo ciclo de deriva auton¨®mica, tras la primera pactada por Pujol y Gonz¨¢lez, que transfiri¨® la sexta parte de los impuestos, y la segunda pactada por Pujol y Aznar, que cedi¨® la tercera parte de la Hacienda P¨²blica. Pero a¨²n existe otra raz¨®n adicional que hace esa reforma todav¨ªa m¨¢s necesaria.
Es la que se deriva del incremento reciente de la poblaci¨®n espa?ola en cinco millones de habitantes adicionales (un 10% m¨¢s), leg¨ªtimos perceptores de derechos sociales en tanto que contribuyentes y cotizantes. Son los nuevos espa?oles (par¨¢frasis de los nuevos catalanes) llegados en los ¨²ltimos diez a?os pero desigualmente distribuidos por el territorio estatal, pues se concentran en las ¨¢reas m¨¢s din¨¢micas de Baleares, Madrid y Catalu?a: las tres comunidades aut¨®nomas que, a causa de su sobrecarga demogr¨¢fica, experimentan mayor retroceso en el gasto p¨²blico por habitante tras el reparto de los fondos de suficiencia calculados sobre la poblaci¨®n de 1999.
De ah¨ª la leg¨ªtima reivindicaci¨®n catalana de reestructurar la nivelaci¨®n territorial del gasto p¨²blico para hacerla m¨¢s justa y equitativa. Lo cual supone un cambio en la posici¨®n tradicional de los catalanes, que antes exig¨ªan vincular la distribuci¨®n del gasto p¨²blico en proporci¨®n al esfuerzo fiscal que grava la renta generada (lo que resulta pol¨ªticamente discutible), y hoy argumentan la necesidad de distribuirlo en funci¨®n de la poblaci¨®n: un alegato de impecable correcci¨®n pol¨ªtica que no admite contestaci¨®n porque se funda en la justicia social. Y una postura, adem¨¢s, que se aproxima a la que defienden tradicionalmente comunidades receptoras como la andaluza. De ah¨ª que ahora ya resulte factible alcanzar un consenso pactado sobre la nivelaci¨®n equitativa del gasto p¨²blico por habitante.
Pero semejante acuerdo sobre la reforma de la financiaci¨®n actual no suspender¨ªa m¨¢s que moment¨¢neamente la tradicional reivindicaci¨®n catalana de mayor soberan¨ªa fiscal. En efecto, tal acuerdo nivelador del gasto por habitante s¨®lo obligar¨ªa a las autonom¨ªas de r¨¦gimen general, quedando fuera del mismo las comunidades forales cuyo concierto econ¨®mico las dota de soberan¨ªa fiscal (Navarra y Euskadi), con lo que su gasto p¨²blico por habitante es muy superior al resto del territorio espa?ol. ?Por qu¨¦ los vasco-navarros tienen concierto econ¨®mico y los dem¨¢s no? Si es por derechos hist¨®ricos (argumento pol¨ªticamente discutible), los catalanes tampoco quieren ser menos. De ah¨ª que hasta el PSC, y no digamos CiU, reivindiquen su concierto econ¨®mico. Y si alg¨²n d¨ªa Catalu?a lo obtuviera, el resto de comunidades donantes tampoco querr¨ªa ser menos.
?sta es la ra¨ªz ¨²ltima del des-concierto auton¨®mico: la injusta disparidad del gasto p¨²blico por habitante entre las comunidades forales, blindadas por su concierto econ¨®mico, y todas las dem¨¢s, obligadas a hacer caja com¨²n. Por ello, la solidaridad interterritorial con las comunidades receptoras s¨®lo corre a cuenta del esfuerzo fiscal de Baleares, Madrid, Catalu?a y Valencia, mientras los impuestos de Navarra y Euskadi quedan exentos, destin¨¢ndose a sufragar tan s¨®lo el muy superior nivel de gasto p¨²blico del que se benefician en exclusiva sus habitantes. Una injusticia fiscal que ha sido reconocida por primera vez en el informe que acaba de dictaminar una comisi¨®n de 26 expertos convocada por el Instituto de Estudios Fiscales.
Y hasta que no se resuelva esa injusticia cundir¨¢ el desconcierto fiscal, pues la financiaci¨®n auton¨®mica seguir¨¢ siendo imposible de cuadrar.
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